Devocional Marzo 14- 19 2016

Verso para Memorizar de mes:
 Ahora bien, la fe es la garantía de lo que se espera, la certeza de lo que no se ve Hebreos 11:1

Los estudiantes escriben en su cuaderno: 1.Titulo de Devocional, 2. cita Biblia,3. la reflexión y 4. aplicación para su vida.

Día 1 Tarea en Familia: Escribe en tu cuaderno las peticiones o motivos  de oración que hay en la familia y durante la semana vas a invitarlos orar JUNTOS.

Mirad cuál amor nos ha dado el Padre, para que seamos llamados hijos de Dios... Amados, ahora somos hijos de Dios.
1 Juan 3:1-2
(Jesús dijo:) Mas tú, cuando ores, entra en tu aposento, y cerrada la puerta, ora a tu Padre... y tu Padre que ve en lo secreto te recompensará en público.
Mateo 6:6
La oración cristiana
En varias religiones la oración forma parte de la vida del fiel. A veces se trata de oraciones hechas y formuladas a un ritmo y a horas fijas, según un rito concreto... Mediante esas oraciones repetidas se espera obtener el favor de un Dios al que se teme, o al menos evitar su enojo. Es un dios lejano, inflexible, del que no se espera ninguna respuesta personal. Pero, ¿cómo ora un cristiano? Un cristiano es ante todo un hijo muy amado de Dios, por lo tanto cuando ora se dirige a su Padre. Su manera de orar es el fruto de una relación bien establecida, basada en el amor y la confianza, asociados al santo respeto que le debe a Dios.
No ora a Dios para ganar su favor, pues ya lo tiene, y para siempre (Romanos 5:2). Tampoco debe temer su ira, pues Jesucristo la soportó en su lugar en la cruz.
Un cristiano puede orar en todo momento y lugar, con respecto a cualquier tema y en cualquier circunstancia, y eso sin un preámbulo particular. Nadie le dicta su oración, esta es personal. Habla a Dios de sus preocupaciones, de sus alegrías y sus dificultades, de sus preguntas; y le da las gracias.
¿Acaso un niño solo puede hablar a su papá a ciertas horas y con frases aprendidas de memoria? Si cae y se hace daño, o si de repente se ve en peligro, ¡corre hacia su padre sin dudar y sin miedo! Le cuenta sus necesidades del momento, y esto es muy natural.
El cristiano ora a Dios basándose en el mismo principio de libertad filial.
  
Día 2 Tomado de día a día – Espiritualidad emocionalmente sana.
1 Samuel 15:22-23 El Silencio
Saúl, el primer rey de Israel, no sabía mucho acerca de guardar silencio o de escuchar a Dios. Al igual que David, era un líder militar y político bien dotado y victorioso. Sin embargo, a diferencia de David, nunca lo vemos buscando la manera de estar con Dios. En este pasaje, el profeta Samuel lo reprende por hacer muchos actos religiosos (por ejemplo, ofrecer holocaustos y sacrificios), sin detenerse lo suficiente para escuchar a Dios, y menos para hacerle caso (v.22).
Todos debemos dedicar un tiempo a guardar silencio y contemplar; en especial, los que viven en ciudades grandes, donde todo se mueve con tanta rapidez… Yo siempre comienzo en silencio mi oración, porque en el silencio del corazón es donde Dios habla. Dios es el amigo del silencio: necesitamos escucharlo, porque no es lo que nosotros decimos, si no lo que él nos dice a nosotros y dice a través de nosotros, lo que importa. La oración para el alma; como la sangre alimenta el cuerpo, así es la oración para el alma, y nos acerca más a Dios. También nos da un corazón más limpio y puro.
Un corazón limpio puede ver a Dios, puede hablar con Dios y puede ver en los demás el amor de Dios.
Una pregunta para meditar
¿Cómo podrías crear más espacio en tu vida para el silencio, con el fin de poder escuchar a Dios?
Día 3
Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.
Mateo 6:34
Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros.
1 Pedro 5:7
Él dijo: No te desampararé, ni te dejaré.
Hebreos 13:5
Lo que más me preocupa
«Lo que más me preocupa no es el presente, sino el futuro...». Hoy en día, a menudo los meses o los años por venir nos preocupan mucho más que el día presente. Sin embargo, la carga diaria sería mucho más ligera si no añadiésemos inútilmente la de los días siguientes.
Los temas que nos preocupan son múltiples: ¿Qué sucederá con mi hijo minusválido cuando yo no esté más aquí? ¿Quién se ocupará de mí cuando esté viejo? ¿Cómo podré hacer mi trabajo dentro de diez años? ¿Y si me ocurre tal o cual catástrofe?... Es muy comprensible que estos sean temas de preocupación.
Cada día trae su parte de dificultades y preocupaciones, pero el Señor pide insistentemente a los suyos echar sobre Él todas sus preocupaciones. ¿Quiere Dios que seamos descuidados, negligentes? ¡Todo lo contrario! Es normal que pensemos en el futuro; lo que el Señor nos pide es que no estemos preocupados, y tiene muchas razones para hacerlo, pues su regreso para llevar consigo a los creyentes puede tener lugar de un momento a otro. Esto significa que estaremos con él en el cielo, libres de todas las preocupaciones.
Es cierto, no sabemos qué sucederá mañana, pero sabemos que el Señor nos ama, que dirige nuestro futuro terrenal con miras a nuestro bien. ¡Los cuidados que nos dio en el pasado son una garantía para el futuro! Vivamos, pues, cada día con el Señor, apoyándonos en sus promesas llenas de amor.
Día 4
Seguid la paz con todos, y la santidad, sin la cual nadie verá al Señor.
Hebreos 12:14
Limpiémonos de toda contaminación de carne y de espíritu, perfeccionando la santidad en el temor de Dios.
2 Corintios 7:1
Siga la santidad
Un agricultor labra su campo, lo siembra, lo fertiliza y lo cultiva, pero sabe muy bien que el resultado depende de las fuerzas naturales sobre las cuales no tiene ningún poder. Es el primero en reconocer que no puede hacer germinar la semilla, ni hacer que llueva o que el sol brille para tener una mejor cosecha. Para que su trabajo sea fructífero es necesario que Dios actúe. Sin embargo, si el agricultor descuida sus responsabilidades, no tiene ninguna razón para esperar una buena cosecha.
Amigos creyentes, del mismo modo, el resultado de nuestras luchas: “resistir” y “estar firmes” (Efesios 6:11, 18) no depende solo de Dios, sino también de nosotros. Dios nos ha dado una nueva vida que halla su gozo en la santidad, la pureza, la verdad y el amor. Él quiere darnos la victoria, pero nosotros tenemos la responsabilidad de vestirnos con “toda la armadura” que él pone a nuestra disposición. Esta armadura está compuesta especialmente por la Palabra de Dios, con la cual debemos alimentar nuestra alma, y la oración, que nos permite “hallar gracia para el oportuno socorro” (Hebreos 4:16).
Nos gusta hablar de la victoria que Cristo obtuvo sobre el pecado en la cruz del Calvario, y del Espíritu Santo que nos permite ser victoriosos en nuestros combates, pero a veces olvidamos nuestra responsabilidad de vivir en santidad.
La voluntad de Dios es que vivamos alejándonos del mal. ¡Y esta lucha durará toda la vida!
Día 5
El que cree en el Hijo tiene vida eterna.
Juan 3:36
Ellos le dijeron: Cree en el Señor Jesucristo, y serás salvo.
Hechos 16:31
Si confesares con tu boca que Jesús es el Señor, y creyeres en tu corazón que Dios le levantó de los muertos, serás salvo.
Romanos 10:9
Las certezas de la fe
¡Cuán claros y simples son los testimonios expresados por los versículos del encabezamiento! ¿Por qué tantas personas rechazan la autoridad de la Palabra de Dios, oponiendo vanos razonamientos y apoyándose en sus propios sentimientos? Dicen: «Mis sentimientos no me llevan a creer», o: «No soy suficiente fiel, no amo bastante a Jesús, soy demasiado pecador». Nuestros sentimientos y razonamientos, por más honorables o juiciosos que nos parezcan, nunca tendrán el valor de los testimonios de la Escritura. Con ellos nunca tendremos paz. “Estas cosas os he escrito a vosotros que creéis en el nombre del Hijo de Dios, para que sepáis que tenéis vida eterna...” (1 Juan 5:13). Estas palabras deben disipar todo temor en el espíritu del creyente.
Creer en el Nombre del Hijo de Dios no es solo creer en la existencia de Dios, en la venida de Jesús a la tierra y en la perfección de su conducta. Es más que esto. Es, después de haber reconocido mi condición de pecador culpable ante Dios, creer en la grandeza del Hijo de Dios, en el valor del sacrificio expiatorio de Jesús, en su resurrección, su ascensión al cielo y su próximo retorno.
Es creer todo lo que la Biblia me enseña, y apropiarme esta declaración del apóstol Pablo: “El Hijo de Dios... me amó y se entregó a sí mismo por mí” (Gálatas 2:20).
Día 6
Dios es luz, y no hay ningunas tinieblas en él.
1 Juan 1:5
La sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.
1 Juan 1:7
Luz en las tinieblas
Ya era muy tarde en la noche cuando un hombre fue a visitar al predicador, a quien había escuchado el día anterior. Ahora estaba ante aquel que, horas antes, mediante su mensaje, había tocado lo más profundo de su corazón.
–Usted dijo que la gracia es inagotable en cuanto a su poder para perdonar. No sé cómo reaccionan los demás, pero yo no logro comprenderlo. Desde anoche me veo tal como soy en realidad... ¡Es insoportable!
–Tiene razón, nadie puede soportar la luz de Dios que penetra en un corazón, a menos que esté acompañada de su gracia perdonadora, le respondió el predicador. Solo la gracia divina es suficiente para todas las situaciones y para todos los hombres. Incluso si sus manos estuviesen manchadas de sangre, la compasión de Dios y su perdón estarían a su disposición.
La Biblia dice: “Si vuestros pecados fueren como la grana, como la nieve serán emblanquecidos; si fueren rojos como el carmesí, vendrán a ser como blanca lana” (Isaías 1:18). “Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos, y la verdad no está en nosotros. Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:8-9).
Después de horas de lucha y combates interiores, el hombre confesó a Dios toda la negrura de su vida. Entonces el sol de la gracia divina brilló en él y halló la paz.
“En él (Jesús) estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres. La luz en las tinieblas resplandece, y las tinieblas no prevalecieron contra ella” (Juan 1:4-5).


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