La Pureza necesaria, Un corazón sincero, Obedecer. Devocionales No 25 2018


Año del favor de Dios

Verso del mes para Memorizar:
“Porque el Señor tu Dios está en medio de ti como guerrero victorioso.
Se deleitará en ti con gozo, te renovará con su amor, se alegrará por ti con cantos. Sofonías 3:17

DIA 1
Limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios. 2 Corintios 7:1

La pureza necesaria
La falta de higiene a menudo contribuye al desarrollo de enfermedades. Del mismo modo, una buena salud espiritual necesita una «higiene» regular. El Señor Jesús explicó a Pedro que si no le lavaba los pies no podía tener comunión con él (Juan 13:8). Los pies limpios nos hablan de la pureza moral de nuestra conducta, dondequiera que vayamos. Las «impurezas» estropean nuestra comunión con el Señor y nos impiden servirle de forma útil.
Insistimos para que nuestros hijos se laven las manos antes de comer. Del mismo modo, no soportemos tener el corazón o la conciencia sucios; así mantendremos una buena relación con el Señor, sobre todo cuando nos reunimos en torno a él para recordar su muerte en el culto dominical. ¿Pasaremos más tiempo cuidando nuestra apariencia física que preparándonos espiritualmente? ¿Para quién estamos allí reunidos? “El hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero el Señor mira el corazón” (1 Samuel 16:7).
Cuanto más tiempo el mal esté en nosotros, tanto más difícil será deshacernos de él. En el aspecto físico empleamos el agua para lavarnos. En el espiritual, la Palabra de Dios nos purifica. Jesucristo ama a su Iglesia y la purifica “en el lavamiento del agua por la palabra” (Efesios 5:26).
Leyendo la Biblia cada día podremos ser purificados de “toda contaminación de carne y de espíritu”, visible o invisible, presente en nuestros pensamientos o acciones.
“Desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas” (Santiago 1:21).
DIA 2
Verso para Memorizar:
“Porque el Señor tu Dios está en medio de ti como guerrero victorioso.
Se deleitará en ti con gozo, te renovará con su amor, se alegrará por ti con cantos. Sofonías 3:17

Tarea en Familia: Memorizar en Familia, escribir en un cartel y colocarlo en un lugar visible de la casa.
DIA 3  (Jesús dijo:) Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá. Lucas 11:9
Orar con un corazón sincero
A menudo el siguiente versículo me ha reconfortado: “Me invocaréis... y yo os oiré; y me buscaréis y me hallaréis”. Pero la continuación también me interpela: “porque me buscaréis de todo vuestro corazón” (Jeremías 29:12-13).
Puede suceder que oremos, que pronunciemos palabras, pero nuestro corazón no está realmente comprometido. Cierto día Dios hizo este reproche a su pueblo: “Este pueblo se acerca a mí con su boca... pero su corazón está lejos de mí” (Isaías 29:13). La verdadera oración viene del corazón. En los momentos difíciles, el Señor nos enseña a orar desde lo más profundo de nuestro corazón. La Biblia nos muestra numerosos ejemplos de creyentes que, en medio de la prueba, clamaron a Dios y él los escuchó. Ese clamor sincero que sube a Dios es la verdadera oración del corazón.
Hay que orar con el corazón, pero también con una buena conciencia. “La oración de los rectos es su gozo” (Proverbios 15:8). El Señor nos da esta buena conciencia al perdonar nuestras faltas. Pero debemos cuidarla como un tesoro, y para ello debemos seguir el bien y rechazar el mal. Si nos hemos alejado del Señor, volvamos a él sin tardar, confesándole aquello que produjo ese distanciamiento. Entonces experimentaremos esa gozosa confianza en Dios, quien responde a nuestras oraciones.
Aprendamos a orar con perseverancia y con una conciencia iluminada por la luz divina, conscientes de nuestras verdaderas necesidades. Incluso si nuestras peticiones son imperfectas, Dios nos responderá según su sabiduría, para el bien de nuestra alma, porque nos ama.
DIA 4
Hijos, obedeced a vuestros padres... porque esto agrada al Señor.
Colosenses 3:20
Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo.
Efesios 6:1
Hijos, obedeced a vuestros padres
Tú que lees el título de este pequeño texto quizá levantes los hombros, diciendo: «Sí, sí, ya sabemos...». Sin embargo, es una orden de Dios quien añade: “porque esto agrada al Señor”, “porque esto es justo”, es decir, es la voluntad de Dios que sea así. Si Jesucristo es tu Salvador, esta es una manera sencilla de agradarle. Pero hay una condición: que las peticiones de los padres no sean opuestas a las enseñanzas de la Biblia.
Hay varias maneras de obedecer, por ejemplo, estás leyendo un libro y justo en el momento más emocionante tus padres te llaman a comer. ¿Dejarás el libro e irás inmediatamente, o más bien dirás: «Sí, ya voy», pero continúas tranquilamente tu lectura hasta que tus padres se enojen y vayas de mala gana? ¡Está claro que esta no es la obediencia que agrada al Señor!
Observemos en la Biblia el ejemplo de un adolescente de 17 años: José (Génesis 37). Su padre le pidió que fuese a ver cómo estaban sus hermanos, a pesar de que no lo amaban. José no solo obedeció sin protestar, sino que al no encontrar a sus hermanos en el lugar donde deberían estar, insistió en buscarlos hasta encontrarlos, siguiendo las indicaciones de un hombre (v. 12-20).
Esta obediencia tuvo como consecuencia que pasara por momentos difíciles, pero varias veces la Palabra afirma: “El Señor estaba con José” (Génesis 39:2-3, 23). Y, después de muchos años de prueba, Dios lo bendijo mucho más de lo que podía haber imaginado: se convirtió en el hombre más importante de Egipto después del Faraón.
DIA 5
Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores, Cristo murió por nosotros.
Romanos 5:8
Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.
1 Juan 4:19
Amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro.
1 Pedro 1:22
“Más bienaventurado es dar que recibir”
Un día un cristiano se quejaba de no recibir amor fraternal en su congregación. Su interlocutor le respondió: ¡Amigo mío, primero ofrece tú ese amor a los otros! ¡Si crees que va a brotar por sí solo, tendrás que seguir esperando mucho tiempo!
Comprendemos perfectamente el sentido de esta respuesta. ¡A menudo esperamos mucho de los demás, sin pensar en nuestros propios deberes hacia ellos! Felizmente Dios no obra así respecto a nosotros. Él nos amó cuando nosotros, pecadores y enemigos suyos, estábamos aún sin fuerzas para acercarnos a él (Romanos 5:6-10). Jesús, clavado en una cruz e injuriado por la multitud, rogó a su Padre: “Perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34).
¡Que él sea nuestro modelo! Seamos los primeros en manifestar amor a quienes nos rodean, incluso en situaciones difíciles o cuando nos sentimos agredidos o ignorados: “Más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35). Esto es imprescindible para hacer emanar del corazón de nuestro hermano o hermana esta agua abundante que también nos refrescará a nosotros.
E incluso si no tuviese ningún efecto, ¡no nos desanimemos! Nuestro Salvador nos exhorta a amar, y somos responsables ante él. El apóstol Pablo lo comprendió bien, y expresó: “Yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré del todo por amor de vuestras almas, aunque amándoos más, sea amado menos” (2 Corintios 12:15).
Los Devocionales han sido tomados de la Buena Semilla.

El Señor esta conmigo, Dos ladrones... Devocionales sem 24 2018


Año del favor de Dios

Verso para Memorizar:
Me regocijaré en favorecerlos, y con todo mi corazón y con toda mi alma los plantaré firmemente en esta tierra. Jeremias 32:41                                           
DIA 1
Cantar en una cueva
“Pronto está mi corazón, oh Dios, mi corazón está dispuesto; cantaré, y trovaré (o compondré) salmos” (Salmo 57:7). Cualquiera pensaría que para el autor de este salmo todo iba perfectamente bien, que no tenía preocupaciones y sí muchas razones para rebosar de gozo.
Sin embargo, David escribió estas palabras mientras huía del rey Saúl, quien quería matarlo (ver la introducción a este Salmo 57). Tuvo que esconderse en una cueva. Un poco antes leemos: “Mi vida está entre leones; estoy echado entre hijos de hombres que vomitan llamas” (v. 4). Entonces, ¿cómo podía cantar en semejante situación?
Confiaba plenamente en que Dios lo protegía, por eso pudo decir: “En ti ha confiado mi alma, y en la sombra de tus alas me ampararé” (v. 1). David, escondido en una oscura cueva, se sentía seguro en las manos de Dios, y podía componer y cantar salmos de alabanza.
¿Usted también está en una “cueva”? ¿Está aterrorizado por las bombas o asediado por la persecución? ¿Está ansioso porque no conoce el resultado del examen médico, inquieto pensando en la posible pérdida de su trabajo o en el futuro de sus hijos? ¿Está triste porque perdió a un ser querido?
Independientemente de cual sea su “cueva”, Jesús quiere estar a su lado, tranquilizarlo, consolarlo e incluso llenarlo de gozo a pesar del sufrimiento. “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo” (Salmo 23:4).
DIA 2
Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo. Salmo 23:4




El Señor está conmigo
Cuando David escribió el Salmo 23, vivía en comunión con Dios. Agradecido, declaró: “Tú estarás conmigo”, aunque tenga que caminar “en valle de sombra de muerte”.
En su juventud David pasó por momentos muy difíciles. El rey Saúl, su suegro, quería matarlo porque temía que David subiese al trono en lugar de su hijo Jonatán. ¡Pero Dios velaba sobre David! Mientras huía de Saúl y de sus tropas, escribió numerosos salmos, en los cuales expresa su confianza en Dios. Estos poemas fortalecen nuestra fe aún hoy.
Dios también dijo al profeta Jeremías: “Yo estoy contigo” (Jeremías 30:11). Lo ayudó durante toda su vida. Lo liberó de situaciones terribles, sobre todo cuando hombres influyentes quisieron matarlo porque había anunciado, de parte de Dios, la toma de Jerusalén.
Dios animó a Jeremías: “Y te pondré en este pueblo por muro fortificado de bronce, y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo para guardarte y para defenderte” (Jeremías 15:20).
Jeremías sabía que no podía contar con los hombres, por eso se apoyó solo en Dios y experimentó su ayuda, incluso cuando lo echaron en la cárcel injustamente por haber sido un testigo fiel. Entonces escribió: “Mis enemigos me dieron caza como a ave, sin haber por qué; ataron mi vida en cisterna... aguas cubrieron mi cabeza; yo dije: Muerto soy. Invoqué tu nombre, oh Señor, desde la cárcel profunda; oíste mi voz... Te acercaste el día que te invoqué; dijiste: No temas” (Lamentaciones 3:52-57).
¡Dios estaba con él! ¿Nosotros también podemos decir: “Tú estarás conmigo”?
Tarea en Familia: Compartir este devocional en Familia, escribe las peticiones de oración de familia y entregar al director de grupo.
DIA 3  El que cree en el Hijo (de Dios) tiene vida eterna. Juan 3:36
El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. 1 Juan 5:12
Dos ladrones
Lucas 23:32-43
El juicio de Jesús había terminado. Pilato reconoció la inocencia de Jesús, sin embargo lo condenó a muerte. Dos ladrones también tuvieron que sufrir la misma condena debido a sus actos. Fueron llevados juntos al lugar del suplicio (Lucas 23:32), donde fueron crucificados, Jesús en medio. Los malhechores, en medio de terribles sufrimientos, escucharon que Jesús perdonaba a sus verdugos y a todos los que, cegados por el odio, lo habían conducido hasta la cruz: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.
La multitud y los soldados lo insultaron: “A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el Rey de Israel...”. Uno de los ladrones añadió: “Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros”.
En cambio, el otro ladrón reconoció la perfección de Jesús. Su conciencia y su corazón fueron alcanzados. Y reprendió a su compañero: “¿Ni aun temes tú a Dios...? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas este ningún mal hizo”. Y dijo a Jesús: “Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino”. La respuesta de Jesús fue inmediata: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”. Desde entonces un abismo separó a estos dos hombres. Uno iba a estar feliz junto a Jesús, el otro tendría que esperar el juicio divino, pues no creyó que Jesús es el Hijo de Dios.
¿Quién es Jesús para usted?
DIA 4
No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
Romanos 12:2
Aceptar
A menudo, en mi vida, esta sencilla palabra implica la idea de un esfuerzo ante las adversidades, dificultades o pruebas. Ante las diferentes decisiones que debemos tomar y frente a las obligaciones que forman parte de nuestra existencia, no siempre es fácil admitir la necesidad de tal o cual situación, como por ejemplo el tiempo de la vejez, cuando debemos aceptar el ineludible ocaso que conduce a la muerte.
Para el cristiano, aceptar es someterse a Dios. Es considerar que Dios permite o envía las circunstancias de nuestra vida, incluso las que nos parecen contrarias. Es reconocer en cada situación la mano del Señor, quien “bien lo ha hecho todo” (Marcos 7:37).
Quizá muy a menudo somos prontos para pensar que nuestros planes se arruinaron (Job 17:11), o tal vez decimos como Jacob: “Contra mí son todas estas cosas” (Génesis 42:36). Este patriarca ignoraba que Dios preparaba un inmenso sosiego para su corazón herido: volvería a ver a José, su hijo, a quien creía muerto...
Nuestro consuelo viene de la seguridad de que nuestro Padre celestial conoce y mide todos nuestros sufrimientos y nos acompaña en medio de la prueba. “En toda angustia de ellos él fue angustiado... en su amor y en su clemencia los redimió, y los trajo, y los levantó” (Isaías 63:9).
Aprendamos a aceptar de parte de Dios las situaciones dolorosas, convencidos de que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien (Romanos 8:28).
DIA 5
Ejercítate para la piedad. 1 Timoteo 4:7
Hermanos, tened gozo, perfeccionaos, consolaos, sed de un mismo sentir, y vivid en paz; y el Dios de paz y de amor estará con vosotros.
2 Corintios 13:11
Ejercitarse para la piedad
Mantener y mejorar nuestra forma física exige trabajo y perseverancia. Hay que cumplir un programa de ejercicios, un régimen estricto, etc. Para tener una buena salud espiritual también es necesario hacer esfuerzos. El apóstol Pablo usa el lenguaje de los atletas y habla de ejercitarse “para la piedad”. La piedad es vivir en comunión con Dios y respetar su voluntad. Este ejercicio es fuente de gozo porque hace que conozcamos mejor a Jesús, el hombre piadoso por excelencia. La perfección de su vida de obediencia estaba relacionada con un amor continuo por su Padre. Los verdaderos motivos que animan la piedad están ahí, y deben ser vividos imitando a Jesucristo en su vida para Dios y su compasión por los hombres. ¡Esta es nuestra lista de ejercicios!
Ejercitarse para la piedad también implica cierta disciplina. ¿Cómo encontrar tiempo hoy para leer la Biblia, sacando enseñanzas para mí mismo, para mi familia y para los que me rodean? ¿Cómo encontrar tiempo para orar?
La puesta en práctica de la piedad se hace cada día, en los combates diarios del creyente. Pero, para ser eficaz es necesario prepararse con anterioridad. ¿Qué pensaríamos de un carpintero que no se preocupase por afilar sus herramientas?
El creyente que considera poco importante fortalecer su vida interior mediante la oración, la lectura de la Palabra de Dios y la comunión con el Señor, olvida lo principal. Las herramientas de nuestra vida espiritual se desafilan rápidamente, por ello es necesario afilarlas cada día.

Tomados de la Buena Semilla.

Aquel que puede explicar, el afinador, el silencio de espera... Devocional 23 2018


Año del favor de Dios

Verso para Memorizar:
Me regocijaré en favorecerlos, y con todo mi corazón y con toda mi alma los plantaré firmemente en esta tierra. Jeremias 32:41                                           
DIA 1
Así ha dicho el Señor... Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes y ocultas que tú no conoces.
Jeremías 33:2-3
Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
Mateo 7:7
Aquel que puede explicar
Mientras leía el trabajo de fin de estudios de mi hermana menor, varias frases me detuvieron: su amplitud y los términos técnicos empleados me impedían comprender el tema desarrollado. Después de haber reflexionado durante un buen rato, me rendí y la llamé por teléfono: «¿Qué quisiste decir en este párrafo?». ¡En seguida mi hermana me lo explicó y no tuve más dudas!
A veces tratamos de comprender la Biblia como yo intentaba comprender el párrafo difícil de ese trabajo: analizamos cada frase, cada palabra, para tratar de encontrarle el sentido. E incluso cuando comprendemos el sentido directo, literal, nos queda por descubrir el significado espiritual. Para ello necesitamos que Dios mismo ilumine nuestra mente, lo más profundo de nuestro corazón. De otra manera, ¿cómo podemos captar las cosas invisibles, eternas, que nos presenta la Biblia?
Como para la lectura de la tesis de fin de carrera, dirijámonos directamente a su autor. ¿Quién mejor que él puede saber qué quiso decir en su Palabra, la Biblia? Lejos de despreciar nuestra debilidad y falta de inteligencia, nos anima a confiar en él. ¡Y nos responderá!
¿Tiene usted preguntas, «porqués» que le atormentan? Puede acercarse a Dios por medio de la oración, y él se acercará a usted (Santiago 4:8). Luego, tómese el tiempo para escuchar su voz y estar en su presencia. Él le revelará “cosas grandes y ocultas”, todo lo relacionado con su amor. ¡Es su promesa!
Levítico 23 - Efesios 2 - Salmo 70 - Proverbios 17:7-8
DIA 2
Me regocijaré en favorecerlos, y con todo mi corazón y con toda mi alma los plantaré firmemente en esta tierra. Jeremias 32:41

Tarea en Familia: Memorizar y escribir este versículo en algún lugar de la casa.
DIA 3  El Dios de paz... os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos.
Hebreos 13:20-21
El afinador
Observé cómo trabajaba el afinador de piano. Con un dedo de la mano izquierda iba tocando sucesivamente las teclas, mientras con la mano derecha manejaba la llave para ajustar la tensión de las cuerdas. Escuchaba cada nota con una extrema atención. Apretaba o aflojaba, mediante pequeños movimientos, hasta que, de retoque en retoque, el sonido de la nota era el correcto. Es un trabajo que requiere mucha paciencia, delicadeza y exactitud, que solo un oído y una mano ejercitados pueden efectuarlo.
Esto me hace pensar en nuestro Padre celestial, cuyo oído capta todas las palabras, todos los suspiros de sus hijos. ¡Cuántas notas desajustadas, palabras, acciones y pensamientos que lo entristecen, que son intolerables para su perfección! Pienso en el trabajo continuo de nuestro divino Maestro para formarnos, corregirnos, ponernos en armonía con sus propios pensamientos; siento el deseo de pedir al Señor que nos convirtamos en instrumentos dóciles en sus manos; que demos sonidos agradables a él: «¡Afina nuestras vidas según las direcciones de tu Santa Palabra y según el impulso de tu Espíritu! ¡Haz vibrar nuestro corazón para que te alabemos, pon en nosotros tu divina armonía! Tú, Señor Jesús, estás muy por encima de nosotros. En la tierra fuiste constantemente las delicias del Padre. Pero nos gustaría que pudieses sacar de los tuyos algo de ti mismo, una melodía en la que Dios reconozca algunas de las bellezas morales de su Hijo muy amado».
DIA 4
Bueno es esperar en silencio la salvación del Señor.
Lamentaciones 3:26
Oh Señor, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de ti, y esperaré.
Salmo 5:3
El silencio de Dios me dice: espera
Dios es un Dios que habla, un Dios muy cercano. “La fe es por el oír, y el oír, por la palabra de Dios” (Romanos 10:17). ¡Si Dios no hablase, no habría creyentes! Al leer la Biblia, que es viva y eficaz (Hebreos 4:12), escuchamos lo que Dios nos dice y lo recibimos para vivirlo.
Dios también nos habla en lo íntimo de nuestra conciencia y de nuestro corazón. A menudo no es una voz audible, pero nos da la seguridad de que Dios escuchó nuestra oración y conoce nuestra situación. Esto nos da la paz, una visión nueva, una mejor comprensión de su voluntad...
Sin embargo, a veces Dios calla. La Biblia habla de esos silencios de Dios en la vida de varios creyentes. No nos sorprendamos, pues, si pasamos por momentos en los que Dios parece callar. Cuando este es el caso, ese silencio me dice: ¡Espera!
Corremos el riesgo de construir nosotros mismos respuestas para sustituir ese silencio por palabras que no vienen de Dios, y que en consecuencia nos confunden. Pedir consejo a otros para anticiparse a la respuesta divina, a menudo tendrá el mismo efecto. Y si un amigo me pide mi opinión cuando Dios calla, es mejor decirle: «Espera. Puedo orar contigo, pero no tengo respuesta».
Los tiempos de silencio en nuestras vidas son periodos en los que la fe se vuelve más fuerte si permanecemos confiados, atentos a la respuesta de Dios. Experimentaremos que sus respuestas siempre son más bellas y más grandes de lo que habíamos pensado.
DIA 5
(Jesús dijo:) La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.
Juan 14:27
Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.
1 Pedro 5:7
¿Solo con mis cargas?
¿Quién se preocupa realmente por ese estudiante que pierde los exámenes, por ese empresario que está en quiebra, por ese padre de familia que sufrió un accidente, por esas víctimas de guerras fratricidas interminables? Cada día escuchamos noticias de este tipo; ocupan nuestra mente un tiempo, pero luego las olvidamos. ¿Cómo ponernos realmente en el lugar de los otros? Además, todos tenemos nuestras preocupaciones...
La Biblia nos cuenta la desesperación de un hombre: “No hay quien me quiera conocer; no tengo refugio, ni hay quien cuide de mi vida” (Salmo 142:4).
¿Nadie? No, hay una excepción: Dios mismo, nuestro creador, Señor del cielo y de la tierra, se interesa por cada uno de nosotros. ¡Él es el que da la vida, el aliento y todas las cosas! (Lea Hechos 17:22-28). Jesús señaló cuánto valor tiene para él la vida de cada uno de nosotros: “Aun los cabellos de vuestra cabeza están todos contados” (Lucas 12:7).
Quizás hasta ahora usted ha ignorado su existencia, pero se ha beneficiado igualmente de sus cuidados diarios. Él “hace salir su sol sobre malos y buenos” (Mateo 5:45). Dios incluso vino a esta tierra en persona a través de su Hijo Jesús. Dios el Hijo se acercó a los seres humanos, quienes pudieron verlo, escucharlo, tocarlo. Jesús fue crucificado para que el hombre pudiese acercarse a Dios, ¡pero luego resucitó! Antes de dejar a los suyos, les dijo, como dice a cada creyente: “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20).

Tomados de la Buena Semilla.

Jeremias 32:41, La Pureza, Honra a los Padres 22 2018


Año del favor de Dios

Verso para Memorizar:
Me regocijaré en favorecerlos, y con todo mi corazón y con toda mi alma los plantaré firmemente en esta tierra. Jeremias 32:41                                           
DIA 1
Limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.
2 Corintios 7:1
La pureza necesaria
La falta de higiene a menudo contribuye al desarrollo de enfermedades. Del mismo modo, una buena salud espiritual necesita una «higiene» regular. El Señor Jesús explicó a Pedro que si no le lavaba los pies no podía tener comunión con él (Juan 13:8). Los pies limpios nos hablan de la pureza moral de nuestra conducta, dondequiera que vayamos. Las «impurezas» estropean nuestra comunión con el Señor y nos impiden servirle de forma útil.
Insistimos para que nuestros hijos se laven las manos antes de comer. Del mismo modo, no soportemos tener el corazón o la conciencia sucios; así mantendremos una buena relación con el Señor, sobre todo cuando nos reunimos en torno a él para recordar su muerte en el culto dominical. ¿Pasaremos más tiempo cuidando nuestra apariencia física que preparándonos espiritualmente? ¿Para quién estamos allí reunidos? “El hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero el Señor mira el corazón” (1 Samuel 16:7).
Cuanto más tiempo el mal esté en nosotros, tanto más difícil será deshacernos de él. En el aspecto físico empleamos el agua para lavarnos. En el espiritual, la Palabra de Dios nos purifica. Jesucristo ama a su Iglesia y la purifica “en el lavamiento del agua por la palabra” (Efesios 5:26).
Leyendo la Biblia cada día podremos ser purificados de “toda contaminación de carne y de espíritu”, visible o invisible, presente en nuestros pensamientos o acciones.
“Desechando toda inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra implantada, la cual puede salvar vuestras almas” (Santiago 1:21).
DIA 2
Me regocijaré en favorecerlos, y con todo mi corazón y con toda mi alma los plantaré firmemente en esta tierra. Jeremias 32:41


Tarea en Familia: Compartir este devocional en casa, escribir en el cuaderno la definición de la palabra gracia.
DIA 3  Respondió el Señor a Job... ¿... Guiarás a la Osa Mayor con sus hijos? ¿Supiste tú las ordenanzas de los cielos?
Job 38:1, 32-33
Respondió Job al Señor... De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza.
Job 42:1, 5-6
Un recuerdo muy lejano
Toda la familia se había convertido a Jesús, pero Marc, el hijo mayor, se resistía. Su familia oraba por él, mas los años fueron pasando sin ningún cambio...
Marc llegó a ser un músico famoso muy solicitado. Una noche, cuando regresaba de una velada, en la periferia del bosque, alzó los ojos. Entonces quedó extasiado por la belleza de un cielo estrellado. Siempre le había gustado la naturaleza... Ante la grandeza de aquel espectáculo, de repente se dio cuenta de su pequeñez, de que no era nada. Pensó en los malos tratos que había dado a su madre, se echó a llorar y oró: «Señor, tu eres un Dios grande, y yo soy un desgraciado. Esto tiene que cambiar, Señor». Entonces, en la solitaria noche, Marc tocó en su trompeta y luego cantó un himno favorito de su madre.
De repente escuchó un ruido. Cerca de él había un hombre sollozando, con una cuerda en la mano, y le dijo: «Iba a acabar con mi vida, cuando usted se puso a cantar un cántico que mi madre me cantaba cuando era pequeño. Soy un hombre desesperado». Entonces Marc invitó al hombre a seguirlo, y fueron juntos a la casa paterna. Eran las tres de la mañana cuando Marc llamó a la puerta. Los jóvenes entraron en la habitación, donde los padres de Marc estaban orando por su hijo. Los cuatro se pusieron de rodillas, Marc y su compañero aceptaron a Jesús como Salvador. Padres cristianos, ¡no nos desesperemos! “La oración eficaz del justo puede mucho” (Santiago 5:16).
DIA 4
Respondió el Señor a Job... ¿... Guiarás a la Osa Mayor con sus hijos? ¿Supiste tú las ordenanzas de los cielos?
Job 38:1, 32-33
Respondió Job al Señor... De oídas te había oído; mas ahora mis ojos te ven. Por tanto me aborrezco, y me arrepiento en polvo y ceniza.
Job 42:1, 5-6
Un recuerdo muy lejano
Toda la fami Habéis oído de la paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy misericordioso y compasivo.
Santiago 5:11
Job, un hombre perfecto y recto
El libro de Job evoca la evolución de los pensamientos de un creyente a través de sufrimientos muy variados y excepcionales. Job era un hombre “perfecto y recto, temeroso de Dios”, es decir, tenía un respeto profundo y lleno de confianza en Dios. Job estaba apartado del mal, hacía bien a los que sufrían y a los pobres. Aparentemente no había razón alguna para que estuviese sometido a sufrimientos tan intensos. Sin embargo, en un momento de su vida, todo tambaleó: perdió sus bienes, sus hijos y su salud.
Job aceptó todo esto, pero tuvo que soportar los argumentos desestabilizadores de sus tres amigos, quienes en principio habían ido a él para manifestarle su simpatía. Durante varios días intentaron convencerle de que si él, siendo creyente, pasaba por una prueba tan dura, era porque había hecho algo malo. Lo vemos confrontado a sus insinuaciones, a sus reproches. Defenderse, tener que resistir cada día a sus razonamientos y acusaciones era una prueba más grande que su terrible enfermedad.
Incluso la mujer de Job le dijo: “¿Aún retienes tu integridad? Maldice a Dios, y muérete. Y él le dijo:... ¿Qué? ¿Recibiremos de Dios el bien, y el mal no lo recibiremos? En todo esto no pecó Job con sus labios” (Job 2:9-10). Job nunca abandonó a Dios. Le expuso abiertamente sus interrogantes, sus quejas, lo que lo hería y le parecía injusto. Durante el doloroso desarrollo de la prueba, Dios estuvo prosiguiendo su objetivo: el bien de Job. Dios, a quien ahora conocemos como Padre, también está presente cuando sufrimos, y quiere revelarse a nosotros como se reveló a Job, quien al final exclamó: “Ahora mis ojos te ven” (Job 42:5).
lia se había convertido a Jesús, pero Marc, el hijo mayor, se resistía. Su familia oraba por él, mas los años fueron pasando sin ningún cambio...
Marc llegó a ser un músico famoso muy solicitado. Una noche, cuando regresaba de una velada, en la periferia del bosque, alzó los ojos. Entonces quedó extasiado por la belleza de un cielo estrellado. Siempre le había gustado la naturaleza... Ante la grandeza de aquel espectáculo, de repente se dio cuenta de su pequeñez, de que no era nada. Pensó en los malos tratos que había dado a su madre, se echó a llorar y oró: «Señor, tu eres un Dios grande, y yo soy un desgraciado. Esto tiene que cambiar, Señor». Entonces, en la solitaria noche, Marc tocó en su trompeta y luego cantó un himno favorito de su madre.
De repente escuchó un ruido. Cerca de él había un hombre sollozando, con una cuerda en la mano, y le dijo: «Iba a acabar con mi vida, cuando usted se puso a cantar un cántico que mi madre me cantaba cuando era pequeño. Soy un hombre desesperado». Entonces Marc invitó al hombre a seguirlo, y fueron juntos a la casa paterna. Eran las tres de la mañana cuando Marc llamó a la puerta. Los jóvenes entraron en la habitación, donde los padres de Marc estaban orando por su hijo. Los cuatro se pusieron de rodillas, Marc y su compañero aceptaron a Jesús como Salvador. Padres cristianos, ¡no nos desesperemos! “La oración eficaz del justo puede mucho” (Santiago 5:16).
DIA 5
Hijos, obedeced a vuestros padres... porque esto agrada al Señor.
Colosenses 3:20
Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo.
Efesios 6:1
Hijos, obedeced a vuestros padres
Tú que lees el título de este pequeño texto quizá levantes los hombros, diciendo: «Sí, sí, ya sabemos...». Sin embargo, es una orden de Dios quien añade: “porque esto agrada al Señor”, “porque esto es justo”, es decir, es la voluntad de Dios que sea así. Si Jesucristo es tu Salvador, esta es una manera sencilla de agradarle. Pero hay una condición: que las peticiones de los padres no sean opuestas a las enseñanzas de la Biblia.
Hay varias maneras de obedecer, por ejemplo, estás leyendo un libro y justo en el momento más emocionante tus padres te llaman a comer. ¿Dejarás el libro e irás inmediatamente, o más bien dirás: «Sí, ya voy», pero continúas tranquilamente tu lectura hasta que tus padres se enojen y vayas de mala gana? ¡Está claro que esta no es la obediencia que agrada al Señor!
Observemos en la Biblia el ejemplo de un adolescente de 17 años: José (Génesis 37). Su padre le pidió que fuese a ver cómo estaban sus hermanos, a pesar de que no lo amaban. José no solo obedeció sin protestar, sino que al no encontrar a sus hermanos en el lugar donde deberían estar, insistió en buscarlos hasta encontrarlos, siguiendo las indicaciones de un hombre (v. 12-20).
Esta obediencia tuvo como consecuencia que pasara por momentos difíciles, pero varias veces la Palabra afirma: “El Señor estaba con José” (Génesis 39:2-3, 23). Y, después de muchos años de prueba, Dios lo bendijo mucho más de lo que podía haber imaginado: se convirtió en el hombre más importante de Egipto después del Faraón.

Tomados de la Buena Semilla.



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