Año de la
Restauración
Noviembre
: Generosidad
|
En los
Colegios: Cada maestro transmite el mensaje principal de
la guía devocional. Los niños en su diario escriben:
Nombre o
Tema del devocional, principal aprendizaje y como lo puede poner en práctica.
DIA 1 No os preocupéis por
lo que habéis de comer... de beber, ni estéis en ansiosa inquietud. Porque
todas estas cosas buscan las gentes del mundo; pero vuestro Padre sabe que
tenéis necesidad de estas cosas. Mas buscad el reino de Dios, y todas estas
cosas os serán añadidas.
Lucas 12:29-31
Vuestro Padre sabe de qué cosas tenéis necesidad, antes que vosotros le
pidáis. Mateo 6:8
Vuestro Padre sabe
Qué consoladora es
esta pequeña frase: ¡“Vuestro Padre sabe”! Jesús no dice: «Vuestro Padre
vendrá a ayudarles», cosa que es cierta, sino que insiste en el hecho de que
él conoce perfectamente todas nuestras necesidades. Él sabe. ¿No nos basta
saber, en todas las situaciones, que nuestro Padre sabe todo lo que nos
concierne, que siempre nos escucha, que su amor no cambia? Él sabe. No se le
escapa nada relativo a sus criaturas. ¡Descansemos en esta seguridad!
Nuestro Padre sabe
cuáles son nuestras necesidades. Las contó, las pesó y se ocupa de ellas con
sabiduría y amor. La simpatía de los hombres siempre tiene sus límites, pero
cuando una persona que sufre experimenta que Dios está a su lado, ¡qué
alivio!
El apóstol Pablo,
encadenado en una cárcel, lo experimentó. Con respecto a su comparecencia
ante el tribunal del emperador escribió a Timoteo: “El Señor estuvo a mi
lado, y me dio fuerzas” (2 Timoteo 4:17). En otra ocasión dramática, a punto
de naufragar, declaró a sus compañeros de viaje: “Esta noche ha estado
conmigo el ángel del Dios de quien soy y a quien sirvo, diciendo: Pablo, no
temas” (Hechos 27:23-24).
Dios se ocupaba de
su siervo y lo fortalecía en la tempestad. Quizá no nos envíe un ángel, pero
él “sabe”, y este pensamiento calma nuestras inquietudes y nos da ánimo.
|
DIA 2 Todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el
Señor y no para los hombres. Colosenses 3:23
¡Vivamos para Jesús!
Cuando el Señor
Jesús sufrió en la cruz (y padeció más allá de todo lo que podemos imaginar),
no pensaba en sí mismo, sino en los que creerían en él y así serían librados
de su culpabilidad. Sufrió el juicio en nuestro lugar y murió por nosotros.
Su amor inimitable,
que lo llevó a darse de tal manera por nosotros, ¿halla eco en nuestro
corazón, en nuestra vida diaria?
En el trabajo, ¿solo
deseamos llegar a un puesto más alto, o más bien nos esforzamos en trabajar
diligentemente para agradar al Señor y ser sus testigos? Solo así tendremos
una actitud justa en el ejercicio de nuestra profesión.
En nuestro tiempo
libre, ¿acomodamos esos momentos de mayor disponibilidad, dedicándolos a
nuestras actividades favoritas, o sirviendo al Señor Jesús? El descanso es
necesario, pero que nuestro deseo sea poner más tiempo a disposición del
Señor.
En la familia, vivir
para él es pensar en los demás. En vez de tener una actitud egoísta, podemos
ayudarnos mutuamente, compartir las tareas de la vida cotidiana, como también
las preocupaciones y las alegrías, pequeñas o grandes.
¿Queremos responder
a nuestras aspiraciones personales, o consagrar nuestra vida al Señor? Jesús
murió por nosotros, pero también resucitó, está vivo y desea llenar nuestra
vida con su presencia.
Pablo escribió:
“Para mí el vivir es Cristo, y el morir es ganancia” (Filipenses 1:21)
Tarea en
Familia: Compartan este
devocional en familia.
|
DIA 3
Vestíos, pues... de entrañable misericordia, de benignidad, de humildad,
de mansedumbre, de paciencia; soportándoos unos a otros, y perdonándoos unos
a otros. Colosenses 3:12-13
Hermosas relaciones entre creyentes
Toda la vida del
Señor Jesús ilustra el versículo de hoy. Estas cualidades también deberían
caracterizar las relaciones entre sí.
La misericordia: es
responder con compasión a las necesidades de los demás. “Id, pues, y aprended
lo que significa: Misericordia quiero, y no sacrificio”, dijo Jesús (Mateo
9:13).
La benignidad
o bondad: es una actitud fraternal que busca el bien del
prójimo. Si hemos “gustado la benignidad del Señor” (1 Pedro 2:3), esta
caracterizará nuestras relaciones.
La humildad: solo
Jesús fue “manso y humilde de corazón” (Mateo 11:29). Siempre tomó el último
lugar. Y nosotros, ¿logramos olvidarnos de nosotros mismos?
La mansedumbre: es
el carácter del que no insiste sobre sus derechos, incluso cuando es acusado
injustamente. ¡Es el mejor antídoto contra las contiendas!
La paciencia: Dios
es paciente para con todos los hombres, “no queriendo que ninguno perezca, sino que todos procedan
al arrepentimiento” (2 Pedro 3:9). El que es paciente deposita su confianza
en el Señor y sabe esperar.
Soportarse: somos muy
diferentes los unos de los otros. Cada uno tiene su propio carácter, sus
puntos fuertes y sus puntos débiles. ¡Aceptemos con humildad nuestras
diferencias!
Perdonar: estemos
dispuestos a perdonar de todo corazón, en todo tiempo y a todos, “como Dios
también os perdonó a vosotros en Cristo” (Efesios 4:32).
|
DIA
4
No oí la voz de los que me instruían, y a los que me enseñaban no incliné
mi oído. Proverbios 5:13
No menosprecies, hijo mío, el castigo del Señor, ni te fatigues de su
corrección. Proverbios 3:11
La autodestrucción
Nos llama la
atención la incapacidad del hombre para liberarse de lo que es nocivo para
él. A muchos les gusta lo que los destruye. Todos conocemos los serios daños
que causa a la salud el consumo de tabaco, el alcohol, la droga y todo tipo
de excesos. Pero uno no quiere, o no puede, abandonar aquello que
primeramente es un placer y pronto se convierte en una esclavitud. A menudo
los consejos no sirven de nada.
¡Lo que es cierto en
el campo físico, también lo es en lo espiritual! Al hacer el mal, nos hacemos
mal y nos destruimos a nosotros mismos. La Palabra de Dios deja bien claras
las inclinaciones obstinadas de nuestra naturaleza, junto a nuestra
incapacidad para liberarnos de ellas. El profeta Jeremías dijo: “Y no oyeron
ni inclinaron su oído; antes caminaron en sus propios consejos, en la dureza
de su corazón malvado, y fueron hacia atrás y no hacia adelante” (Jeremías
7:24).
Negarse a escuchar a
Dios, a ir a él para aceptar la liberación que ofrece, conduce a la muerte
eterna. Dios nos invita a escucharle y a recibir sencillamente lo que nos
dice, para nuestra felicidad presente y eterna.
“Bienaventurados los
que oyen la palabra de Dios, y la guardan” (Lucas 11:28).
“Todo aquel que en
él creyere, no será avergonzado” (Romanos 10:11).
“Venid a mí; oíd, y
vivirá vuestra alma” (Isaías 55:3).
|
DIA 5
No oí la voz de los que me instruían, y a los que me enseñaban no incliné
mi oído. Proverbios 5:13
No menosprecies, hijo mío, el castigo del Señor, ni te fatigues de su
corrección. Proverbios 3:11
La autodestrucción
Nos llama la
atención la incapacidad del hombre para liberarse de lo que es nocivo para
él. A muchos les gusta lo que los destruye. Todos conocemos los serios daños
que causa a la salud el consumo de tabaco, el alcohol, la droga y todo tipo
de excesos. Pero uno no quiere, o no puede, abandonar aquello que
primeramente es un placer y pronto se convierte en una esclavitud. A menudo
los consejos no sirven de nada.
¡Lo que es cierto en
el campo físico, también lo es en lo espiritual! Al hacer el mal, nos hacemos
mal y nos destruimos a nosotros mismos. La Palabra de Dios deja bien claras
las inclinaciones obstinadas de nuestra naturaleza, junto a nuestra
incapacidad para liberarnos de ellas. El profeta Jeremías dijo: “Y no oyeron
ni inclinaron su oído; antes caminaron en sus propios consejos, en la dureza
de su corazón malvado, y fueron hacia atrás y no hacia adelante” (Jeremías
7:24).
Negarse a escuchar a
Dios, a ir a él para aceptar la liberación que ofrece, conduce a la muerte
eterna. Dios nos invita a escucharle y a recibir sencillamente lo que nos
dice, para nuestra felicidad presente y eterna.
“Bienaventurados los
que oyen la palabra de Dios, y la guardan” (Lucas 11:28).
“Todo aquel que en
él creyere, no será avergonzado” (Romanos 10:11).
“Venid a mí; oíd, y
vivirá vuestra alma” (Isaías 55:3).
|
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario