Devocional 33 NOV 16-20 2015
Palabra Rhema del año: “Todos los que salgan vencedores se
sentarán conmigo en mi trono, tal como yo salí vencedor y me senté con mi
Padre en su trono”. Apocalipsis
3:21
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PRIMER DIA DE LA SEMANA. AGRADECIMIENTO
(Jesús
dijo:) No os hagáis tesoros en la tierra... sino haceos tesoros en el cielo.
Mateo
6:19-20
La bendición
del Señor es la que enriquece.
Proverbios
10:22
¿No ha
elegido Dios a los pobres de este mundo, para que sean ricos en fe y herederos
del reino que ha prometido a los que le aman?
Santiago 2:5
Declaración
de riquezas
Un inspector de impuestos fue un día a casa de un
creyente pobre para establecer las tasas que éste debía pagar. Después de los
saludos habituales, el funcionario le pidió que declarase lo que poseía. Cuando
hubo enumerado los pocos bienes materiales que tenía, añadió: «Sin embargo soy
un hombre rico».
–Muy bien, haga la lista completa de lo que posee, por
favor, insistió el funcionario.
–Poseo la vida eterna; Dios lo dice en la Biblia (Juan
3:16).
–Tengo una casa en el cielo (2 Corintios 5:1).
–Tengo una paz que sobrepasa todo lo que el hombre
puede comprender (Filipenses 4:7).
–Tengo un gozo que no se puede expresar con palabras
(1 Pedro 1:8).
–Dios me ama con un amor divino que nunca se agotará
(1 Corintios 13:8).
–Tengo una mujer llena de cualidades (Proverbios
31:10).
–Tengo hijos sanos, felices y obedientes (Salmo
127:3).
–Puedo cantar a mi Dios durante la noche (Salmo 42:8).
–Recibiré la corona de vida (Santiago 1:12).
El funcionario cerró su registro y dijo: «Usted es
realmente un hombre muy rico, pero su riqueza no es imponible».
Si usted posee las mismas riquezas que este amigo
pobre, no olvide dar gracias a Dios, quien le ha dado todo.
SEGUNDO DIA DE LA SEMANA.
Primeramente
os he enseñado lo que asimismo recibí: Que Cristo murió por nuestros pecados,
conforme a las Escrituras; y que fue sepultado, y que resucitó al tercer día,
conforme a las Escrituras.
1 Corintios
15:3-4
Del miedo a
la valentía
Cuando Jesús fue arrestado, todos los discípulos lo
abandonaron (Mateo 26:56). Después de que fue puesto en la tumba se reunían a
escondidas, con las puertas cerradas, porque tenían miedo (Juan 20:19).
Pero pocos días después su actitud cambió
completamente: predicaban con valentía la muerte y la resurrección de Jesús en
las plazas, los lugares públicos y por las casas. Judea, Samaria, todo el mundo
romano y “el mundo entero” (Hechos 17:6) oyeron esta buena nueva.
Jesús resucitado les había dicho: “Fue necesario que
el Cristo padeciese, y resucitase de los muertos al tercer día; y que se
predicase en su nombre el arrepentimiento y el perdón de pecados en todas las
naciones, comenzando desde Jerusalén. Y vosotros sois testigos de estas cosas.
He aquí, yo enviaré la promesa de mi Padre (el Espíritu Santo) sobre vosotros”
(Lucas 24:46-49).
A pesar de las amenazas, la cárcel, las persecuciones,
sin importar lo que costara, ellos perseveraron en anunciar aquello de lo que
habían sido testigos, es decir, que habían visto a Jesús resucitado.
¿Por qué hubo un cambio así en la vida de los
discípulos? Porque tuvieron un encuentro con Cristo resucitado y recibieron el
Espíritu Santo, que les fue enviado del cielo cuando Jesús subió al cielo. Aún
hoy, cuando los hombres, las mujeres y los niños van por la fe a Jesús y
confían en él, su Salvador crucificado y resucitado, de sus vidas brotan la
paz, el gozo y la esperanza. Entonces adquieren una gran confianza para
anunciar el mensaje del Evangelio.
TERCER DIA DE LA SEMANA
Si alguno
hubiere pecado, abogado tenemos para con el Padre, a Jesucristo el justo. Y él
es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino
también por los de todo el mundo.
1 Juan 2:1-2
La pregunta
de Teresa
Teresa acababa de conocer el Evangelio. Deseaba
aprender muchas cosas, pero había una pregunta que la perturbaba: ¿Cómo pudo
Cristo expiar mis pecados en la cruz cuando yo todavía no los había comedido?
Supongamos que el patio de una escuela ubicada en la
montaña esté situado al borde de un precipicio. Como los niños perderían el
balón porque se les saldría por encima de la reja, el maestro les prohíbe jugar
en ese lado del patio. Además exige que el niño que pierda un balón compre uno
nuevo. Pero un amigo del maestro oye hablar de ese asunto y le da una buena
cantidad de dinero para pagar todos los balones que se pierdan, pero con una
condición: el niño que pierda un balón debe decírselo al maestro.
Así, pues, el amigo del maestro dio una suma para
pagar todos los balones que se pierdan, pero sólo serán reemplazados los
balones que un niño u otro reconozca haber perdido.
Del mismo modo, el sacrificio de Cristo concierne a
todos los pecados del mundo, tanto los cometidos antes como después de su
venida. Pero sólo son perdonados los pecados de las personas que van a Dios
reconociéndose perdidas.
El amigo del maestro no sabía de antemano qué niños se
beneficiarían de su generosidad, mientras el Señor Jesús, como es Dios, sabe
todo de antemano. Antes de la crucifixión confió sus discípulos a su Padre
mediante una oración, especificando que también oraba por aquellos que iban a
creer (Juan 17:20). Luego Jesús “se dio a sí mismo en rescate por todos” (1
Timoteo 2:6).
CUARTO DIA DE LA SEMANA
El Padre
mismo os ama.
Juan 16:27
Amados,
ahora somos hijos de Dios.
1 Juan 3:2
Os escribo a
vosotros, hijitos, porque habéis conocido al Padre.
1 Juan 2:13
A la salida
de la escuela
Mientras espero a mis hijos a la salida de la escuela,
observo la manera en que los niños van hacia sus padres. Una niña rubia de seis
o siete años corre todos los días llena de alegría hacia su madre. Pero una
tarde ésta no fue a esperarla. ¿Habrían olvidado a la pequeña?
La niña salió de la escuela, pero incluso sin buscar
con la mirada a su madre, fue corriendo hacia un hombre que parecía muy serio,
a quien yo nunca había visto. Tomó la mano del desconocido y se fue hablando
tranquila y alegremente con él. Le contaba los innumerables pequeños detalles
del día; él escuchaba con interés y le hacía preguntas. Parecía tan feliz como
ella. ¡Obviamente, ese hombre es su papá!
Esta escena, aunque es muy común, me habla mucho. Para
nosotros los creyentes ilustra muy bien lo que es “el Padre”, “nuestro Padre”,
por supuesto, mejor que cualquier padre humano.
La muerte del Señor Jesús hizo de cada creyente un
hijo de Dios. Él es el Padre, y un niño en la fe lo conoce como tal. Pero sigue
siendo el Dios Todopoderoso, a quien nos acercamos con respeto. Sin embargo
tenemos el maravilloso privilegio, y también el derecho, de contar con él como
lo hacemos con nuestro padre.
Como esta niña que conocía a su padre y fue hacia él,
acerquémonos a nuestro Padre con la mayor confianza, y hablémosle. El Dios
Altísimo es más sabio y poderoso que el mejor de los padres, y nadie nos ama y
se interesa en nosotros mejor que él. ¡Él dio a su Hijo para salvarnos!
QUINTO DIA DE LA SEMANA
A todos los
que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos
hijos de Dios.
Juan 1:12
Y si hijos,
también herederos; herederos de Dios y coherederos con Cristo.
Romanos 8:17
Una herencia
sin gastos
Camille Flammarion, célebre astrónomo francés del
siglo 19, estaba tan ocupado que no tenía tiempo para leer el abundante correo
que recibía. Un día recibió el siguiente telegrama: «Por favor, responda la
carta que le va a llegar. El notario está esperando». Y así fue, llegó una carta
certificada. Este era su contenido:
«Querido y honrado maestro, antes de esta carta le
escribí cuatro, una de ellas en verso. Creo que como está tan absorbido por sus
numerosos trabajos, no tiene tiempo para responder, pero le ruego que responda
al menos «sí» o «no» a la propuesta reiterada que le hago. Soy anciano, estoy
escribiendo mi testamento y el notario está esperando».
Flammarion respondió «sí», y fue así como heredó el
edificio que se convertiría en el observatorio de Juvisy-sur-Orge (Francia).
¡Por poco se queda sin herencia!
Usted que lee estas líneas, ¿está tardando en
responder a Dios? Él quiere hacer de usted su hijo, con todas las consecuencias
que esto conlleva. ¡Así usted será su heredero! Por supuesto, no se trata de
pronunciar a la ligera un «sí» precipitado, sino de responder seriamente a la
decisión que le pide tomar. “El que oye mi palabra, y cree al que me envió,
tiene vida eterna; y no vendrá a condenación, mas ha pasado de muerte a vida”
(Juan 5:24). ¡Usted tiene una oportunidad única, no la pierda! ¡Crea en Jesús y
será adoptado por Dios mismo!
SEXTO DIA DE LA SEMANA
Dios... nos da todas las cosas en abundancia para que
las disfrutemos.
1 Timoteo
6:17
Como
entristecidos, mas siempre gozosos.
2 Corintios
6:10
A quien
amáis sin haberle visto, en quien creyendo, aunque ahora no lo veáis, os
alegráis con gozo inefable y glorioso.
1 Pedro 1:8
Saboreemos
las alegrías sencillas
El director
de una gran empresa que acababa de jubilarse después de haber tenido una larga
carrera hizo este comentario: «Es sorprendente la facultad que tenemos para
olvidar los duros golpes. Recordamos más fácilmente los momentos de alegría que
los de tristeza».
Que seamos
creyentes o no, es cierto que la vida tiene momentos felices, pero no siempre
duran, incluso si tratamos de recordarlos por todos los medios. El Señor da al
creyente alegrías sencillas y profundas. Éste las aprecia con agradecimiento, y
a veces mediante la alabanza. Pero esto no es ni lo principal ni el objetivo de
su vida.
El primer
gozo del creyente tiene otra naturaleza, es “inefable y glorioso”. Este gozo
profundo está ligado a la seguridad de ver pronto a su Salvador, y también al
hecho de conocer al Dios bienaventurado. Como el creyente es un hijo de Aquel
que es la fuente de toda felicidad, también sabe saborear las alegrías más
efímeras. Aunque a veces su camino es difícil, sabe recibir de su Dios y Padre
las bendiciones cotidianas, como esas flores del campo que nos agachamos para
tomar, las cuales crecen, sin que tengamos que cultivarlas. Esas pequeñas
alegrías no llenan nuestra alma, pero cuando somos felices con el Señor,
contribuyen a nuestro gozo y nos invitan a dar gracias.
“Regocijaos
en el Señor siempre. Otra vez digo: ¡Regocijaos!” (Filipenses 4:4).
GRACIAS SEÑOR.
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