Año de la
Restauración
Noviembre
: Generosidad
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En los
Colegios: Cada maestro transmite el mensaje principal de
la guía devocional. Los niños en su diario escriben:
Nombre o
Tema del devocional, principal aprendizaje y como lo puede poner en práctica.
DIA 1 Jesús les habló,
diciendo: Yo soy la luz del mundo; el que me sigue, no andará en tinieblas,
sino que tendrá la luz de la vida. Juan 8:12
Despiértate, tú que duermes, y levántate de los muertos, y te alumbrará
Cristo. Efesios 5:14
Yo soy la luz del mundo
Al principio de la
creación del mundo, la tierra estaba sumida en las tinieblas. La primera
intervención de Dios en este desorden y vacío fue hacer que la luz
apareciese. Luego las acciones creadoras de Dios se sucedieron de forma
maravillosa.
El espíritu del
hombre sin Dios también está en la oscuridad, es incapaz de responder a las
preguntas básicas que se hace: ¿Por qué nací? ¿Qué sentido tiene mi vida?
¿Qué me espera después de la muerte? Desde hace miles de años, pensadores y
filósofos estudian estas preguntas, pero ninguno de ellos ha podido dar una
respuesta satisfactoria.
Sin embargo, en la
persona de Jesús, la verdadera luz vino al mundo (Juan 1:9). Él, el Hijo de
Dios, es la respuesta a estas angustiosas preguntas. Mediante su vida en este
mundo y por su muerte, revela el amor de Dios hacia los hombres. En la cruz
se cumplió perfectamente todo lo necesario para que este amor se pudiese
manifestar a los hombres. No busquemos respuestas en las diversas ideologías
que el hombre creó; más bien aceptemos esta luz que viene de arriba. Tengamos
cuidado; cuando Cristo vivió entre los hombres, “los hombres amaron más las
tinieblas que la luz, porque sus obras eran malas” (Juan 3:19).
Aceptemos
humildemente que la luz de Dios ilumine nuestra vida. Entonces todo nuestro
ser será iluminado para discernir al Hijo de Dios, el Salvador. ¡Esto es
conocer la luz de la vida!
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DIA 2 Varones atenienses... pasando y mirando... hallé
también un altar en el cual estaba esta inscripción: Al Dios no conocido. Hechos 17:22-23
No se dejó a sí mismo sin testimonio, haciendo bien, dándonos lluvias del
cielo y tiempos fructíferos, llenando de sustento y de alegría nuestros
corazones. Hechos 14:17
Dios se revela
Los griegos habían
construido en Atenas un altar “al Dios no conocido”. Reconocidos entre los
más sabios de los pueblos de la Antigüedad, fundadores de la filosofía,
admitían que su sabiduría no les había permitido conocer a Dios.
Si tratamos de
conocer a Dios con nuestra inteligencia, si procuramos ir a él mediante
nuestros esfuerzos, seguirá siendo para nosotros el Dios desconocido. Pero él
se acerca a nosotros y nos busca. Es el Dios que se da a conocer porque nos
ama.
Dios no apareció en
todo el esplendor de su gloria. El hombre no hubiese podido verlo y
permanecer vivo (Éxodo 33:20). Pero Dios nos interpela y quiere ganar nuestra
confianza. Nos da pruebas de su existencia y de su presencia, y espera una
respuesta de nosotros: la respuesta de la fe.
Dios dio señales de
su poder y de su sabiduría mediante el testimonio de la Creación. También se
dio a conocer por las palabras que están escritas en un libro: la Biblia. La
revelación de Dios va mucho más allá que el testimonio de la naturaleza, más
lejos aún que las palabras de los profetas: finalmente nos habló en la
persona de su Hijo Jesucristo. Jesús vino del cielo, enviado por Dios,
manifestó la naturaleza de Dios: amor y luz.
¡La fe cristiana
consiste en recibir ese don! ¿Lo recibió usted?
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DIA 3
Dios es amor... envió a su Hijo
unigénito al mundo, para que vivamos por él. 1 Juan 4:8-9
Estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida... ni lo presente, ni lo por
venir... ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que
es en Cristo Jesús Señor nuestro. Romanos 8:38-39
El reflejo de la luna en el estanque
Una hermosa noche
estrellada me puse a observar el reflejo de la luna en un estanque. La
superficie del agua era lisa y reflejaba perfectamente su imagen.
De repente una
ráfaga de viento agitó el agua, y la superficie empezó a moverse. Era como si
la luna estuviera temblando. Levanté la mirada y vi que en el cielo ella
seguía brillando como antes.
Luego una hoja cayó
en el agua, movió nuevamente la superficie y alteró el reflejo de la luna.
¡En el cielo no había cambiado nada, pues la hoja no había tocado la luna!
Luego tomé un palo y
agité el fondo del estanque. Esta vez el lodo subió a la superficie y el
reflejo de la luna quedó totalmente borrado. ¡Pero ella seguía brillando
entre las estrellas!
Cristianos, ¿cómo
apreciamos el amor divino? “Dios es amor”, nos dice la Biblia. Dios es el
mismo, suceda lo que suceda; pero nosotros somos fluctuantes. Como el viento,
la caída de una hoja o el lodo turban el reflejo de la luna en el estanque,
las circunstancias exteriores o nuestro estado interior pueden influenciar la
manera en que apreciamos el amor divino. ¡No nos dejemos turbar! El amor de
Dios por sus hijos es invariable. No depende de lo que somos; los elementos
que nos perturban no pueden alcanzarlo. ¡El amor está en Dios mismo!
Por lo tanto,
depositemos nuestra confianza en ese amor eterno. ¡No miremos en nosotros
mismos, elevemos la mirada al cielo y gocémonos, pues Dios nos ama y seguirá
amándonos!
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DIA
4
No todo el que me dice: Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos.
Mateo 7:21
Y estando fuera empecéis a llamar a la puerta... comenzaréis a decir:
Delante de ti hemos comido y bebido, y en nuestras plazas enseñaste. Pero os
dirá:... apartaos de mí todos vosotros. Lucas 13:25-27
¿Quién me ha tocado?
Jesús se dirigía a
la casa de un jefe de la sinagoga cuya hija estaba enferma. Una gran multitud
lo acompañaba. De repente Jesús se detuvo e hizo una inesperada pregunta:
“¿Quién es el que me ha tocado?”. Los discípulos, traduciendo la sorpresa
general, respondieron: “Maestro, la multitud te aprieta y oprime, y dices:
¿Quién es el que me ha tocado?” (Lucas 8:45).
Una mujer se acercó
y le confesó que después de haber buscado en vano la sanación a través de los
médicos, había tocado el borde de su manto. Inmediatamente había quedado
curada de su enfermedad. Jesús le dijo: “Hija, tu fe te ha salvado; ve en
paz” (Lucas 8:48).
Hoy los cristianos
pueden ser comparados a esas personas que se agolparon alrededor de Jesús. Y
él hace esta pregunta a cada uno: “¿Quién es el que me ha tocado?”. ¿Quién de
nosotros lo ha “tocado” realmente? Alcanzados por la terrible “enfermedad”
del pecado, no podemos ser curados por ningún médico. Pero Jesús está ahí, a
nuestro alcance. Él tiene el poder para curar nuestra alma, es decir, para
perdonar nuestros pecados y darnos la vida eterna. Para ello es necesario
«tocarlo», es decir, tener un contacto personal con él mediante la fe.
Si nos contentamos
con formar parte de “la multitud”, pasamos al lado del único medio real para
ser curados. Acerquémonos con confianza al Señor, y él nos dirá: “Tu fe te ha
salvado; ve en paz”.
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DIA 5
(Dios dijo:) Bienaventurado el hombre que me escucha. Proverbios 8:34
Mis siervos cantarán por júbilo del corazón. Isaías 65:14
¡Qué felicidad!
Esta era la
expresión favorita y a menudo repetida por los presentadores de un programa
que atraía a millones de telespectadores. ¡Pero la realidad era totalmente
diferente! Interrogadas al final de la serie de programas, las personas que
habían sido invitadas a participar hacían un balance triste y amargo. Una de
ellas dijo que lo único que habían hecho era explotar su ingenuidad, otras declararon que todo era
hipocresía. ¡Qué lejos estaban de la felicidad!
Debemos reconocer
que este mundo solo nos propone una felicidad artificial, virtual y
mentirosa; los momentos de alegría pasajera que nos ofrece solo son
artificios y engaños.
Desde que el pecado
entró en el mundo (Romanos 5:12), el hombre que vive sin Dios está privado de
la verdadera felicidad. Cuando cree haberla encontrado, solo se trata de una
impresión fugaz, pasajera, y nunca duradera. La Biblia precisa: “Si aquel
viviere mil años dos veces, sin gustar del bien, ¿no van todos al mismo
lugar?” (Eclesiastés 6:6).
La verdadera felicidad
solo puede venir de un acercamiento a Dios. Jesucristo el Salvador dio su
vida perfecta y justa por amor a nosotros, para salvarnos de la muerte eterna
y para que estemos en paz con Dios. Un amor así va más allá de la razón, pero
confiere al corazón paz y gozo (Gálatas 5:22). La Biblia nos invita a ir a
Dios para conocer su paz y la verdadera felicidad, eterna, obtenida por el
amor de Jesús.
“Ciertamente el bien
y la misericordia me seguirán todos los días de mi vida, y en la casa del
Señor moraré por largos días” (Salmo 23:6).
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