Los estudiantes escriben en su cuaderno:
Título de Devocional, Cita Bíblica, 1. La reflexión y 2. Aplicación para
su vida. (Personal) TOMADOS DE LA BUENA SEMILLA
Día 1:
Así también es la resurrección de los muertos. Se siembra en
corrupción, resucitará en incorrupción. Se siembra en deshonra, resucitará en
gloria; se siembra en debilidad, resucitará en poder. 1 Corintios
15:42-43
Imágenes de la resurrección
Una oruga está en la rama. No deja
de mordisquear las hojas por donde pasa. Su cuerpo verde pálido, ligeramente
fluorescente y cubierto de pelusas, es más bien repulsivo. ¡Pero, esperemos
un poco! Dentro de algún tiempo, este insecto trepador y feo se transformará.
La oruga se encierra en un capullo y luego hiberna en ese estado
aparentemente sin vida. Pero pronto su prisión se abrirá, ¿y qué saldrá? ¿Una
oruga? No, una mariposa llena de colores, un insecto que nunca más caminará
por las ramas, sino que volará, ligero, a la luz del sol, y se posará sobre
las flores.
Esta es una bella
imagen de la resurrección. El Señor Jesús empleó otra comparación para hablar
de ella: “Si el grano de trigo no cae en la tierra y muere, queda solo; pero
si muere, lleva mucho fruto” (Juan 12:24). Esta imagen evoca no solo un
cambio de apariencia entre el grano y la planta, sino también una idea
suplementaria: el grano sembrado en tierra debe morir antes de producir una
vida nueva. De la misma manera el Señor Jesús tuvo que pasar por la muerte,
por amor a nosotros, y salió de ella victorioso. ¡Venció a la muerte!
Hoy, todo el que
cree en el Señor Jesús tiene la vida eterna, la vida que Jesús resucitado
ofrece. Unidos a él, los creyentes ya son los frutos producidos por ese grano
de trigo que murió y que nos dio la vida.
Cristo “por todos
murió, para que los que viven, ya no vivan para sí, sino para aquel que murió
y resucitó por ellos” (2 Corintios 5:15).
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Día 2. Tarea en Familia: LOS PADRES DEBEN FIRMAR EL
CUADERNO DEVOCIONAL
El temor del Señor será su tesoro. Isaías 33:6
Bienaventurado el hombre que teme al Señor. Salmo 112:1
El temor del Señor es manantial de vida. Proverbios 14:27
El gozo de temer a Dios
¿Existe una
contradicción entre el gozo y el hecho de temer a Dios? ¿Podemos amar a
alguien a quien tememos? Sí, el temor respetuoso de Dios es muy diferente al
miedo. La conciencia de la grandeza y de la santidad divina nos lleva a estar
muy atentos a lo que hacemos o pensamos en la presencia de Aquel ante quien
estamos. No es que el creyente tenga miedo del juicio de Dios, sino que todo
nuestro ser se turba cuando tomamos conciencia de la distancia infinita entre
nuestra pequeñez y la grandeza de Dios, entre nuestro pecado y su santidad.
El temor
reverente de Dios es el conocimiento de lo que él es: Dios de verdad, por
supuesto, pero también Dios de amor. Por lo tanto, el temor de Dios va a la
par con la confianza en él. El rey David dijo: “¡Cuán grande es tu bondad,
que has guardado para los que te temen, que has mostrado a los que esperan en
ti!” (Salmo 31:19). El verdadero temor de Dios no nos empuja a huir de él,
sino a buscarlo. “En tu presencia hay plenitud de gozo” (Salmo 16:11).
Toda nuestra vida
se desarrolla en la presencia de Dios. Tomar conciencia de ello nos libera
del miedo de los hombres, nos conduce a apartarnos del mal, a someternos a la
benevolente y sabia autoridad de nuestro Dios. Existe un vínculo fuerte y
constante entre nuestra actitud hacia nuestro prójimo y el temor de Dios. “No
maldecirás al sordo, y delante del ciego no pondrás tropiezo, sino que
tendrás temor de tu Dios. Yo el Señor” (Levítico 19:14). ¡No olvidemos esto!
Tarea: ¿Que significa temer a Dios? Escríbelo en tu cuaderno.
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Día 3
¡Cuánta es su bondad, y cuánta su hermosura! Zacarías 9:17
Tú eres el Dios que hace maravillas. Salmo 77:14
Me hiciste conocer los caminos de la vida; me llenarás de gozo con tu
presencia. Hechos 2:28
Pequeños signos de belleza, de bondad
¿Qué produce gozo
en nosotros? A veces, la risa de un niño, la generosidad desinteresada de una
persona, una simple puesta del sol... ¡Pequeños detalles que de repente
iluminan nuestros días! Pero, ¿nos quedamos ahí? Esos signos de pureza,
belleza y bondad nos abren una puerta hacia realidades más grandes.
Volvamos nuestra
mirada y nuestros pensamientos hacia Aquel de quien está escrito: “¡Cuánta es
su bondad, y cuánta su hermosura!”.
Cuando entramos
en contacto con Dios por medio de una oración confiada, descubrimos un gozo
todavía mayor, el gozo de ser amados por él. Dios es el autor de “todo don
perfecto” (Santiago 1:17). Se complace en dar, y dar abundantemente, en hacer
el bien... Todo lo que hace está marcado por una gracia y una gloria que nos
conmueve y nos maravilla. Sí, Dios responde a la oración de los que depositan
su confianza en él. Primero nos transforma a nosotros mismos. Nos libera de
la fealdad del pecado y nos da una belleza nueva, interior, moral: la del
amor cuya fuente es Dios mismo.
Es el reflejo de
la belleza que fue visible en Jesucristo cuando caminaba por la tierra, al
servicio de su Dios, al servicio de todos. ¿Podemos decir, desde el fondo del
corazón: “Eres el más hermoso de los hijos de los hombres; la gracia se
derramó en tus labios”? (Salmo 45:2).
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Día 4
Así habrá más gozo en el cielo por un pecador que se arrepiente, que
por noventa y nueve justos que no necesitan de arrepentimiento. Lucas 15:7
El mayor de los milagros
Dios empleó un
milagro poco común para liberar a sus dos testigos, Pablo y Silas, que
estaban encadenados en una cárcel: un gran terremoto sacudió el edificio, las
puertas se abrieron y las cadenas de los prisioneros cayeron (Hechos
16:22-34).
Pero el mayor
milagro en este pasaje no es la demostración del poder divino. Es mucho más
extraordinario que un hombre perdido por la eternidad sea salvo eternamente.
La intervención de Dios a favor de Pablo y Silas produjo este resultado. El
carcelero quería quitarse la vida, pero la bondad de Dios lo interpeló
mediante la voz del apóstol Pablo, quien le dijo: “No te hagas ningún mal,
pues todos estamos aquí” (v. 28).
Angustiado,
tocado en su conciencia y sorprendido por la benevolencia de aquellos a
quienes había encadenado bien, comprendió que estaba perdido. Entonces clamó:
“Señores, ¿qué debo hacer para ser salvo?” (v. 30). La respuesta es la misma
hoy que hace veinte siglos: “Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo, tú y
tu casa” (v. 31).
Cada día Dios
opera este mismo milagro en miles de personas. Querido lector, si usted
todavía no es salvo, Dios quiere liberarlo del poder de Satanás, de su estado
de perdición. Dios nos habla de muchas maneras, y hoy quizá lo hace por medio
de esta hoja... Reconozca a Jesús como su Salvador mediante una oración, es
decir, sencillas palabras de su corazón expresando su confianza. También
recibirá una respuesta de parte de Dios. El inicio de este diálogo con Dios
lo pone en el camino de la fe, del arrepentimiento y también del gozo.
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Día 5
No hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia... todas las
cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a quien tenemos que dar
cuenta. Hebreos 4:13
(Jesús dijo:) Yo soy el buen pastor; y conozco mis ovejas, y las mías
me conocen. Juan 10:14
«Dios lo conoce»
En Normandía
(Francia), en un cementerio militar americano, se pueden observar miles de
tumbas alineadas hasta desaparecer en el horizonte. Muchas de ellas no tienen
el nombre del soldado cuyo cuerpo reposa allí, pues este no pudo ser
identificado. Esas tumbas simplemente tienen la inscripción: «Dios lo
conoce».
Así es, Dios
conoce a cada uno. “Desde los cielos miró el Señor; vio a todos los hijos de
los hombres” (Salmo 33:13). Dios ve todo, oye todo, y también conoce nuestros
pensamientos más secretos. Incluso si nuestra conducta parece irreprochable,
no podemos hacer frente a su justicia y su santidad, pues él es muy limpio de
ojos para ver el mal (Habacuc 1:13). Dios no puede soportar el pecado, pero
ama al pecador, y “quiere que todos los hombres sean salvos y vengan al
conocimiento de la verdad” (1 Timoteo 2:4). El que reconoce y acepta a Jesús
como su Salvador personal, tiene el inmenso privilegio de ser conocido por el
Dios de amor, un Padre lleno de bondad.
Así, Dios me
conoce, sea cual sea mi estado. O bien, su mirada me juzga porque no quiero
reconocer mis malas acciones y aceptar su gracia. En este caso no puedo
acercarme a él, pues él es santo. O bien, mis pecados son perdonados en
virtud del sacrificio expiatorio de su Hijo, y Dios me reconoce como su hijo.
Entonces tengo acceso a él como a un Padre. Él ve mis miedos, mis luchas, mis
tentaciones, y me dice: “No temas, porque yo estoy contigo” (Isaías 41:10).
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Día 6
Una cosa he demandado al Señor, esta buscaré. Salmo 27:4
(Jesús dijo:) Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se
os abrirá. Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al
que llama, se le abrirá. Mateo 7:7
Oré, pero nada ha cambiado
Valentín, el hijo
de una amiga, viene a comer a mi casa cada semana. Un día, mientras íbamos a
la escuela, me contó que sus notas eran malas, y parecía desanimado. Le dije
que pidiera ayuda al Señor Jesús. «Bueno, voy a orar», me respondió sin
convicción.
A la semana
siguiente, como respuesta a mis preguntas, Valentín agachó la cabeza y me
dijo con tristeza: «Mis notas no han mejorado...». Poco después su madre me
dijo que él siempre encuentra un pretexto para no hacer sus deberes
escolares, y que nunca quiere obedecer.
¿Es sorprendente
que, a pesar de sus oraciones, los resultados no hayan cambiado? ¡Claro que
no! ¡No podemos pedir ayuda al Señor y hacer lo que nos place!
A veces nos
parecemos a Valentín. Oramos sin mucha convicción. Luego esperamos
pasivamente, pero no sucede nada... Y nos sorprendemos; incluso llegamos a
decir que orar no sirve de nada. Pero la oración no es una forma cómoda para
facilitarse la vida. Tampoco la podemos comparar a una receta de cocina que
funciona o no funciona, sin que sepamos muy bien por qué...
Debemos orar, pero
también debemos atender nuestras obligaciones. Dios no necesita nuestra ayuda
para hacer milagros, pero espera de nosotros que, por nuestra actitud y forma
de pensar, busquemos concretamente lo que le pedimos.
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