Verso para Memorizar de mes:
“Estén alerta.
Permanezcan firmes en la fe. Sean valientes. Sean fuertes.”
Los estudiantes escriben en su cuaderno:
Título de Devocional, Cita Bíblica, 1. La reflexión y 2. Aplicación para
su vida. (Personal) TOMADOS DE LA BUENA SEMILLA
Día 1:
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Día 2. Tarea en Familia: LOS PADRES DEBEN FIRMAR EL
CUADERNO DEVOCIONAL
El corazón del hombre piensa su camino; mas el Señor endereza sus
pasos.
Proverbios 16:9
... sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración
y ruego, con acción de gracias. Y la paz de Dios, que sobrepasa todo
entendimiento, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo
Jesús.
Filipenses 4:6-7
Oraciones respondidas
Roberto viajaba
frecuentemente debido a su trabajo, pero de vez en cuando visitaba la granja
de su familia.
Un día, durante
una comida, su padre orientó la conversación hacia Dios y la Biblia. Roberto,
irritado, contestó: –Papá, no puedo ni quiero oír hablar más sobre ese tema,
si no me veré obligado a no venir a casa.
–Roberto, no te
volveré a hablar más de este tema, pero quiero que sepas que no pasará un
solo día sin que ore por ti.
Algunos meses más
tarde el joven volvió a visitar a sus padres. Una mañana, cuando salía de su
habitación, oyó la voz de su padre en la habitación contigua. Instintivamente
se detuvo a escuchar la voz conmovida de su padre que suplicaba a Dios para
que tuviese compasión de su hijo perdido.
Con el corazón
quebrantado, pues su conciencia estaba atormentada desde hacía mucho tiempo,
entró en la habitación y se puso de rodillas al lado de su padre para
confesar a Dios sus faltas. Después, seguro de que sus pecados habían sido
perdonados, se levantó gozoso. Quizás entre nuestros lectores haya alguien,
joven o adulto, cuyos padres están esperando la conversión y oran mucho por
ello. ¡Pero hay alguien que le ama todavía más que sus padres! ¡Esa persona
es Jesús! Él desea darle el perdón, la paz, y conducir su vida con seguridad.
¡Vaya a él hoy!
Tarea: Escribir en el cuaderno las peticiones o motivos de oración de
la familia.
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Día 2:
El Hijo de Dios... me amó y se entregó a sí mismo por mí.
Gálatas 2:20
En esto hemos conocido el amor, en que él puso su vida por nosotros.
1 Juan 3:16
Dios le ama
Quizás usted haya
oído decir que Dios ama a todos los hombres. Tal vez haya descubierto un poco
su bondad cuando, en la naturaleza, se maravilla por lo que Dios ha creado.
Quizá también conozca a verdaderos cristianos cuya vida irradia este amor
divino. Pero, ¿ha experimentado realmente en sí mismo el amor de Dios tal y
como está expresado en los versículos de hoy?
Este amor brilla
de forma resplandeciente en la cruz del Gólgota, donde somos puestos ante su
manifestación suprema. Allí Jesucristo, el Hijo de Dios, dio su vida. Allí el
odio del hombre alcanzó su punto culminante. Y Dios no intervino, al
contrario, hizo caer sobre su Hijo el castigo que merecían nuestros pecados.
Jesús, el unigénito Hijo de Dios, aceptó ir hasta la muerte. ¿Por qué? Para
que usted y yo pudiésemos recibir la gracia divina. ¡Qué amor maravilloso e
insondable, incomprensible para nuestra mente!
¿Qué hacemos
nosotros con este amor? Se manifestó para que cada uno pueda beneficiarse de
él personalmente; y siempre está ahí, siempre es el mismo. Todo el que
reconoce haber vivido sin Dios, se vuelve a él, le confiesa sus pecados y
acepta por la fe la obra de la redención, puede ser lleno de este amor. A
partir de ese momento forma parte de los que verdaderamente han conocido el
amor de Dios.
“Ciertamente,
apenas morirá alguno por un justo; con todo, pudiera ser que alguno osara
morir por el bueno. Mas Dios muestra su amor para con nosotros, en que siendo
aún pecadores, Cristo murió por nosotros” (Romanos 5:7-8).
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Día 3
El Señor mata, y él da vida; él hace descender al Seol, y hace subir.
1 Samuel 2:6
Vendrá hora cuando todos los que están en los sepulcros oirán su voz.
Juan 5:28
Solo Dios hace que alguien muera o que viva
Visitando el
museo de Guiza en El Cairo (Egipto), nos llama la atención el lugar que
ocupaba la idea de la muerte en los antiguos egipcios. Es insólito que este
pueblo se haya dedicado, durante miles de años, a cavar o construir tumbas,
pirámides. Alguien escribió: «Cada casa tapa un pozo funerario... Egipto solo
es la fachada de una inmensa sepultura». Y todas esas momias, a pesar de sus
mechones, sus ojos esmaltados y sus gruesos lienzos que impidieron a sus
miembros dislocarse, prueban, pese a su sorprendente estado de conservación,
que el hombre es incapaz de luchar contra la muerte. ¿Por qué malgastar todo
el ingenio de un pueblo para llegar a un resultado tan decepcionante?
Solo Dios puede
devolver al cuerpo humano, segado por la muerte, la vida que esta le
arrebató. Así lo hará con los creyentes cuando el Señor Jesús venga a
buscarlos. Como Cristo resucitó, así también los resucitará y les dará un
cuerpo semejante al de Cristo mismo; un cuerpo que nunca más tendrá que pasar
por el sufrimiento ni la muerte.
Más tarde, Dios
también resucitará a todos los que no creyeron en el sacrificio de su Hijo.
Pero estos serán juzgados y condenados a permanecer lejos de Dios, en el
tormento, pues no aceptaron la gracia que él ofrece todavía hoy. Jesús dijo:
“Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto,
vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees
esto?” (Juan 11:25-26).
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Día 4
No temas cuando se enriquece alguno, cuando aumenta la gloria de su
casa; porque cuando muera no llevará nada, ni descenderá tras él su gloria.
Salmo 49:16-17
El que se gloría, gloríese en el Señor.
2 Corintios 10:17
Un ataúd cubierto de oro
Una estrella
internacional de la música pop murió en la flor de su juventud. Para rendirle
el último homenaje, le hicieron un lujoso funeral. En todos los países del
mundo, grandes multitudes pudieron seguir el acontecimiento transmitido por
Mundovisión. Pero aquel a quien se veneraba, acostado en su ataúd cubierto de
oro, ya no podía disfrutar de la gloria terrenal.
La Biblia nos
advierte que no busquemos una gloria que no es duradera: “No se alabe el
sabio en su sabiduría, ni en su valentía se alabe el valiente, ni el rico se
alabe en sus riquezas. Mas alábese en esto el que se hubiere de alabar: en
entenderme y conocerme” (Jeremías 9:23-24). Al hombre le gusta gloriarse de
muchas maneras, de su fuerza, sus riquezas, su inteligencia... Le gusta que
sus semejantes lo alaben. Pero Dios ofrece al hombre una gloria muy
diferente, inalterable, eterna y celestial, que no depende de la capacidad
del hombre, sino de la fe en Jesús. Es la gloria de Jesucristo en el cielo:
“La gloria que me diste, yo les he dado” (Juan 17:22).
El único motivo
de gloria del cristiano es que conoce a Dios, revelado por Jesucristo. Todo
lo demás es una efímera vanidad que se termina con la muerte. A los que
depositaron su confianza en Jesucristo, la Biblia dice: “El Dios de toda
gracia, que nos llamó a su gloria eterna en Jesucristo, después que hayáis
padecido un poco de tiempo, él mismo os perfeccione, afirme, fortalezca y
establezca. A él sea la gloria y el imperio por los siglos de los siglos.
Amén” (1 Pedro 5:10-11).
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