Año de la Restauración
En los Colegios: Cada maestro transmite
el mensaje principal de la guía devocional. Los niños en su diario escriben: Nombre
o Tema del devocional.
Principal Aprendizaje y como lo puede
poner en práctica.
Septiembre: Respeto
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DIA 1 A los que aman a
Dios, todas las cosas les ayudan a bien. Romanos 8:28
Echando toda vuestra ansiedad sobre
él, porque él tiene cuidado de vosotros. 1 Pedro 5:7
El Padre mismo nos ama
Cuando era niño, a
veces mi padre, como respuesta a alguna de mis peticiones, simplemente me
miraba sin pronunciar palabra. Aquel silencio era elocuente. No era, en
absoluto, una muestra de indiferencia, sino que expresaba su sabiduría y su
cariño hacia mí.
De la misma manera
Dios, nuestro Padre, a veces parece no responder a nuestras oraciones. A
veces solo percibimos su silencio, a pesar de nuestras oraciones y súplicas.
¿Podría permanecer indiferente a nuestro dolor, a la angustia que se apodera
de nosotros? Nunca, pues nuestro Padre celestial “oye la oración de los
justos” (Proverbios 15:29) y siempre responde.
Sin embargo nos
dice: “Mis pensamientos no son vuestros pensamientos... Como son más altos
los cielos que la tierra, así son mis caminos más altos que vuestros caminos,
y mis pensamientos más que vuestros pensamientos” (Isaías 55:8-9). Dios es
amor y luz. Está lleno de bondad, de compasión, ¡es el único sabio! Siempre
actúa en función de lo que es, ¡nunca dudemos de ello! Responderá con ternura
a nuestras preguntas, muchas veces de forma inesperada. Demostró este amor al
sacrificar a su Hijo para darnos la vida eterna. “El que no escatimó ni a su
propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará
también con él todas las cosas?” (Romanos 8:32). Continuemos hablándole
mediante la oración, contándole todo lo que nos carga o nos preocupa. E
independientemente de cuál sea su respuesta, ¡podemos contar con su sabiduría
y amor!
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DIA 2 Me hiciste conocer los caminos de la
vida; me llenarás de gozo con tu presencia.
Hechos 2:28
Estar bien con uno mismo – Es respetarse
A menudo escuchamos
hablar de la importancia de estar bien con uno mismo, es decir, en paz
consigo mismo. Pero, ¿cómo puedo experimentar tal estado si primeramente no
estoy en paz con Dios?
En su vejez, el
emperador Carlos I de España dejó la gloria y las riquezas y se retiró a un
monasterio con la esperanza de encontrar paz y descanso para su alma. Allí,
aterrorizado, esperó la muerte. Los grandes de este mundo no hallaron mejor
que las demás personas la paz y la verdadera felicidad en su saber o en su
poder. ¡Cuántos artistas y personajes célebres, admirados y llenos de
honores, han dejado la escena terrenal y han partido con el corazón
atormentado! Otros hallaron al Dios de paz, al confesarle en definitiva el
vacío de su vida.
La Biblia confirma
que, en nuestro mundo, todo es “vanidad y aflicción de espíritu” (Eclesiastés
1:14). En esta tierra no hay nada que pueda darme la paz real y duradera; en
cambio, la paz de Dios “sobrepasa todo entendimiento” (Filipenses 4:7). Esta
paz es la que Jesús me da, y todos pueden experimentarla. Consiste
primeramente en tener paz con Dios, es decir, tener la paz de la conciencia y
del corazón. Estos dos elementos son indispensables para estar bien con uno
mismo: la conciencia purificada del mal y el corazón lleno del amor divino.
Dios nos ofrece
gratuitamente el fundamento de nuestra paz. En la cruz Jesús llevó el castigo
que nosotros merecíamos debido a nuestros pecados. Cuando resucitó, dejó este
mensaje siempre actual para todo el que lo recibe: “Paz a vosotros” (Lucas
24:36).
Tarea en Familia: Compartir este devocional en
familia.
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No os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su
afán. Basta a cada día su propio mal. Mateo 6:34
Basta a cada día su propio mal
El versículo de hoy
no es una excusa para ser descuidado. Es muy normal asumir nuestras
responsabilidades y prepararnos para el mañana, desde cerrar las persianas
para protegernos de la tormenta hasta hacer diligentemente los deberes
escolares para poder aprobar el examen. Es bueno considerar los problemas que
puedan sobrevenir si hacemos tal o cual cosa, prever nuestras necesidades o
preparar algo de antemano, que sabemos que se necesitará.
Pero afanarse es
otra cosa: es preocuparse demasiado por el mañana, por esa tempestad que
podría llegar, por ese examen... es estar inquieto imaginándose lo peor. La
preocupación focaliza nuestros pensamientos hacia los acontecimientos y no
hacia Aquel que los controla, por ello tiene efectos negativos sobre nuestra
mente y sobre nuestro cuerpo. Incluso puede paralizarnos, agobiarnos. Pero la
orden de Dios es muy clara: ¡“No os afanéis”! Tenemos un Padre todopoderoso
que nos ama y tiene todo en sus manos. ¿Estamos dispuestos a dejarnos
conducir por él?
Si tenemos dificultades
hoy, Dios nos da la fuerza y su dirección para afrontarlas hoy, pero no nos
las da por adelantado para enfrentarnos a las pruebas de mañana. ¿Por qué? Si
tuviésemos la respuesta, probablemente dejaríamos de confiar en él para el
mañana. Él quiere cultivar en nosotros día tras día esa fe tan preciosa, pues
sin ella es imposible agradar a Dios (Hebreos 11:6).
“En tu mano están
mis tiempos” (Salmo 31:15).
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No hay cosa creada que no sea
manifiesta en su presencia (la de Dios); antes bien todas las cosas están
desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar cuenta.
Hebreos 4:13
Hay muchas maneras de esconderse
En Génesis, primer
libro de la Biblia, vemos que Adán y Eva desobedecieron a Dios. No tuvieron
en cuenta la orden de Dios y siguieron su propio deseo. Luego tomaron
conciencia de su desvío y de su desnudez, es decir, de su estado pecaminoso,
y trataron de esconderse fabricándose ropa con hojas. Se camuflaron entre los
árboles del huerto para escapar a la voz y a la mirada de Dios.
¡Camuflarse! A
través de este pasaje la Biblia nos muestra esta profunda tendencia del
hombre frente a Dios. Esto puede tomar diferentes formas. ¡Cuántas personas
tratan de aturdirse! La búsqueda de un éxito profesional, social y de los
bienes materiales son ejemplos de distracciones que el hombre usa para huir
de Dios. Algunas formas de pensamiento, como el ateísmo o el gnosticismo, son
vestidos construidos por la inteligencia humana para no reconocer nuestro
verdadero estado ante Dios. Incluso la religión, con sus ritos y tradiciones,
puede ser una máscara que esconde la ausencia de una verdadera relación con
Dios.
Sin embargo, el
versículo de hoy es inapelable. ¡Es imposible huir de la mirada del Dios
verdadero! ¡Es imposible esconderle algo, por pequeño que sea; es imposible
engañarlo con nuestras argucias! ¡Es imposible camuflarse, es decir,
disimular nuestro estado malo bajo una buena apariencia!
Entonces, en vez de
escondernos, ¡reconozcamos nuestro estado pecaminoso! Aceptemos la salvación
que Dios nos ofrece. Aceptemos que nuestros pensamientos, acciones y palabras
sean sondeados e iluminados por su luz divina.
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DIA 5 Salmo 30
Salmo
de David. Cántico para la dedicación del templo.
1 Te exaltaré, Señor, porque me rescataste;
no permitiste que mis enemigos triunfaran sobre mí. 2 Oh Señor, mi Dios, clamé a ti por ayuda, y me devolviste la salud. 3 Me levantaste de la tumba,[a] oh Señor; me libraste de caer en la fosa de la muerte.
4 ¡Canten
al Señor, ustedes los justos!
Alaben su santo nombre. 5 Pues su ira dura solo un instante, ¡pero su favor perdura toda una vida! El llanto podrá durar toda la noche, pero con la mañana llega la alegría.
6 Cuando
yo tenía prosperidad, decía:
«¡Ahora nada puede detenerme!». 7 Tu favor, oh Señor, me hizo tan firme como una montaña; después te apartaste de mí, y quedé destrozado.
8 A
ti clamé, oh Señor.
Le supliqué al Señor que tuviera misericordia, diciéndole: 9 «¿Qué ganarás si me muero, si me hundo en la tumba? ¿Acaso podrá mi polvo alabarte? ¿Podrá hablar de tu fidelidad? 10 Escúchame, Señor, y ten misericordia de mí; ayúdame, oh Señor».
11 Tú
cambiaste mi duelo en alegre danza;
me quitaste la ropa de luto y me vestiste de alegría, 12 para que yo te cante alabanzas y no me quede callado. Oh Señor, mi Dios, ¡por siempre te daré gracias! |
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