El Señor esta conmigo, Dos ladrones... Devocionales sem 24 2018


Año del favor de Dios

Verso para Memorizar:
Me regocijaré en favorecerlos, y con todo mi corazón y con toda mi alma los plantaré firmemente en esta tierra. Jeremias 32:41                                           
DIA 1
Cantar en una cueva
“Pronto está mi corazón, oh Dios, mi corazón está dispuesto; cantaré, y trovaré (o compondré) salmos” (Salmo 57:7). Cualquiera pensaría que para el autor de este salmo todo iba perfectamente bien, que no tenía preocupaciones y sí muchas razones para rebosar de gozo.
Sin embargo, David escribió estas palabras mientras huía del rey Saúl, quien quería matarlo (ver la introducción a este Salmo 57). Tuvo que esconderse en una cueva. Un poco antes leemos: “Mi vida está entre leones; estoy echado entre hijos de hombres que vomitan llamas” (v. 4). Entonces, ¿cómo podía cantar en semejante situación?
Confiaba plenamente en que Dios lo protegía, por eso pudo decir: “En ti ha confiado mi alma, y en la sombra de tus alas me ampararé” (v. 1). David, escondido en una oscura cueva, se sentía seguro en las manos de Dios, y podía componer y cantar salmos de alabanza.
¿Usted también está en una “cueva”? ¿Está aterrorizado por las bombas o asediado por la persecución? ¿Está ansioso porque no conoce el resultado del examen médico, inquieto pensando en la posible pérdida de su trabajo o en el futuro de sus hijos? ¿Está triste porque perdió a un ser querido?
Independientemente de cual sea su “cueva”, Jesús quiere estar a su lado, tranquilizarlo, consolarlo e incluso llenarlo de gozo a pesar del sufrimiento. “Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo” (Salmo 23:4).
DIA 2
Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo. Salmo 23:4




El Señor está conmigo
Cuando David escribió el Salmo 23, vivía en comunión con Dios. Agradecido, declaró: “Tú estarás conmigo”, aunque tenga que caminar “en valle de sombra de muerte”.
En su juventud David pasó por momentos muy difíciles. El rey Saúl, su suegro, quería matarlo porque temía que David subiese al trono en lugar de su hijo Jonatán. ¡Pero Dios velaba sobre David! Mientras huía de Saúl y de sus tropas, escribió numerosos salmos, en los cuales expresa su confianza en Dios. Estos poemas fortalecen nuestra fe aún hoy.
Dios también dijo al profeta Jeremías: “Yo estoy contigo” (Jeremías 30:11). Lo ayudó durante toda su vida. Lo liberó de situaciones terribles, sobre todo cuando hombres influyentes quisieron matarlo porque había anunciado, de parte de Dios, la toma de Jerusalén.
Dios animó a Jeremías: “Y te pondré en este pueblo por muro fortificado de bronce, y pelearán contra ti, pero no te vencerán; porque yo estoy contigo para guardarte y para defenderte” (Jeremías 15:20).
Jeremías sabía que no podía contar con los hombres, por eso se apoyó solo en Dios y experimentó su ayuda, incluso cuando lo echaron en la cárcel injustamente por haber sido un testigo fiel. Entonces escribió: “Mis enemigos me dieron caza como a ave, sin haber por qué; ataron mi vida en cisterna... aguas cubrieron mi cabeza; yo dije: Muerto soy. Invoqué tu nombre, oh Señor, desde la cárcel profunda; oíste mi voz... Te acercaste el día que te invoqué; dijiste: No temas” (Lamentaciones 3:52-57).
¡Dios estaba con él! ¿Nosotros también podemos decir: “Tú estarás conmigo”?
Tarea en Familia: Compartir este devocional en Familia, escribe las peticiones de oración de familia y entregar al director de grupo.
DIA 3  El que cree en el Hijo (de Dios) tiene vida eterna. Juan 3:36
El que tiene al Hijo, tiene la vida; el que no tiene al Hijo de Dios no tiene la vida. 1 Juan 5:12
Dos ladrones
Lucas 23:32-43
El juicio de Jesús había terminado. Pilato reconoció la inocencia de Jesús, sin embargo lo condenó a muerte. Dos ladrones también tuvieron que sufrir la misma condena debido a sus actos. Fueron llevados juntos al lugar del suplicio (Lucas 23:32), donde fueron crucificados, Jesús en medio. Los malhechores, en medio de terribles sufrimientos, escucharon que Jesús perdonaba a sus verdugos y a todos los que, cegados por el odio, lo habían conducido hasta la cruz: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen”.
La multitud y los soldados lo insultaron: “A otros salvó, a sí mismo no se puede salvar; si es el Rey de Israel...”. Uno de los ladrones añadió: “Si tú eres el Cristo, sálvate a ti mismo y a nosotros”.
En cambio, el otro ladrón reconoció la perfección de Jesús. Su conciencia y su corazón fueron alcanzados. Y reprendió a su compañero: “¿Ni aun temes tú a Dios...? Nosotros, a la verdad, justamente padecemos, porque recibimos lo que merecieron nuestros hechos; mas este ningún mal hizo”. Y dijo a Jesús: “Acuérdate de mí cuando vengas en tu reino”. La respuesta de Jesús fue inmediata: “Hoy estarás conmigo en el paraíso”. Desde entonces un abismo separó a estos dos hombres. Uno iba a estar feliz junto a Jesús, el otro tendría que esperar el juicio divino, pues no creyó que Jesús es el Hijo de Dios.
¿Quién es Jesús para usted?
DIA 4
No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta.
Romanos 12:2
Aceptar
A menudo, en mi vida, esta sencilla palabra implica la idea de un esfuerzo ante las adversidades, dificultades o pruebas. Ante las diferentes decisiones que debemos tomar y frente a las obligaciones que forman parte de nuestra existencia, no siempre es fácil admitir la necesidad de tal o cual situación, como por ejemplo el tiempo de la vejez, cuando debemos aceptar el ineludible ocaso que conduce a la muerte.
Para el cristiano, aceptar es someterse a Dios. Es considerar que Dios permite o envía las circunstancias de nuestra vida, incluso las que nos parecen contrarias. Es reconocer en cada situación la mano del Señor, quien “bien lo ha hecho todo” (Marcos 7:37).
Quizá muy a menudo somos prontos para pensar que nuestros planes se arruinaron (Job 17:11), o tal vez decimos como Jacob: “Contra mí son todas estas cosas” (Génesis 42:36). Este patriarca ignoraba que Dios preparaba un inmenso sosiego para su corazón herido: volvería a ver a José, su hijo, a quien creía muerto...
Nuestro consuelo viene de la seguridad de que nuestro Padre celestial conoce y mide todos nuestros sufrimientos y nos acompaña en medio de la prueba. “En toda angustia de ellos él fue angustiado... en su amor y en su clemencia los redimió, y los trajo, y los levantó” (Isaías 63:9).
Aprendamos a aceptar de parte de Dios las situaciones dolorosas, convencidos de que a los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien (Romanos 8:28).
DIA 5
Ejercítate para la piedad. 1 Timoteo 4:7
Hermanos, tened gozo, perfeccionaos, consolaos, sed de un mismo sentir, y vivid en paz; y el Dios de paz y de amor estará con vosotros.
2 Corintios 13:11
Ejercitarse para la piedad
Mantener y mejorar nuestra forma física exige trabajo y perseverancia. Hay que cumplir un programa de ejercicios, un régimen estricto, etc. Para tener una buena salud espiritual también es necesario hacer esfuerzos. El apóstol Pablo usa el lenguaje de los atletas y habla de ejercitarse “para la piedad”. La piedad es vivir en comunión con Dios y respetar su voluntad. Este ejercicio es fuente de gozo porque hace que conozcamos mejor a Jesús, el hombre piadoso por excelencia. La perfección de su vida de obediencia estaba relacionada con un amor continuo por su Padre. Los verdaderos motivos que animan la piedad están ahí, y deben ser vividos imitando a Jesucristo en su vida para Dios y su compasión por los hombres. ¡Esta es nuestra lista de ejercicios!
Ejercitarse para la piedad también implica cierta disciplina. ¿Cómo encontrar tiempo hoy para leer la Biblia, sacando enseñanzas para mí mismo, para mi familia y para los que me rodean? ¿Cómo encontrar tiempo para orar?
La puesta en práctica de la piedad se hace cada día, en los combates diarios del creyente. Pero, para ser eficaz es necesario prepararse con anterioridad. ¿Qué pensaríamos de un carpintero que no se preocupase por afilar sus herramientas?
El creyente que considera poco importante fortalecer su vida interior mediante la oración, la lectura de la Palabra de Dios y la comunión con el Señor, olvida lo principal. Las herramientas de nuestra vida espiritual se desafilan rápidamente, por ello es necesario afilarlas cada día.

Tomados de la Buena Semilla.

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