Año del favor de Dios
Verso del mes para Memorizar:
“Porque el Señor tu Dios está en medio de ti como guerrero victorioso.
Se deleitará en ti con gozo, te renovará con su amor, se alegrará por ti con cantos. Sofonías 3:17
DIA 1
Limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu,
perfeccionando la santidad en el temor de Dios. 2 Corintios 7:1
La pureza
necesaria
La falta de
higiene a menudo contribuye al desarrollo de enfermedades. Del mismo modo,
una buena salud espiritual necesita una «higiene» regular. El Señor Jesús
explicó a Pedro que si no le lavaba los pies no podía tener comunión con él
(Juan 13:8). Los pies limpios nos hablan de la pureza moral de nuestra
conducta, dondequiera que vayamos. Las «impurezas» estropean nuestra comunión
con el Señor y nos impiden servirle de forma útil.
Insistimos para
que nuestros hijos se laven las manos antes de comer. Del mismo modo, no
soportemos tener el corazón o la conciencia sucios; así mantendremos una
buena relación con el Señor, sobre todo cuando nos reunimos en torno a él
para recordar su muerte en el culto dominical. ¿Pasaremos más tiempo cuidando
nuestra apariencia física que preparándonos espiritualmente? ¿Para quién
estamos allí reunidos? “El hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero
el Señor mira el corazón” (1 Samuel 16:7).
Cuanto más tiempo
el mal esté en nosotros, tanto más difícil será deshacernos de él. En el
aspecto físico empleamos el agua para lavarnos. En el espiritual, la Palabra
de Dios nos purifica. Jesucristo ama a su Iglesia y la purifica “en el
lavamiento del agua por la palabra” (Efesios 5:26).
Leyendo la Biblia
cada día podremos ser purificados de “toda contaminación de carne y de
espíritu”, visible o invisible, presente en nuestros pensamientos o acciones.
“Desechando toda
inmundicia y abundancia de malicia, recibid con mansedumbre la palabra
implantada, la cual puede salvar vuestras almas” (Santiago 1:21).
|
DIA 2
Verso para Memorizar:
“Porque el Señor tu Dios está en medio de ti como
guerrero victorioso.
Tarea en Familia: Memorizar en
Familia, escribir en un cartel y colocarlo en un lugar visible de la casa.
|
DIA 3 (Jesús dijo:) Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se
os abrirá. Lucas 11:9
Orar con un
corazón sincero
A menudo el
siguiente versículo me ha reconfortado: “Me invocaréis... y yo os oiré; y me
buscaréis y me hallaréis”. Pero la continuación también me interpela: “porque
me buscaréis de todo vuestro corazón” (Jeremías 29:12-13).
Puede suceder que
oremos, que pronunciemos palabras, pero nuestro corazón no está realmente
comprometido. Cierto día Dios hizo este reproche a su pueblo: “Este pueblo se
acerca a mí con su boca... pero su corazón está lejos de mí” (Isaías 29:13).
La verdadera oración viene del corazón. En los momentos difíciles, el Señor
nos enseña a orar desde lo más profundo de nuestro corazón. La Biblia nos
muestra numerosos ejemplos de creyentes que, en medio de la prueba, clamaron
a Dios y él los escuchó. Ese clamor sincero que sube a Dios es la verdadera
oración del corazón.
Hay que orar con
el corazón, pero también con una buena conciencia. “La oración de los rectos
es su gozo” (Proverbios 15:8). El Señor nos da esta buena conciencia al
perdonar nuestras faltas. Pero debemos cuidarla como un tesoro, y para ello
debemos seguir el bien y rechazar el mal. Si nos hemos alejado del Señor,
volvamos a él sin tardar, confesándole aquello que produjo ese
distanciamiento. Entonces experimentaremos esa gozosa confianza en Dios,
quien responde a nuestras oraciones.
Aprendamos a orar
con perseverancia y con una conciencia iluminada por la luz divina,
conscientes de nuestras verdaderas necesidades. Incluso si nuestras
peticiones son imperfectas, Dios nos responderá según su sabiduría, para el
bien de nuestra alma, porque nos ama.
|
DIA 4
Hijos, obedeced a vuestros padres... porque esto agrada al Señor.
Colosenses 3:20
Hijos, obedeced en el Señor a vuestros padres, porque esto es justo.
Efesios 6:1
Hijos, obedeced a
vuestros padres
Tú que lees el
título de este pequeño texto quizá levantes los hombros, diciendo: «Sí, sí,
ya sabemos...». Sin embargo, es una orden de Dios quien añade: “porque esto
agrada al Señor”, “porque esto es justo”, es decir, es la voluntad de Dios
que sea así. Si Jesucristo es tu Salvador, esta es una manera sencilla de
agradarle. Pero hay una condición: que las peticiones de los padres no sean
opuestas a las enseñanzas de la Biblia.
Hay varias
maneras de obedecer, por ejemplo, estás leyendo un libro y justo en el
momento más emocionante tus padres te llaman a comer. ¿Dejarás el libro e
irás inmediatamente, o más bien dirás: «Sí, ya voy», pero continúas
tranquilamente tu lectura hasta que tus padres se enojen y vayas de mala
gana? ¡Está claro que esta no es la obediencia que agrada al Señor!
Observemos en la
Biblia el ejemplo de un adolescente de 17 años: José (Génesis 37). Su padre
le pidió que fuese a ver cómo estaban sus hermanos, a pesar de que no lo
amaban. José no solo obedeció sin protestar, sino que al no encontrar a sus
hermanos en el lugar donde deberían estar, insistió en buscarlos hasta
encontrarlos, siguiendo las indicaciones de un hombre (v. 12-20).
Esta obediencia
tuvo como consecuencia que pasara por momentos difíciles, pero varias veces
la Palabra afirma: “El Señor estaba con José” (Génesis 39:2-3, 23). Y,
después de muchos años de prueba, Dios lo bendijo mucho más de lo que podía
haber imaginado: se convirtió en el hombre más importante de Egipto después
del Faraón.
|
DIA
5
Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo aún pecadores,
Cristo murió por nosotros.
Romanos 5:8
Nosotros le amamos a él, porque él nos amó primero.
1 Juan 4:19
Amaos unos a otros entrañablemente, de corazón puro.
1 Pedro 1:22
Más
bienaventurado es dar que recibir
Un día un
cristiano se quejaba de no recibir amor fraternal en su congregación. Su
interlocutor le respondió: ¡Amigo mío, primero ofrece tú ese amor a los
otros! ¡Si crees que va a brotar por sí solo, tendrás que seguir esperando
mucho tiempo!
Comprendemos
perfectamente el sentido de esta respuesta. ¡A menudo esperamos mucho de los
demás, sin pensar en nuestros propios deberes hacia ellos! Felizmente Dios no
obra así respecto a nosotros. Él nos amó cuando nosotros, pecadores y
enemigos suyos, estábamos aún sin fuerzas para acercarnos a él (Romanos
5:6-10). Jesús, clavado en una cruz e injuriado por la multitud, rogó a su
Padre: “Perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34).
¡Que él sea
nuestro modelo! Seamos los primeros en manifestar amor a quienes nos rodean,
incluso en situaciones difíciles o cuando nos sentimos agredidos o ignorados:
“Más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35). Esto es
imprescindible para hacer emanar del corazón de nuestro hermano o hermana
esta agua abundante que también nos refrescará a nosotros.
E incluso si no
tuviese ningún efecto, ¡no nos desanimemos! Nuestro Salvador nos exhorta a
amar, y somos responsables ante él. El apóstol Pablo lo comprendió bien, y
expresó: “Yo con el mayor placer gastaré lo mío, y aun yo mismo me gastaré
del todo por amor de vuestras almas, aunque amándoos más, sea amado menos” (2
Corintios 12:15).
|
Los Devocionales han sido tomados de la Buena Semilla.
No hay comentarios:
Publicar un comentario