Devocionales, Depositar nuestra confianza en Dios, ¡La libertad no consiste en pasar los límites!




Año de la Restauración



En los Colegios: Cada maestro transmite el mensaje principal de la guía devocional. Los niños en su diario escriben:

Nombre o Tema del devocional.

Principal Aprendizaje y como lo puede poner en práctica.   



Septiembre: Respeto




DIA 1  (Jesús dijo:) Si vosotros permaneciereis en mi palabra, seréis verdaderamente mis discípulos; y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres. Juan 8:31-32
Si el Hijo os libertare, seréis verdaderamente libres. Juan 8:36

¡La libertad no consiste en pasar los límites!
Actualmente el deseo de libertad se traduce en algunas personas por un intento desesperado de traspasar todo tipo de límites. Por ejemplo, no satisfechos con hacer alpinismo, algunos se lanzan en el alpinismo extremo... ¡y a veces lo pagan con su vida! Algunas películas alimentan esta concepción engañosa de la libertad. ¡Es un espejismo peligroso! ¿Significa esto que la libertad es un sueño al que sería mejor renunciar para conformarse con una vida aburrida y mediocre?
¡Por supuesto que no! Pero primero debo preguntarme: ¿de quién soy prisionero? Simplemente de mi pretensión, de mi orgullo siempre subyacente en mis pensamientos más secretos, que me empuja a hacer las cosas opuestas a la voluntad de Dios. Sin embargo, desde que creó al hombre, Dios quería su felicidad.
El Evangelio es el mensaje de la libertad porque nos revela, sin sombra, la condición del hombre esclavo de sus propios pensamientos opuestos a Dios. En este sentido, la verdad conduce a la libertad a todo el que quiera escucharla. Para liberar al hombre de esa esclavitud, Cristo pagó el precio muriendo por él en la cruz y dándole una vida nueva. La verdadera libertad no consiste en ir tras el poder, y mucho menos en querer ser igual a Dios (Génesis 3:5). ¡Es vivir la vida de Jesús en humildad, confiando en él! Entonces el creyente comprende cuáles son sus límites, porque Dios actúa en él. “Dios es el que en vosotros produce así el querer como el hacer” (Filipenses 2:13).

DIA 2 Yo sé a quién he creído, y estoy seguro que es poderoso para guardar mi depósito para aquel día. 2 Timoteo 1:12

Depositar nuestra confianza en Dios
El conocido físico Albert Einstein escribió: «El único y verdadero problema de todos los tiempos está en el corazón y en los pensamientos de los hombres. No se trata de un problema físico, sino moral. Es más fácil modificar la naturaleza del plutonio que la mente mala de un individuo. Lo que nos asusta no es la explosión de una bomba atómica, sino el poder de la maldad del corazón humano, su fuerza de explosión para el mal».
Los innumerables conflictos que hay en el mundo confirman muy bien lo que escribió este físico. La Biblia afirma: “Engañoso es el corazón más que todas las cosas, y perverso” (Jeremías 17:9). ¡Así es el corazón de cada uno de nosotros!
Pero este problema tan básico, ¿tiene solución? San Agustín, un fiel creyente del siglo cuatro, declaró: «El corazón del hombre no halla descanso hasta que lo encuentre en Dios». Él mismo se había agotado en vanos esfuerzos buscando la paz del corazón en la filosofía y los placeres del mundo. Al final, mediante la fe, se volvió a Jesús, el Hijo de Dios; entonces halló la paz y el verdadero descanso.
Miles de hombres y mujeres, de orígenes y países diversos, de condiciones y edades diferentes, pasaron por la misma experiencia: sus corazones se llenaron de paz cuando depositaron su confianza en Jesucristo. En él hallaron “la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento” (Filipenses 4:7), y esta paz los acompañó a través de todas las tormentas de la vida.
¡Aprendamos a depositar nuestra confianza en Dios!
s indispensable. En vez de tratar de deshacernos lo más rápido posible de nuestros problemas y preocupaciones, pidamos más bien al Señor que nos dé la fuerza y la paciencia necesarias para soportarlas y atravesarlas con él.
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mateo 11:28-30).

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Día 3  Enderezándose Jesús, y no viendo a nadie sino a la mujer, le dijo: Mujer, ¿dónde están los que te acusaban? ¿Ninguno te condenó? Ella dijo: Ninguno, Señor. Entonces Jesús le dijo: Ni yo te condeno; vete, y no peques más. Juan 8:10-11

Jesús habla a las mujeres (7) - “Ni yo te condeno”
Juan 8:1-11
Unos hombres religiosos llevaron a Jesús una mujer que había sido sorprendida en flagrante delito de adulterio. Querían que Jesús cayese en la trampa: a él, quien traía la gracia, querían ponerlo en contradicción con la Ley divina.
La acusación había sido pronunciada, el círculo de los acusadores y la mujer presentada ante Jesús estaban esperando. Jesús se agachó y escribió con el dedo en la tierra.
El silencio era tenso... Los acusadores insistieron, entonces Jesús se levantó y dijo: “El que de vosotros esté sin pecado sea el primero en arrojar la piedra contra ella” (v. 7). Luego volvió a escribir, y su silencio fue más elocuente que las palabras.
¡Ellos también se callaron! Y salieron “uno a uno, comenzando desde los más viejos hasta los postreros” (v. 9). Ahora, ¿tenían un juicio más justo sobre sí mismos?
¡Solo había uno que no tenía pecado! Solo había uno que podía condenar. ¡Y se abstuvo de hacerlo! Jesús no vino para condenar, sino para salvar. Pudo perdonar a la acusada e invitarla a tomar un nuevo camino: “Ni yo te condeno; vete, y no peques más” (v. 11).
Un nuevo futuro se abría ante esta mujer que no tenía ninguno. ¡Para ella y para los hombres que de repente se habían quedado en silencio, era posible empezar de nuevo! ¡Y para usted, sea quien sea, también! Todos nosotros, que a menudo somos tan hipócritas, ¡podemos volver a empezar!

DIA 4 Sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús. Filipenses 4:6-7
La paz de Dios, que sobrepasa todo entendimiento
A menudo la Biblia nos exhorta a permanecer tranquilos, pese a las dificultades. Nos esforzamos en ello, y esto es bueno. Pero, ¿qué dice el versículo del día? “La paz de Dios... guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús”. No dice que nuestros corazones siempre conservarán esta paz, sino que, cuando hayamos echado nuestra carga sobre él, en oración, su paz guardará nuestros corazones.
Dios sabe de antemano todo lo que nos va a suceder. Todos los acontecimientos forman parte de sus planes y no cambian en nada su amor por nosotros. Por gracia podemos disfrutar de sus tiernos cuidados. ¡Él nos escucha! Por eso, en todas las circunstancias, en vez de preocuparnos y pensar que va a suceder lo peor, presentemos nuestras oraciones a Dios y contémosle todo lo que carga nuestros corazones. Podemos confiar en su perfecto amor y exponerle con libertad nuestras peticiones: su respuesta siempre será una respuesta de gracia, incluso si no es la que esperamos.
¡Mantengamos firme nuestra confianza teniendo presente que le hemos confiado nuestras dificultades! Creamos que él está por encima de todas las situaciones que podrían turbarnos. Entonces experimentaremos que él tranquiliza nuestro pesado corazón dándonos su paz, que “sobrepasa todo entendimiento”.
“Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera; porque en ti ha confiado” (Isaías 26:3).

DIA 5 Salmo 31

Para el director del coro: salmo de David.

Oh Señor, a ti acudo en busca de protección;
    no dejes que me avergüencen.
    Sálvame, porque tú haces lo correcto.
Inclina tu oído para escucharme;

    rescátame pronto.
Sé mi roca de protección,
    una fortaleza donde estaré a salvo.
Tú eres mi roca y mi fortaleza;
    por el honor de tu nombre, sácame de este peligro.
Rescátame de la trampa que me tendieron mis enemigos,
    porque solo en ti encuentro protección.
Encomiendo mi espíritu en tu mano;
    rescátame, Señor, porque tú eres un Dios fiel.
Detesto a los que rinden culto a ídolos inútiles;
    yo confío en el Señor.
Me gozaré y me alegraré en tu amor inagotable,

    porque has visto mis dificultades
    y te preocupas por la angustia de mi alma.
No me entregaste a mis enemigos
    sino que me pusiste en un lugar seguro.
Ten misericordia de mí, Señor, porque estoy angustiado.
    Las lágrimas me nublan la vista;
    mi cuerpo y mi alma se marchitan.
10 Estoy muriendo de dolor;

    se me acortan los años por la tristeza.
El pecado me dejó sin fuerzas;
    me estoy consumiendo por dentro.
11 Todos mis enemigos me desprecian,
    y mis vecinos me rechazan,
    ¡ni mis amigos se atreven a acercarse a mí!
Cuando me ven por la calle,
    salen corriendo para el otro lado.
12 Me han olvidado como si estuviera muerto,
    como si fuera una vasija rota.
Día 6
La ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús me ha librado de la ley del pecado y de la muerte. Romanos 8:2
Una ley ineludible
Si tengo en mi mano una pelota y la suelto sin darle ningún impulso, ¿qué dirección tomará? Obviamente caerá al suelo, debido a la ley de la gravedad. Pero si la lanzo hacia arriba con todas mis fuerzas, subirá, pero muy pronto caerá nuevamente al suelo. El impulso que le doy no basta para librarla de la atracción de la tierra. La ley de la gravedad es un principio físico del que nadie puede librarse.
En el ámbito moral, también existe una ley universal. El apóstol Pablo la llama “la ley del pecado que está en mis miembros”. Desde que el primer hombre pecó, esta ley esclaviza y gobierna la condición moral de la humanidad. Por sí mismo, todo descendiente de Adán peca irresistiblemente. Los llamados de su conciencia, la religión y la moral no bastan para liberarlo de esta terrible servidumbre. Lo admita o no, el hombre cede al mal sin poder resistir. Al huir de la luz de Dios, va de forma natural hacia las tinieblas; permanece bajo el dominio del pecado y se hace esclavo del diablo porque teme el juicio de Dios. Es una ley, confirmada por la experiencia desde hace miles de años.
Pero esta ley no tiene ningún efecto sobre Jesús, pues “no hay pecado en él” (1 Juan 3:5). El Hijo de Dios vino para libertarnos (Juan 8:36). Si creemos en él, la ley del pecado deja el paso a una nueva ley liberadora: “la ley del Espíritu de vida en Cristo Jesús”. Entonces el Espíritu de Dios dirige al creyente y lo empuja a hacer el bien. Dejémonos, pues, conducir por él y “andemos... por el Espíritu” (Gálatas 5:25).

Devocional Estar bien con uno Mismo ... es respetarse; Esconderse

Año de la Restauración

En los Colegios: Cada maestro transmite el mensaje principal de la guía devocional. Los niños en su diario escriben: Nombre o Tema del devocional.
Principal Aprendizaje y como lo puede poner en práctica.   

Septiembre: Respeto


DIA 1 A los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien. Romanos 8:28
Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros. 1 Pedro 5:7
El Padre mismo nos ama
Cuando era niño, a veces mi padre, como respuesta a alguna de mis peticiones, simplemente me miraba sin pronunciar palabra. Aquel silencio era elocuente. No era, en absoluto, una muestra de indiferencia, sino que expresaba su sabiduría y su cariño hacia mí.
De la misma manera Dios, nuestro Padre, a veces parece no responder a nuestras oraciones. A veces solo percibimos su silencio, a pesar de nuestras oraciones y súplicas. ¿Podría permanecer indiferente a nuestro dolor, a la angustia que se apodera de nosotros? Nunca, pues nuestro Padre celestial “oye la oración de los justos” (Proverbios 15:29) y siempre responde.
Sin embargo nos dice: “Mis pensamientos no son vuestros pensamientos... Como son más altos los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos, y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías 55:8-9). Dios es amor y luz. Está lleno de bondad, de compasión, ¡es el único sabio! Siempre actúa en función de lo que es, ¡nunca dudemos de ello! Responderá con ternura a nuestras preguntas, muchas veces de forma inesperada. Demostró este amor al sacrificar a su Hijo para darnos la vida eterna. “El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?” (Romanos 8:32). Continuemos hablándole mediante la oración, contándole todo lo que nos carga o nos preocupa. E independientemente de cuál sea su respuesta, ¡podemos contar con su sabiduría y amor!

DIA 2 Me hiciste conocer los caminos de la vida; me llenarás de gozo con tu presencia.
Hechos 2:28
Estar bien con uno mismo – Es respetarse
A menudo escuchamos hablar de la importancia de estar bien con uno mismo, es decir, en paz consigo mismo. Pero, ¿cómo puedo experimentar tal estado si primeramente no estoy en paz con Dios?
En su vejez, el emperador Carlos I de España dejó la gloria y las riquezas y se retiró a un monasterio con la esperanza de encontrar paz y descanso para su alma. Allí, aterrorizado, esperó la muerte. Los grandes de este mundo no hallaron mejor que las demás personas la paz y la verdadera felicidad en su saber o en su poder. ¡Cuántos artistas y personajes célebres, admirados y llenos de honores, han dejado la escena terrenal y han partido con el corazón atormentado! Otros hallaron al Dios de paz, al confesarle en definitiva el vacío de su vida.
La Biblia confirma que, en nuestro mundo, todo es “vanidad y aflicción de espíritu” (Eclesiastés 1:14). En esta tierra no hay nada que pueda darme la paz real y duradera; en cambio, la paz de Dios “sobrepasa todo entendimiento” (Filipenses 4:7). Esta paz es la que Jesús me da, y todos pueden experimentarla. Consiste primeramente en tener paz con Dios, es decir, tener la paz de la conciencia y del corazón. Estos dos elementos son indispensables para estar bien con uno mismo: la conciencia purificada del mal y el corazón lleno del amor divino.
Dios nos ofrece gratuitamente el fundamento de nuestra paz. En la cruz Jesús llevó el castigo que nosotros merecíamos debido a nuestros pecados. Cuando resucitó, dejó este mensaje siempre actual para todo el que lo recibe: “Paz a vosotros” (Lucas 24:36).

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No os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal. Mateo 6:34
Basta a cada día su propio mal
El versículo de hoy no es una excusa para ser descuidado. Es muy normal asumir nuestras responsabilidades y prepararnos para el mañana, desde cerrar las persianas para protegernos de la tormenta hasta hacer diligentemente los deberes escolares para poder aprobar el examen. Es bueno considerar los problemas que puedan sobrevenir si hacemos tal o cual cosa, prever nuestras necesidades o preparar algo de antemano, que sabemos que se necesitará.
Pero afanarse es otra cosa: es preocuparse demasiado por el mañana, por esa tempestad que podría llegar, por ese examen... es estar inquieto imaginándose lo peor. La preocupación focaliza nuestros pensamientos hacia los acontecimientos y no hacia Aquel que los controla, por ello tiene efectos negativos sobre nuestra mente y sobre nuestro cuerpo. Incluso puede paralizarnos, agobiarnos. Pero la orden de Dios es muy clara: ¡“No os afanéis”! Tenemos un Padre todopoderoso que nos ama y tiene todo en sus manos. ¿Estamos dispuestos a dejarnos conducir por él?
Si tenemos dificultades hoy, Dios nos da la fuerza y su dirección para afrontarlas hoy, pero no nos las da por adelantado para enfrentarnos a las pruebas de mañana. ¿Por qué? Si tuviésemos la respuesta, probablemente dejaríamos de confiar en él para el mañana. Él quiere cultivar en nosotros día tras día esa fe tan preciosa, pues sin ella es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6).
“En tu mano están mis tiempos” (Salmo 31:15).
No hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia (la de Dios); antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.
Hebreos 4:13
Hay muchas maneras de esconderse
En Génesis, primer libro de la Biblia, vemos que Adán y Eva desobedecieron a Dios. No tuvieron en cuenta la orden de Dios y siguieron su propio deseo. Luego tomaron conciencia de su desvío y de su desnudez, es decir, de su estado pecaminoso, y trataron de esconderse fabricándose ropa con hojas. Se camuflaron entre los árboles del huerto para escapar a la voz y a la mirada de Dios.
¡Camuflarse! A través de este pasaje la Biblia nos muestra esta profunda tendencia del hombre frente a Dios. Esto puede tomar diferentes formas. ¡Cuántas personas tratan de aturdirse! La búsqueda de un éxito profesional, social y de los bienes materiales son ejemplos de distracciones que el hombre usa para huir de Dios. Algunas formas de pensamiento, como el ateísmo o el gnosticismo, son vestidos construidos por la inteligencia humana para no reconocer nuestro verdadero estado ante Dios. Incluso la religión, con sus ritos y tradiciones, puede ser una máscara que esconde la ausencia de una verdadera relación con Dios.
Sin embargo, el versículo de hoy es inapelable. ¡Es imposible huir de la mirada del Dios verdadero! ¡Es imposible esconderle algo, por pequeño que sea; es imposible engañarlo con nuestras argucias! ¡Es imposible camuflarse, es decir, disimular nuestro estado malo bajo una buena apariencia!
Entonces, en vez de escondernos, ¡reconozcamos nuestro estado pecaminoso! Aceptemos la salvación que Dios nos ofrece. Aceptemos que nuestros pensamientos, acciones y palabras sean sondeados e iluminados por su luz divina.

DIA 5 Salmo 30

Salmo de David. Cántico para la dedicación del templo.

Te exaltaré, Señor, porque me rescataste;
    no permitiste que mis enemigos triunfaran sobre mí.
Oh Señor, mi Dios, clamé a ti por ayuda,

    y me devolviste la salud.
Me levantaste de la tumba,[a] oh Señor;
    me libraste de caer en la fosa de la muerte.
¡Canten al Señor, ustedes los justos!
    Alaben su santo nombre.
Pues su ira dura solo un instante,

    ¡pero su favor perdura toda una vida!
El llanto podrá durar toda la noche,
    pero con la mañana llega la alegría.
Cuando yo tenía prosperidad, decía:
    «¡Ahora nada puede detenerme!».
Tu favor, oh Señor, me hizo tan firme como una montaña;

    después te apartaste de mí, y quedé destrozado.
A ti clamé, oh Señor.
    Le supliqué al Señor que tuviera misericordia, diciéndole:
«¿Qué ganarás si me muero,

    si me hundo en la tumba?
¿Acaso podrá mi polvo alabarte?
    ¿Podrá hablar de tu fidelidad?
10 Escúchame, Señor, y ten misericordia de mí;
    ayúdame, oh Señor».
11 Tú cambiaste mi duelo en alegre danza;
    me quitaste la ropa de luto y me vestiste de alegría,
12 para que yo te cante alabanzas y no me quede callado.

    Oh Señor, mi Dios, ¡por siempre te daré gracias!

Devocional 2017 Sep , Silencio pero no ausencia, nuestras cargas, que es el hombre?




Año de la Restauración



En los Colegios: Cada maestro transmite el mensaje principal de la guía devocional. Los niños en su diario escriben:

Nombre o Tema del devocional.

Principal Aprendizaje y como lo puede poner en práctica.   



Septiembre: Respeto




DIA 1  Ojalá callarais por completo, porque esto os fuera sabiduría. Job 13:5
Respondió Job al Señor, y dijo:... De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven. Job 42:1, 5
Silencio, pero no ausencia
En la Biblia encontramos la historia de Job, un hombre que fue probado por el silencio de Dios. Golpeado súbitamente por la muerte de sus hijos, la enfermedad y el sufrimiento, Job permaneció mudo durante una semana. Luego tuvo que enfrentarse a las palabras acusadoras de sus amigos, quienes trataban de buscar las razones de sus desgracias.
¡Cuántos discursos inútiles ante aquellos que pasan por el sufrimiento! ¡Cuántas palabras sin sentido que muestran nuestra incapacidad para comprender! Al que sufre le es difícil callar cuando quisiera liberarse de sus cargas y hallar la comprensión de sus amigos.
Ante el silencio de Dios, Job no permaneció callado. Primero habló, después gritó y expresó a Dios su ira, su desgracia. Luego hizo silencio y Dios le habló. Entonces comprendió que Dios no se reduce a la idea que él se hacía de Dios: “Yo hablaba lo que no entendía; cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía... De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza” (Job 42:3-6).
En medio de nuestros conflictos internos, Dios quiere llevarnos a mirarle a él, a experimentar su paz “que sobrepasa todo entendimiento” (Filipenses 4:7). El silencio de Dios no es la ausencia de Dios. Y la prueba por la que permite que pasemos quizá tenga como objetivo operar en nosotros un profundo cambio.
En el silencio de la prueba, pensemos en el silencio que Jesús sufrió en la cruz por parte de su Dios, precisamente para que nosotros nunca más estemos solos.

DIA 2  
Echa sobre el Señor tu carga, y él te sustentará. Salmo 55:22
En quietud y en confianza será vuestra fortaleza. Isaías 30:15

Nuestras cargas
Parece que en Arabia, en algunos palmerales, existe la costumbre de colocar sobre la corona de hojas de las pequeñas palmeras una piedra pesada para impedir que crezcan demasiado. Así el tronco se vuelve más grueso, la madera más dura y los frutos más abundantes.
Las pruebas que el Señor permite que atravesemos siempre son para nuestro bien espiritual. Si las atravesamos con él, nos hacen más fuertes, más capaces de resistir a las malas influencias. Las pruebas hacen que oremos más a menudo. Tal vez no comprendamos la utilidad de esa carga, pero más tarde veremos el progreso, un resultado, un “fruto apacible de justicia” (Hebreos 12:11).
También se dice que en algunas tribus de África central, los que tienen que atravesar a pie un río, lo hacen llevando una carga pesada en la cabeza. Ese peso hace que sus pasos sean más seguros; les ayuda a mantener el equilibrio y a no ser arrastrados por la corriente. ¡Es justo lo que a veces experimentamos cuando pasamos por una prueba! La carga no nos aplasta, sino que incluso nos mantiene de pie en medio de la corriente de una vida a veces muy agitada, porque la compañía del Señor nos es indispensable. En vez de tratar de deshacernos lo más rápido posible de nuestros problemas y preocupaciones, pidamos más bien al Señor que nos dé la fuerza y la paciencia necesarias para soportarlas y atravesarlas con él.
“Venid a mí todos los que estáis trabajados y cargados, y yo os haré descansar. Llevad mi yugo sobre vosotros, y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón; y hallaréis descanso para vuestras almas” (Mateo 11:28-30).
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Día 3
El Señor miró desde los cielos sobre los hijos de los hombres, para ver si había algún entendido, que buscara a Dios. Todos se desviaron, a una se han corrompido; no hay quien haga lo bueno, no hay ni siquiera uno.
Salmo 14:2-3
¿Qué es el hombre?
«¿El hombre está condenado a hacerse ilusiones sobre sí mismo?». ¿Qué respuesta hubiésemos dado a este tema de filosofía propuesto a los estudiantes de bachillerato?
El creyente recuerda esta pregunta que hicieron dos hombres de la Biblia: “¿Qué es el hombre?” (Job 7:17). Se trata de Job, cuando estuvo agobiado por la tristeza, y de David, quien tuvo conciencia de su pequeñez (Salmos 8:4; 144:3). En Dios encontraron la respuesta. Solo él puede instruirnos para que no nos hagamos ilusiones sobre nosotros mismos. El versículo de hoy nos muestra cómo Dios nos evalúa. El hombre es una criatura insignificante si lo comparamos con la inmensidad del universo, y sobre todo está moralmente alejado de Dios. “Todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios” (Romanos 3:23). La constatación es terrible y sin maquillaje, ¡pero hay un remedio!
Dios nos muestra en Jesucristo un hombre nuevo que satisface perfectamente su corazón. Él descendió del cielo, se encargó de nuestra causa y cumplió la obra que nos acercaba a Dios. Resucitó y subió al cielo, y desde allí nos ofrece compartir la misma vida y la misma gloria suya (Juan 14:3-4).
No estamos condenados a permanecer en la ilusión. Creamos lo que Dios nos revela. Consciente de la inmensa gracia de Dios, el apóstol Juan exclamó: “Amados, ahora somos hijos de Dios”. Esta es la seguridad de todos los que han creído en Jesucristo y esperan verle “tal como él es” (1 Juan 3:2).

DIA 4 
No os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal. Mateo 6:34
No temas, porque yo estoy contigo; no desmayes, porque yo soy tu Dios. Isaías 41:10
Basta a cada día su propio mal
El versículo de hoy no es una excusa para ser descuidado. Es muy normal asumir nuestras responsabilidades y prepararnos para el mañana, desde cerrar las persianas para protegernos de la tormenta hasta hacer diligentemente los deberes escolares para poder aprobar el examen. Es bueno considerar los problemas que puedan sobrevenir si hacemos tal o cual cosa, prever nuestras necesidades o preparar algo de antemano, que sabemos que se necesitará.
Pero afanarse es otra cosa: es preocuparse demasiado por el mañana, por esa tempestad que podría llegar, por ese examen... es estar inquieto imaginándose lo peor. La preocupación focaliza nuestros pensamientos hacia los acontecimientos y no hacia Aquel que los controla, por ello tiene efectos negativos sobre nuestra mente y sobre nuestro cuerpo. Incluso puede paralizarnos, agobiarnos. Pero la orden de Dios es muy clara: ¡“No os afanéis”! Tenemos un Padre todopoderoso que nos ama y tiene todo en sus manos. ¿Estamos dispuestos a dejarnos conducir por él?
Si tenemos dificultades hoy, Dios nos da la fuerza y su dirección para afrontarlas hoy, pero no nos las da por adelantado para enfrentarnos a las pruebas de mañana. ¿Por qué? Si tuviésemos la respuesta, probablemente dejaríamos de confiar en él para el mañana. Él quiere cultivar en nosotros día tras día esa fe tan preciosa, pues sin ella es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6).
“En tu mano están mis tiempos” (Salmo 31:15).

DIA 5 Salmo 29

Salmo de David.

Honren al Señor, oh seres celestiales;[a]
    honren al Señor por su gloria y fortaleza.
Honren al Señor por la gloria de su nombre;

    adoren al Señor en la magnificencia de su santidad.
La voz del Señor resuena sobre la superficie del mar;
    el Dios de gloria truena;
    el Señor truena sobre el poderoso mar.
La voz del Señor es potente;

    la voz del Señor es majestuosa.
La voz del Señor parte los enormes cedros;
    el Señor hace pedazos los cedros del Líbano.
Hace brincar como terneras a las montañas del Líbano;
    hace saltar el monte Hermón[b] como a un buey joven y salvaje.
La voz del Señor resuena
    con relámpagos.
La voz del Señor hace temblar al lugar desolado;
    el Señor sacude el desierto de Cades.
La voz del Señor retuerce los fuertes robles[c]
    y desnuda los bosques.
En su templo todos gritan: «¡Gloria!».
10 El Señor gobierna las aguas de la inundación;
    el Señor gobierna como rey para siempre.
11 El Señor le da fuerza a su pueblo;

    el Señor lo bendice con paz.




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