Verso para Memorizar:
Porque todo el que ha
nacido de Dios vence al mundo.
Ésta es la victoria
que vence al mundo, nuestra fe. 1 Juan 5:4
Los estudiantes escriben en su cuaderno:
Titulo de Devocional, cita Biblia, la reflexión y aplicación para su vida.
Día 1 Tarea
en Familia: Compartir en casa la idea principal de este devocional todos
juntos, leerlo y al terminar recordar los sueños que hay en familia y orar.
Luego cada persona de tu familia (si puede) escribirá en tu cuaderno eso QUE
QUIERE QUE HAGA DIOS EN LA FAMILIA.
Ejemplo: Que vivamos tranquilos, una casa propia,
que mis padres se amen, una sanidad de alguien. Etc.
Todos en la vida
tenemos sueños. Unos son realistas y alcanzables, otros no. Unos
se logran, otros no. A veces soñamos despiertos, otras, dormidos. Hay
sueños que nacen en el corazón de Dios, otros en nuestro propio corazón
y con motivaciones personales. Y los que son nacidos en el corazón de
Dios son transmitidos a aquellos que están en intimidad con El y con un
propósito específico de Dios.
Jeremías 29:11. Porque yo sé los pensamientos que
tengo acerca de vosotros, dice Dios, pensamientos de paz, y no de mal, para
daros el fin que esperáis. Mantente luchando por tus sueños.
A principios del
siglo XX, el industrial dinámico Henry Ford, se paró frente a sus empleados y
prometió hacer posible que la familia estadounidense promedio accediera al
transporte automotor. La gente se rio en voz alta, sin embargo 15
años más tarde, millones de automóviles Modelo T de Ford habían sido
comprados y vendidos a un costo de $290 cada uno.
En la década de los 40 un joven evangelista llamado Billy Graham tuvo un sueño radical. El y unos cuantos compañeros de la universidad imaginaron estadios repletos, donde la gente alejada de Dios pudiera oír la proclamación del evangelio. Millones de personas han oído predicar en vivo a Billy Graham, y más de mil millones lo han escuchado presentar el evangelio por televisión y radio.
En el año 1963,
el Dr. Martín Luther King, hijo, se puso en pie en los escalones del
monumento a la memoria de Lincoln en Washington, D.C., y pintó un cuadro de
un mundo sin prejuicios, odio o racismo. Tengo un sueño de que mis 4
hijos un día vivirán en una nación donde no serán juzgados por el color de su
piel, sino por el contenido de su carácter. Aun cuando el Dr. King fue
cruelmente asesinado, su sueño continuó vivo. Casi 40 años después su
pasión guía a la nación mientras caen las barreras raciales.
Todos estos
personajes se mantuvieron luchando por sus sueños.
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Día 2
Toda palabra de Dios es limpia; él es escudo a los que en él esperan.
No añadas a sus palabras, para que no te reprenda, y seas hallado mentiroso.
Proverbios 30:5-6
Esdras había preparado su corazón para inquirir la ley del Señor y
para cumplirla, y para enseñar en Israel sus estatutos y decretos.
Esdras 7:10
¿Cuál es mi actitud ante la Biblia?
Muchos de
nosotros podemos tener en nuestras manos y hojear la misma Palabra de Dios,
en forma de libro, es decir, la Biblia. Este libro nos muestra el testimonio
de Aquel que nos dio la vida, que quiere salvarnos, liberarnos de la
esclavitud del pecado. La Palabra de Dios me sondea siempre, si no trato de
ponerme por encima de su mensaje y permito que sus preguntas me alcancen y
actúen en mí.
Sin esta actitud
humilde, abierta y atenta, ¿qué provecho sacaré de la lectura de la Biblia?
Reconocer que la
Biblia ha sido inspirada por Dios es creer que ella es la Palabra del Dios
verdadero que se dirige a cada uno de nosotros, hombres y mujeres,
transmitida mediante numerosos escritores del pasado, pero siempre actual.
Mediante su Espíritu Dios los inspiró, palabra por palabra: “santos hombres
de Dios hablaron siendo inspirados por el Espíritu Santo” (2 Pedro 1:21; 1
Corintios 2:13).
Frente a la
Biblia nos sentimos llenos de lo que proviene de Dios y a la vez vacíos de
nosotros mismos. Dejar de lado al yo, a mis ideas y pensamientos, para
volverme a la Palabra de Dios no es solo un paso inicial, indispensable, sino
una actitud continua en nuestra vida cristiana.
Leamos la Biblia
cada día y recibámosla, no como “palabra de hombres, sino según es en verdad,
la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes” (1
Tesalonicenses 2:13).
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Día 3
El hombre y su mujer se escondieron de la presencia de Dios entre los
árboles del huerto. Mas Dios llamó al hombre, y le dijo: ¿Dónde estás tú?
Génesis 3:8-9
¿Dónde estás tú?
Las preguntas de la Biblia
La Biblia
contiene muchas preguntas, y a menudo es Dios quien interroga al hombre. Este
año nos detendremos en algunas de ellas.
La primera
pregunta que Dios hizo al hombre es muy significativa: “¿Dónde estás tú?”.
¿Dónde estaba Adán cuando Dios le habló? Se había escondido para que Dios no
lo viese; le había desobedecido y tenía la conciencia cargada; debido a ello
tenía miedo y desconfianza. Sin embargo Dios lo llamó. ¿Iba a dejarlo en ese
estado de vergüenza y ensimismamiento, y luego juzgarlo? No, Dios quería
ayudarle, deseaba su bien, por ello le habló, lo interrogó y lo invitó con
bondad a arrepentirse. Deseaba que Adán volviese a confiar en Dios, y fue lo
que sucedió: Adán reconoció que había desobedecido; escuchó lo que Dios le
dijo sobre las consecuencias de sus faltas pero también lo que había
preparado para solucionar ese problema.
Al final Adán,
confiado en la gracia de Dios, dio a su mujer este hermoso nombre: “Eva”
(palabra hebrea relacionada con el vocablo “vivir”), en tanto que la muerte
acababa de entrar en el mundo mediante el pecado (Romanos 5:12). Luego Dios
cuidó de esa primera pareja y les dio lo necesario para vestirse. Así podrían
enfrentarse a su nueva condición.
“¿Dónde estás
tú?”, es la pregunta que Dios hace a cada uno de nosotros, y yo también tengo
que hacérmela: «¿Dónde estoy? ¿Lejos de Dios? ¿Desconfiado y con mala
conciencia?». Por mi parte, he aceptado el diálogo con Dios y su veredicto
sobre mis faltas, pero, ¡qué gozo!, también acepté su gracia y su perdón.
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Día 4
spera tú un poco para que te declare la palabra de Dios.
1 Samuel 9:27
(Salomón dijo a Dios:) Da... a tu siervo corazón entendido.
1 Reyes 3:9
Tiempo para Dios
¡Estoy demasiado
ocupado; no tengo tiempo! A muchos de nosotros nos cuesta encontrar un tiempo
para escuchar a los demás, para dejar nuestras propias preocupaciones e
interesarnos en nuestro cónyuge, en nuestros hijos, en nuestros amigos... ¿Y
qué decir del tiempo que consagramos a escuchar a Dios y a hablarle?
Escuchar a Dios
significa recibir totalmente su mensaje contenido en la Biblia. Es necesario detenerse para escuchar
la palabra de Dios. Jesús nos dice: “El que oye mi palabra, y cree
al que me envió, tiene vida eterna; y no vendrá a condenación” (Juan 5:24).
Luego, para los
que han creído, escuchar a Dios significa tomar el tiempo para leer su
Palabra. ¡Es permitir que esta Palabra forme mis pensamientos! Es tratar de
comprender cuál es la voluntad de Dios para mí (Efesios 5:17). Sigamos el
ejemplo de “María, la cual, sentándose a los pies de Jesús, oía su palabra”
(Lucas 10:39). Al igual que ella, enseñados por nuestro Maestro, podremos
hacer la obra que él quiere confiarnos.
Dios desea que lo
escuchemos, pero también quiere que nos tomemos el tiempo para orarle, es
decir, hablarle sencillamente. El Señor Jesús enseñó a sus discípulos sobre
“la necesidad de orar siempre, y no desmayar” (Lucas 18:1).
Quizás a veces
estemos demasiado ocupados para orar. Entonces tratemos de modificar nuestro
ritmo de vida para consagrar tiempo a la oración. Como consecuencia,
experimentaremos la paz y la serenidad que uno siente cuando ha expuesto a
Dios sus peticiones (Filipenses 4:6-7).
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Día 5
¿Con qué limpiará el joven su camino? Con guardar tu palabra. Con todo
mi corazón te he buscado; no me dejes desviarme de tus mandamientos. En mi
corazón he guardado tus dichos.
Salmo 119:9-11
Me regocijo en tu palabra como el que halla muchos despojos.
Salmo 119:162
La palabra de Cristo more en abundancia en vosotros.
Colosenses 3:16
El haya y la ardilla
«Mientras estaba
sentado bajo un haya de gran tamaño, admiraba ese espléndido árbol entre
todos los demás y me decía: La ardilla, pequeño animal muy vivo y ligero,
aprecia este árbol aún más que yo. La veo saltar de rama en rama, y
seguramente quiere mucho a este viejo árbol porque en alguno de sus huecos
tiene su casa, las ramas le sirven de protección y el fruto de alimento. Vive
del árbol, él es toda su vida: su despensa, su casa. En cambio yo tengo mi
casa y mi comida en otro sitio.
Deberíamos imitar
a las ardillas con respecto a la Palabra de Dios, permaneciendo en ella y
viviendo de ella. Ejercitemos nuestras mentes saltando de una a otra de sus
ramas, refugiémonos en ella, hagamos de ella lo más precioso del mundo para
nuestra alma. Sacaremos gran provecho si ella se convierte en nuestra
armadura, nuestro reposo y nuestra delicia».
Con esta
comparación muy llamativa, el predicador inglés Charles Spurgeon (1834-1892)
subrayó la importancia que tiene para el cristiano permanecer en “la
Palabra”. Para ello, leámosla más y más, memoricemos sus enseñanzas, sus
promesas y sus advertencias para luchar contra la duda, la tentación y el
desánimo. Cuanto más almacenemos esta Palabra en el granero de nuestras
mentes, tanto más podremos vivirla y hacerla viva para otros.
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Día 6
Tú, oh Señor, en el principio fundaste la tierra, y los cielos son
obra de tus manos. Ellos perecerán, mas tú permaneces... Tú eres el mismo, y
tus años no acabarán.
Hebreos 1:10-12
Vosotros estad preparados; porque el Hijo del Hombre vendrá a la hora
que no pensáis.
Mateo 24:44
La tierra tiembla
El célebre
arquitecto Le Corbusier (1887-1965) escribió: «Ebria de velocidad y de
movimiento, uno diría que toda la sociedad se puso inconscientemente a dar
vueltas sobre sí misma, como un avión en barrena en medio de un banco de
bruma cada vez más opaca. De este tipo de embriaguez solo se puede salir
desembocando en la catástrofe, cuando no queda otra salida que estrellarse
contra el suelo».
En la Biblia
hallamos un análisis parecido. Hace veintisiete siglos el profeta Isaías
escribió: “Será la tierra conmovida. Temblará la tierra como un ebrio, y será
removida como una choza; y se agravará sobre ella su pecado, y caerá, y nunca
más se levantará” (Isaías 24:19-20).
En nuestros días
son muchos los que alertan a la opinión pública sobre los preocupantes desarreglos
de nuestro planeta, en los ámbitos tan variados como la ecología o la
economía; la fragilidad del equilibrio es cada vez más preocupante.
Pero esto no
sorprende a los creyentes, pues Dios nos advierte sobre el final de los
tiempos y el fin de este mundo: “Los cielos y la tierra que existen ahora,
están reservados por la misma palabra, guardados para el fuego en el día del
juicio y de la perdición de los hombres impíos” (2 Pedro 3:7). Al mismo
tiempo dirige un último llamado a esta humanidad que ama y por la cual dio a
su Hijo: “Mirad a mí, y sed salvos, todos los términos de la tierra” (Isaías
45:22).
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