Verso para Memorizar de mes:
Los estudiantes escriben en su cuaderno:
Título de Devocional, Cita Bíblica, 1. La reflexión y 2. Aplicación para
su vida. (Personal) TOMADOS DE LA BUENA SEMILLA
Día 1:
Estad siempre gozosos. Orad sin cesar. Dad gracias en todo. 1 Tesalonicenses
5:16-18
Oh Señor, de mañana oirás mi voz; de mañana me presentaré delante de
ti, y esperaré. Salmo 5:3
No descuidemos la
oración
El célebre
pianista Arthur Rubinstein, quien se ejercitaba tocando el piano varias horas
cada día, según parece solía decir: «Si un día descuido mi piano, lo noto; si
lo descuido dos días seguidos, mis amigos lo notarán, y si lo descuido tres
días seguidos, el público lo notará».
Tal era la
experiencia de este artista. Así es, solo mediante un ejercicio continuo
podía conservar la habilidad y delicadeza de los dedos y mantener el alto
nivel adquirido con paciencia y perseverancia.
Lo que es cierto
para la música también lo es para la oración. El creyente que la descuide
durante un período, incluso corto, sentirá cierta pérdida para la vida de su
alma. Si la descuidamos durante un período un poco más largo, nuestros amigos
notarán, en nuestro lenguaje o conducta, notas discordantes, inconsecuencias,
una falta de delicadeza a la que no están acostumbrados. Por último, si
descuidamos aún más tiempo la oración diaria, la oración que sale del
corazón, nuestro comportamiento se alterará tanto que nuestro testimonio para
el Señor se verá reducido.
Así como el
músico no puede dejar de practicar asiduamente su instrumento, el cristiano
no puede dejar la oración.
“Perseverad en la
oración, velando en ella con acción de gracias” (Colosenses 4:2). Cuando el
Señor nos responde, ¿le agradecemos? Los agradecimientos deberían formar la
base de nuestras oraciones, e incluso de toda nuestra vida (cap. 2:7; Daniel
6:10). “Dando siempre gracias por todo” (Efesios 5:20).
|
Día 2. Tarea en Familia: LOS PADRES DEBEN FIRMAR EL
CUADERNO DEVOCIONAL
Los cielos cuentan la gloria de Dios, y el firmamento anuncia la obra
de sus manos. Un día emite palabra a otro día, y una noche a otra noche
declara sabiduría. No hay lenguaje, ni palabras, ni es oída su voz.
Salmo 19:1-3
Nadie subió al cielo, sino el que descendió del cielo; el Hijo del
Hombre, que está en el cielo. Juan 3:13
El cielo
En cualquier
momento del día o de la noche en que lo contemplemos, un cielo sin nubes
siempre nos fascina. El creyente percibe la grandeza del Creador.
En la Biblia, la
palabra “cielo” evoca la morada de Dios. Cristo vino del cielo para darnos a
conocer a Dios. “A Dios nadie le vio jamás; el unigénito Hijo, que está en el
seno del Padre, él le ha dado a conocer” (Juan 1:18).
Jesús subió al
cielo después de haber resucitado de entre los muertos. “Y el Señor... fue
recibido arriba en el cielo, y se sentó a la diestra de Dios” (Marcos 16:19).
Allí lo vemos por la fe, coronado de gloria y de honor.
“Estando ellos
con los ojos puestos en el cielo, entre tanto que él se iba, he aquí se
pusieron junto a ellos dos varones con vestiduras blancas, los cuales también
les dijeron: Varones galileos, ¿por qué estáis mirando al cielo? Este mismo
Jesús, que ha sido tomado de vosotros al cielo, así vendrá como le habéis
visto ir al cielo” (Hechos 1:10-11).
Del cielo vendrá
al encuentro de los suyos. “El Señor mismo con voz de mando, con voz de
arcángel, y con trompeta de Dios, descenderá del cielo; y los muertos en
Cristo resucitarán primero. Luego nosotros los que vivimos, los que hayamos
quedado, seremos arrebatados juntamente con ellos en las nubes para recibir
al Señor en el aire, y así estaremos siempre con el Señor” (1 Tesalonicenses
4:16-17).
Tarea: ¿Que significa temer a Dios? Escríbelo en tu cuaderno.
|
Perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en
Cristo.
Efesios 4:32
Si confesamos nuestros pecados, él (Dios) es fiel y justo para
perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad.
1 Juan 1:9
El perdón
Aquel año, en
China, Surinder se convirtió al Señor Jesús. Ella sabía que esta decisión
podía costarle caro. Una mañana, mientras oraba, el mensaje del Señor llegó
muy claro a su corazón: «Perdona a todos los que te hirieron». Algunas
heridas de su pasado eran muy profundas, pero Surinder recordó lo que Jesús
había hecho por ella, cómo la había perdonado y la había llevado a él, así
que obedeció.
La siguiente
etapa fue más difícil: «Ahora ve y pide perdón a aquellos a quienes heriste y
devuelve todo lo que has guardado y que no te pertenece». A Surinder le costó
bastante esta nueva petición. Sola, en su habitación, lloró y protestó,
diciendo: «Señor, ¡me pides demasiado! Confesar mis malas acciones a Dios, de
acuerdo, pero ¿cómo voy a afrontar la humillación contándoselas a los
demás?».
Sin embargo,
cuanto más se resistía, tanto más se convencía de que eso era precisamente lo
que Dios le pedía que hiciese. Para seguir a Jesús tenía que obedecer y
olvidarse de sí misma. «Tengo que obedecerle y dejar de preocuparme por lo
que pueda pasar. Eso es su problema, no el mío», se dijo. Y Surinder
obedeció. Pidió perdón a los que había herido y devolvió lo que no le
pertenecía. Para su gran sorpresa, las consecuencias no fueron tan graves
como lo había temido.
Su confesión a
Dios y a los demás le dio una paz profunda y un gran gozo, pues la luz de la
presencia de Dios la iluminaba por completo.
|
Ni uno... está olvidado delante de Dios. Pues aun los cabellos de
vuestra cabeza están todos contados. No temáis, pues; más valéis vosotros que
muchos pajarillos.
Lucas 12:6-7
Todos tenemos
mucho valor ante Dios
A veces la vida
parece totalmente absurda, aburrida. Como el niño que descubre el mundo, la
pregunta ¿por qué? sale a menudo de nuestros labios, pero con cierta nota de
amargura. Es más, algunas personas piensan que no sirven para nada, que son
inútiles. ¡Qué drama alimentar un pensamiento así!
Querido lector,
si usted piensa una cosa así, queremos que le quede claro que todo viene de
Dios, que todo es de Dios y que todo vuelve a Dios. Si el más pequeño pájaro
tiene su razón de ser, si tiene valor para Dios, ¡cuánto más usted! Abra su
corazón, contemple la prodigiosa ingeniosidad del universo, descubra a Aquel
que pensó en todo eso. Y recuerde que ese Dios lo ama. Por eso mismo quiere
llevarle hacia él y mostrarle su inmensa bondad. ¡Ese gran Dios Creador lo
colocó aquí, y ahora, para revelársele como el único Dios justo y salvador!
Quizás usted
piense que no tiene ningún valor en sí mismo, pero él lo amó a tal punto que
sacrificó a su Hijo por usted. A Dios nadie le es indiferente, ni el pobre,
ni la persona anciana o depresiva, ni el prisionero, ni el que piensa que
todos lo han abandonado... ¡ni siquiera usted! Y si recibió a Jesús como su
Salvador, él le dio potestad de ser hecho hijo de Dios (Juan 1:12). Tal
Padre, ¿no se ocupará de su hijo?
¡Vale la pena, y
es primordial, que usted conozca al Padre! Así podrá exclamar: “Mirad cuál
amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios”, y
también: “Hemos conocido y creído el amor que Dios tiene para con nosotros.
Dios es amor” (1 Juan 3:1; 4:16).
|
Me he comportado y he acallado mi alma como un niño destetado de su
madre.
Salmo 131:2
El Señor no desecha para siempre; antes si aflige, también se
compadece según la multitud de sus misericordias; porque no aflige ni
entristece voluntariamente a los hijos de los hombres.
Lamentaciones 3:31-33
Como un niño
destetado
Antiguamente las
costumbres eran bastante radicales, y cuando una madre destetaba a su hijo
era algo conmovedor. Por su bien dejaba de alimentarlo con leche materna y le
daba un alimento más consistente y variado. Al principio el niño no
comprendía por qué lo privaban de la leche materna, ese alimento por
excelencia, por eso lloraba y gritaba... ¡La madre también sufría! Pero
después, el niño recibe de su madre un alimento más apropiado para su edad.
Sucede lo mismo
con el «destete espiritual». El Señor nos priva de lo acostumbrado a fin de
darnos algo que esté mejor adaptado a nuestro crecimiento espiritual. Como el
niño destetado, es probable que al principio no comprendamos, y que nos
irritemos. Pero volvamos pronto al Señor, con el corazón contrito y lleno de
confianza. Debemos aceptar el hecho de sentir la falta, el vacío de algo
querido, depositando toda nuestra confianza en el Señor. Si él nos priva de
algo, es para darnos algo mejor.
Esta actitud de
sumisión a menudo está mezclada de tristeza, pero sabemos que pronto veremos
el bien que el Señor tenía preparado para nosotros. Sin esperar más, podemos
sentir el alivio de un niño destetado, en la presencia de nuestro Dios y
Padre. Allí disfrutamos el reposo, la paz y el gozo, contentándonos con
descansar en sus brazos. “En Dios solamente está acallada mi alma” (Salmo
62:1).
|
Se levantó una gran tempestad de viento, y echaba las olas en la
barca, de tal manera que ya se anegaba. Y él (Jesús) estaba en la popa,
durmiendo sobre un cabezal; y le despertaron, y le dijeron: Maestro, ¿no
tienes cuidado que perecemos? Y levantándose, reprendió al viento, y dijo al
mar: Calla, enmudece. Y cesó el viento, y se hizo grande bonanza.
Marcos 4:37-39
Su almohada
Una noche, Jesús
y sus discípulos atravesaban el mar de Galilea. El comienzo de la travesía
fue tranquilo. “Mientras navegaban, él (Jesús) se durmió” (Lucas 8:23).
Cansado, el Señor se durmió en la barca, navegando sobre ese mar que había
creado. ¡Escena conmovedora que refleja perfectamente su humanidad!
Pero de repente
se levantó una tempestad. Las olas eran tan grandes que el agua empezaba a
inundar la barca, y los discípulos estaban alarmados. ¿Qué hizo Jesús?
¿También se alarmó? No... seguía durmiendo. El evangelio de Marcos añade este
maravilloso detalle: “Y él (Jesús) estaba en la popa, durmiendo sobre un
cabezal” (una almohada). Esta frase evoca la confianza que siempre tenía en
su Padre. La Palabra de Dios subraya, mediante estas escenas de la vida de
nuestro Señor en la tierra, su perfecta humanidad unida a su divinidad
todopoderosa.
Los discípulos lo
despertaron y le reprocharon su sueño apacible en medio de semejante
tormenta. “¿No tienes cuidado que perecemos?”, le dijeron. Entonces Jesús se
levantó, y con la autoridad del Dios creador, hizo callar el mar agitado para
tranquilizar a sus discípulos.
Amigos creyentes,
siguiendo el ejemplo de Jesús, aprendamos a confiar en Dios, y él nos dará
tranquilidad en medio de nuestros miedos.
|
No hay comentarios:
Publicar un comentario