Año del favor de Dios
Verso para Memorizar:
Me regocijaré en favorecerlos, y con todo mi corazón y con
toda mi alma los plantaré firmemente en esta tierra. Jeremias 32:41
DIA 1
Así ha dicho el Señor... Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré
cosas grandes y ocultas que tú no conoces.
Jeremías 33:2-3
Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
Mateo 7:7
Aquel que puede
explicar
Mientras leía el
trabajo de fin de estudios de mi hermana menor, varias frases me detuvieron:
su amplitud y los términos técnicos empleados me impedían comprender el tema
desarrollado. Después de haber reflexionado durante un buen rato, me rendí y
la llamé por teléfono: «¿Qué quisiste decir en este párrafo?». ¡En seguida mi
hermana me lo explicó y no tuve más dudas!
A veces tratamos
de comprender la Biblia como yo intentaba comprender el párrafo difícil de
ese trabajo: analizamos cada frase, cada palabra, para tratar de encontrarle
el sentido. E incluso cuando comprendemos el sentido directo, literal, nos
queda por descubrir el significado espiritual. Para ello necesitamos que Dios
mismo ilumine nuestra mente, lo más profundo de nuestro corazón. De otra
manera, ¿cómo podemos captar las cosas invisibles, eternas, que nos presenta
la Biblia?
Como para la
lectura de la tesis de fin de carrera, dirijámonos directamente a su autor.
¿Quién mejor que él puede saber qué quiso decir en su Palabra, la Biblia?
Lejos de despreciar nuestra debilidad y falta de inteligencia, nos anima a
confiar en él. ¡Y nos responderá!
¿Tiene usted
preguntas, «porqués» que le atormentan? Puede acercarse a Dios por medio de
la oración, y él se acercará a usted (Santiago 4:8). Luego, tómese el tiempo
para escuchar su voz y estar en su presencia. Él le revelará “cosas grandes y
ocultas”, todo lo relacionado con su amor. ¡Es su promesa!
Levítico 23 - Efesios 2 - Salmo 70 - Proverbios 17:7-8
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DIA 2
Me regocijaré en favorecerlos, y con todo mi corazón y
con toda mi alma los plantaré firmemente en esta tierra. Jeremias 32:41
Tarea en Familia: Memorizar y
escribir este versículo en algún lugar de la casa.
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DIA 3 El Dios de paz... os haga aptos en toda obra buena para que hagáis su
voluntad, haciendo él en vosotros lo que es agradable delante de él por
Jesucristo; al cual sea la gloria por los siglos de los siglos.
Hebreos 13:20-21
El afinador
Observé cómo
trabajaba el afinador de piano. Con un dedo de la mano izquierda iba tocando
sucesivamente las teclas, mientras con la mano derecha manejaba la llave para
ajustar la tensión de las cuerdas. Escuchaba cada nota con una extrema
atención. Apretaba o aflojaba, mediante pequeños movimientos, hasta que, de
retoque en retoque, el sonido de la nota era el correcto. Es un trabajo que
requiere mucha paciencia, delicadeza y exactitud, que solo un oído y una mano
ejercitados pueden efectuarlo.
Esto me hace
pensar en nuestro Padre celestial, cuyo oído capta todas las palabras, todos
los suspiros de sus hijos. ¡Cuántas notas desajustadas, palabras, acciones y
pensamientos que lo entristecen, que son intolerables para su perfección!
Pienso en el trabajo continuo de nuestro divino Maestro para formarnos,
corregirnos, ponernos en armonía con sus propios pensamientos; siento el
deseo de pedir al Señor que nos convirtamos en instrumentos dóciles en sus
manos; que demos sonidos agradables a él: «¡Afina nuestras vidas según las
direcciones de tu Santa Palabra y según el impulso de tu Espíritu! ¡Haz
vibrar nuestro corazón para que te alabemos, pon en nosotros tu divina
armonía! Tú, Señor Jesús, estás muy por encima de nosotros. En la tierra
fuiste constantemente las delicias del Padre. Pero nos gustaría que pudieses
sacar de los tuyos algo de ti mismo, una melodía en la que Dios reconozca
algunas de las bellezas morales de su Hijo muy amado».
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DIA 4
Bueno es esperar en silencio la salvación del Señor.
Lamentaciones 3:26
Oh Señor, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de
ti, y esperaré.
Salmo 5:3
El silencio de
Dios me dice: espera
Dios es un Dios
que habla, un Dios muy cercano. “La fe es por el oír, y el oír, por la
palabra de Dios” (Romanos 10:17). ¡Si Dios no hablase, no habría creyentes!
Al leer la Biblia, que es viva y eficaz (Hebreos 4:12), escuchamos lo que
Dios nos dice y lo recibimos para vivirlo.
Dios también nos
habla en lo íntimo de nuestra conciencia y de nuestro corazón. A menudo no es
una voz audible, pero nos da la seguridad de que Dios escuchó nuestra oración
y conoce nuestra situación. Esto nos da la paz, una visión nueva, una mejor
comprensión de su voluntad...
Sin embargo, a
veces Dios calla. La Biblia habla de esos silencios de Dios en la vida de
varios creyentes. No nos sorprendamos, pues, si pasamos por momentos en los
que Dios parece callar. Cuando este es el caso, ese silencio me dice:
¡Espera!
Corremos el
riesgo de construir nosotros mismos respuestas para sustituir ese silencio
por palabras que no vienen de Dios, y que en consecuencia nos confunden.
Pedir consejo a otros para anticiparse a la respuesta divina, a menudo tendrá
el mismo efecto. Y si un amigo me pide mi opinión cuando Dios calla, es mejor
decirle: «Espera. Puedo orar contigo, pero no tengo respuesta».
Los tiempos de
silencio en nuestras vidas son periodos en los que la fe se vuelve más fuerte
si permanecemos confiados, atentos a la respuesta de Dios. Experimentaremos
que sus respuestas siempre son más bellas y más grandes de lo que habíamos
pensado.
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DIA
5
(Jesús dijo:) La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el
mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.
Juan 14:27
Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de
vosotros.
1 Pedro 5:7
¿Solo con mis
cargas?
¿Quién se
preocupa realmente por ese estudiante que pierde los exámenes, por ese
empresario que está en quiebra, por ese padre de familia que sufrió un
accidente, por esas víctimas de guerras fratricidas interminables? Cada día
escuchamos noticias de este tipo; ocupan nuestra mente un tiempo, pero luego
las olvidamos. ¿Cómo ponernos realmente en el lugar de los otros? Además,
todos tenemos nuestras preocupaciones...
La Biblia nos
cuenta la desesperación de un hombre: “No hay quien me quiera conocer; no
tengo refugio, ni hay quien cuide de mi vida” (Salmo 142:4).
¿Nadie? No, hay
una excepción: Dios mismo, nuestro creador, Señor del cielo y de la tierra,
se interesa por cada uno de nosotros. ¡Él es el que da la vida, el aliento y
todas las cosas! (Lea Hechos 17:22-28). Jesús señaló cuánto valor tiene para
él la vida de cada uno de nosotros: “Aun los cabellos de vuestra cabeza están
todos contados” (Lucas 12:7).
Quizás hasta
ahora usted ha ignorado su existencia, pero se ha beneficiado igualmente de
sus cuidados diarios. Él “hace salir su sol sobre malos y buenos” (Mateo
5:45). Dios incluso vino a esta tierra en persona a través de su Hijo Jesús.
Dios el Hijo se acercó a los seres humanos, quienes pudieron verlo,
escucharlo, tocarlo. Jesús fue crucificado para que el hombre pudiese
acercarse a Dios, ¡pero luego resucitó! Antes de dejar a los suyos, les dijo,
como dice a cada creyente: “Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el
fin del mundo” (Mateo 28:20).
Tomados de la Buena Semilla.
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