Año del favor de Dios
DIA 1
En aquellos días vino Juan el Bautista predicando en el desierto de
Judea, y diciendo: Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado.
Mateo 3:1-2
Desde entonces comenzó Jesús a predicar, y a decir: Arrepentíos,
porque el reino de los cielos se ha acercado.
Mateo 4:17
Arrepentirse
Juan el Bautista
y Jesús empezaron su predicación con estas mismas palabras. ¿Por qué este
llamado apremiante a arrepentirse? Porque es el punto de partida del
Evangelio, es un paso obligatorio.
¿Qué significa
arrepentirse? En general, este verbo evoca el remordimiento por haber obrado
mal, unido al deseo de reparar la falta y no volver a cometerla. Pero esta es
una definición incompleta. En el texto original griego del Nuevo Testamento,
esta palabra significa literalmente «cambiar de pensamiento». No se refiere
solo a sentir remordimientos por el pasado, sino a tener un cambio
fundamental de perspectiva, de nuestra opinión acerca de Dios y de nosotros
mismos.
El
arrepentimiento no es, pues, un arrebato de remordimientos y autocompasión;
es primeramente una conversión, dar media vuelta, una nueva mirada sobre
nuestra vida, verla como Dios la ve. Es dejar el camino de nuestra propia
voluntad para ir al Dios vivo que se revela en su Palabra.
Es volverse “de
las tinieblas a la luz, y de la potestad de Satanás a Dios” (Hechos 26:18).
Cuando la luz del amor de Cristo entra en nuestra vida, entonces empezamos a
entender nuestro pecado y a separarnos de él.
Arrepentirse
significa estar de acuerdo con Dios sobre qué es el pecado, mis propios
pecados, para confesárselos y abandonarlos.
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DIA 2
Verso para Memorizar:
Pilato les dijo: ¿Qué, pues, haré de Jesús, llamado el Cristo? Todos
le dijeron: ¡Sea crucificado!
Mateo 27:22
Vosotros negasteis al Santo y al Justo, y pedisteis que se os diese un
homicida, y matasteis al Autor de la vida.
Hechos 3:14-15
¿A cuál de los
dos quieren en casa?
En el juicio
contra Jesús, Pilato el gobernador romano propuso al pueblo de Jerusalén
elegir entre dos hombres. Se los presentó y les preguntó a cuál de los dos
querían soltar.
El primero se
llamaba Barrabás, un famoso asesino que había fomentado un motín. Era del
mismo linaje de los que querían matar a Jesús, quien les había dicho:
“Vosotros sois de vuestro padre el diablo... Él ha sido homicida desde el
principio” (Juan 8:44).
El otro era
Jesús, el Hijo de Dios (Juan 1:18). El evangelista precisa que Jesús es la
fuente de la vida (Juan 1:4) y afirma: “Este es el verdadero Dios, y la vida
eterna” (1 Juan 5:20). Jesús mismo dijo: “Yo soy la resurrección y la vida”.
Ante esta
elección, “todos dieron voces de nuevo, diciendo: No a este, sino a Barrabás”
(Juan 18:40). Entonces soltaron a Barrabás y crucificaron a Jesús. Hoy,
¿hubiésemos hecho una elección diferente?
Esta decisión
pone en evidencia, de una manera solemne, el estado moral de la humanidad. Lo
que vemos en el mundo actual tristemente confirma que quien lo dirige es
Satanás, “el homicida”.
Sin embargo, esta
constatación no debe desesperarnos, pues las consecuencias de la muerte de
Jesús en la cruz son incalculables. Al permitir que su Hijo fuese
crucificado, Dios tenía en vista la salvación de la humanidad culpable.
¡Jesús murió, pero también resucitó! Y a toda persona que cree en él, Dios le
da la vida eterna.
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devocional en casa y escriban una conclusión acerca del tema.
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DIA 3 u palabra me fue por gozo y por alegría de mi corazón.
Jeremías 15:16
La Palabra de
Dios fortalece la fe
«Era joven y no
estaba muy firme en la fe. Un día escuché lo siguiente en una reunión
cristiana: ¿Qué va a fortalecer su fe? ¿Sus reflexiones? ¿La actualidad? ¿Lo
que piensan los demás? No, ¡la Biblia! Al leerla su alma será alimentada y
fortalecida.
Entonces
comprendí que solo la Palabra de Dios podía liberarme de mis dudas».
La Palabra es el
primer medio, empleado por el Espíritu Santo, para fortalecer nuestra fe.
Cuando estamos turbados, algunos nos dicen: «¡No hay que pensar en los
problemas, hay que seguir luchando!». Pero estos consejos no sirven de mucho,
pues solo la Palabra de Dios tiene el poder para reconfortarnos e instruirnos
a fin de que continuemos avanzando. Al leerla y pensar en ella, nuestro
corazón se apega al Señor, y por medio de ella recibimos luz y fuerza.
Para animar a
amigos creyentes, quizá sea útil evocar experiencias personales a fin de
mostrarles que podemos simpatizar con sus dificultades. Pero solo la Palabra
divina es “viva y eficaz” (Hebreos 4:12), y tiene el poder para transformar
vidas.
Si no estoy lleno
del amor divino, mi mensaje no tendrá ningún impacto positivo en el corazón
de la persona a quien trato de animar. Y no tenemos el poder para penetrar en
los corazones, como sí lo hace la Sagrada Escritura, que ha sido “inspirada
por Dios” (2 Timoteo 3:16). Dejémonos impregnar por la Palabra de Dios y
dirigir por su Espíritu para vivir y transmitir aquello que será una ayuda en
el día difícil.
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DIA 4
Así que, somos embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase
por medio de nosotros; os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios.
2 Corintios 5:20
Su última
predicación
Cuando el Titanic
se hundió en el Atlántico, en abril de 1912, un joven cristiano llamado John
Harper, quien se estaba preparando para ser misionero, se hallaba a bordo.
Cuando el barco empezó a hundirse, Harper ayudó a los demás pasajeros a subir
a los botes salvavidas, pero él no quiso subirse a ninguno de ellos: «Las
mujeres y los niños, decía, luego los incrédulos». En el último momento
incluso dio su salvavidas. Luego el Titanic se hundió en las profundas aguas.
Un pasajero
escocés que se hallaba entre los rescatados contó lo siguiente: «Estaba
flotando sobre un trozo de madera cuando un violento remolino trajo a John
Harper hacia a mí. Él también estaba agarrado a un objeto flotante, y me
gritó: ¿Usted es creyente? –No, le respondí. Entonces volvió a gritar: ¡Crea
en el Señor Jesús y será salvo! Las olas lo alejaron, pero poco después lo
volvieron a traer hacia mí. Me hizo la misma pregunta, y yo le di la misma
respuesta: No, no puedo decirle que sea salvo. Entonces me repitió: ¡Crea en
el Señor Jesús y será salvo!
Estas fueron sus
últimas palabras. Un instante después desapareció bajo las heladas aguas.
Entonces, en pleno océano y durante las trágicas horas que siguieron,
entregué mi vida al Salvador. Así fui el último hombre llevado a Dios por
medio de John Harper».
“Yo soy la
puerta; el que por mí entrare, será salvo; y entrará, y saldrá, y hallará
pastos” (Juan 10:9).
“Yo (Jesús), la
luz, he venido al mundo, para que todo aquel que cree en mí no permanezca en
tinieblas” (Juan 12:46).
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DIA
5
Está establecido para los hombres que mueran una sola vez, y después
de esto el juicio.
Hebreos 9:27
Le dijo Jesús: Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí,
aunque esté muerto, vivirá.
Juan 11:25
Morir en paz
Un artículo de un
periódico describía irónicamente la agitación y el nerviosismo de la gente de
hoy. El texto terminaba más o menos así: «Si a las 13:30 se da prisa para
almorzar, a las 14:15 ya podría estrellarse con su automóvil contra un muro.
Sobre las 14:30 ya podría estar en el hospital. Y si todavía se da prisa,
llegaría a tiempo a su propio entierro».
En efecto, mi
entierro no tendrá lugar sin mí. Durante toda nuestra vida podemos darnos
prisa sin cesar, esforzarnos para no perder nada y evitar todo lo que podría
ser desagradable, pero lo cierto es que la muerte nos alcanzará. No podremos
evitar nuestro propio entierro, y mucho menos el juicio de Dios. Esto es lo
que la Biblia dice en los versículos citados hoy.
Entonces surge
una pregunta: ¿Cómo podemos escapar al veredicto de condenación, cómo morir
en paz?
La respuesta se
resume en una palabra: ¡Jesús! Él, el Hijo de Dios que vino a la tierra,
murió en la cruz para llevar los pecados de todo el que cree en él, para
sufrir la condenación en su lugar. “El que en él cree, no es condenado” (Juan
3:18). De esta manera el creyente es liberado del justo juicio de Dios. Desde
ahora puede vivir con su corazón en paz.
Jesús dijo: “La
paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe
vuestro corazón, ni tenga miedo” (Juan 14:27).
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Los Devocionales han sido tomados de la Buena Semilla.
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