Año de la
Restauración
Agosto: Servicio
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Promesa: Yo estoy contigo. Te protegeré por
dondequiera que vayas, y te traeré de vuelta a esta tierra. No te abandonaré
hasta cumplir con todo lo que te he prometido. Génesis 28:15
En los Colegios: Cada
maestro transmite el mensaje principal de la guía devocional. Los niños en su
diario escriben:
Nombre o Tema del devocional.
Principal Aprendizaje y como lo puede poner en
práctica.
DIA 1 La palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que toda espada de
dos filos; y penetra hasta partir el alma y el espíritu, las coyunturas y los
tuétanos, y discierne los pensamientos y las intenciones del corazón. Hebreos 4:12
Tenga un encuentro con Dios
El evangelista Moody (1837-1899) contaba que unos creyentes enviaron
tratados evangélicos a hombres de la alta sociedad, miembros de un club
importante de una ciudad americana.
Un tratado titulado «¡Despierte! ¡Tenga un encuentro con su Dios!», fue
enviado a uno de ellos, muy conocido por su vida disoluta.
«¿Quién tiene la insolencia de enviarme estas tonterías?», exclamó.
Furioso contra el desconocido remitente, se levantó para quemar el tratado.
Pero en ese momento se le ocurrió la idea de enviárselo a un amigo, como
broma, para ver cómo reaccionaría. Puso el tratado en un sobre y, disimulando
su escritura, lo remitió a un amigo muy bromista. El tratado fue recibido con
una palabrota dirigida a esos «cristianos idiotas». El destinatario iba a
romper la hoja cuando sus ojos cayeron sobre el título: «¡Despierte! ¡Tenga
un encuentro con su Dios!». ¿Cómo? El hombre empezó a leerlo, y cuando
terminó, ya no quería romperlo. Su conciencia había sido alcanzada; era como
si una flecha divina hubiese alcanzado lo más profundo de su ser. Pronto se
convenció de que tenía muchas cosas que arreglar en su vida y halló el perdón
en Jesucristo.
Luego pensó en sus amigos que vivían sin preocuparse por Dios. El tratado
volvió al correo, pero esta vez iba dirigido con buen motivo a otro amigo.
Allí también el llamado de Dios alcanzó el corazón del lector.
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DIA
2 El servicio debe
ser con humildad”. Jesús lava los pies a sus discípulos.
Sabía Jesús que
el Padre había puesto todas las cosas bajo su dominio, y que había salido de
Dios y a él volvía; así que se levantó de la
mesa, se quitó el manto y se ató una toalla a la cintura. Luego
echó agua en un recipiente y comenzó a lavarles los pies a sus discípulos y a
secárselos con la toalla que llevaba a la cintura. Juan 13:4-5
Los judíos pobres andaban descalzos, y los otros
con sandalias. Un gesto de buena acogida era ordenar a su sirviente que
lavase los pies del caminante. A pesar de que dicha costumbre no existía
entre los apóstoles, pues no tenían sirvientes, Jesús quiso ser aquella noche
el sirviente. En el tiempo de Jesús los que lavaban los pies eran
aquellos esclavos considerados inservibles, porque era un trabajo sucio,
indeseable en su tiempo. El Hijo de Dios se hincó ante el ser humano, como un
esclavo inservible para lavar los pies de sus discípulos. Dios hecho Hombre
se rebaja hasta lo más bajo, al valor de un esclavo. De esa manera enseña que
la manera en que se debe servir es con humildad, para ello se requiere
despojarse “se quitó el manto” El servir no nos hace inferiores,
no nos daña la imagen, no nos quita el estatus, y aquí Jesús pone el servicio
sin restricción sin mirar que y quien, simplemente servir con humildad. En
Lucas 22:24-30, inmediatamente seguido de la Cena del Señor, hubo entre los
apóstoles una disputa acerca de quién de ellos sería el mayor. Jesús indicó
que esto sería algo natural de esperar del mundo, y Él dijo: “Pero entre
vosotros no será así” (v. 26). Gálatas 3:28 dice, “Ya no hay judío, ni
griego; no hay esclavo, ni libre; no hay varón, ni mujer; porque todos
vosotros sois uno en Cristo Jesús”. Las palabras de Jesús y el mensaje que
Pablo estaba dando no han cambiado. Hay igualdad de la verdad hallada al pie
de la cruz. La próxima vez que nos arrodillemos a lavar los pies de nuestro
hermano o hermana acordémonos de esto.
Tarea en Familia: ¿Qué debemos retirar de nosotros que nos impide servir y que no nos
permite servir con Humildad? Compartan y escriban las respuestas en familia.
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DIA 3 Habéis oído de la
paciencia de Job, y habéis visto el fin del Señor, que el Señor es muy
misericordioso y compasivo. Santiago 5:11
¿Por qué la prueba?
Una persona mayor, que había pasado por muchos sufrimientos en su vida,
me dijo: «Sabe, los que todavía no han tenido pruebas, es mejor que se vayan
preparando».
Tarde o temprano todos pasamos por momentos difíciles, preocupaciones,
tristezas, duelo... Esos sufrimientos producen reacciones muy diferentes
según las personas.
Dios permite el sufrimiento... pero el creyente sabe que Dios lo ama y
desea su bien. El libro de Job nos presenta a un creyente que había perdido
todo: sus hijos, sus bienes y su salud. El último capítulo muestra qué
aprendió Job en medio del sufrimiento:
–“Yo conozco que todo lo puedes...” (Job 42:2). Ahora Job mide su
pequeñez ante Dios.
–“Yo hablaba lo que no entendía; cosas demasiado maravillosas para mí”
(v. 3). Con humildad reconoció la sabiduría del plan divino hacia él.
–“Oye, te ruego... tú me enseñarás” (v. 4). Deseaba estar atento a lo que
Dios quería enseñarle.
–“Ahora mis ojos te ven” (v. 5). Mediante la prueba aprendió a conocer
realmente al Señor.
–“Por tanto me aborrezco...” (v. 6). Reconoce y confiesa que en su ser
interior no todo está conforme a la voluntad de Dios.
Las pruebas que Job tuvo que atravesar en su vida tenían como objetivo
mostrarle que el Señor “es muy misericordioso y compasivo”.
Aprendamos a ver a Dios cuando el dolor invade nuestro horizonte. Él
quiere llevarnos a su luz, recordarnos nuestra fragilidad y cuánto
necesitamos su gracia.
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DIA 4 Yo no he hablado por mi propia cuenta; el Padre que me envió, él me dio
mandamiento de lo que he de decir, y de lo que he de hablar. Y sé que su
mandamiento es vida eterna. Juan 12:49-50
La autoridad de Jesús
Cuando estaba en la tierra, Jesús hablaba y actuaba con autoridad.
Impresionaba a las multitudes, que decían: “Con autoridad manda aun a los
espíritus inmundos, y le obedecen” (Marcos 1:27). Sus palabras tenían un
poder desconocido hasta ese momento. Podía curar las enfermedades mediante
una simple palabra. Un oficial romano incluso le pidió: “Di la palabra, y mi
criado sanará” (Mateo 8:8). Este oficial no fue decepcionado: “Entonces Jesús
dijo al centurión: Ve, y como creíste, te sea hecho. Y su criado fue sanado
en aquella misma hora” (Mateo 8:13).
Su autoridad también fue perceptible en su enseñanza. “Les enseñaba como
quien tiene autoridad, y no como los escribas” (Marcos 1:22). Jesús no se
apoyaba en tal o cual maestro de la ley para acreditar sus declaraciones.
Simplemente afirmaba: “De cierto, de cierto os digo”.
¿De dónde tenía esta autoridad? Los evangelios nos dan la respuesta.
Jesús es más que un hombre excepcional. Es el Hijo de Dios; quiso acercarse a
su criatura para salvarla del mal y de la muerte. Su autoridad se establecía
de forma natural, porque era Dios. Era visible en toda su vida, su
comportamiento, sus palabras, porque había venido a revelar a Dios el Padre:
“Yo y el Padre uno somos” (Juan 10:30). Era el Enviado del Padre, no para
dominar, sino para liberar; no para condenar, sino para salvar a los que
confiaban en él. ¡Esto todavía es cierto hoy!
¿Ha reconocido usted la autoridad de Jesús en su vida, con confianza y
sinceridad?
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DÍA 5 DIA DE ORACIÓN, ALABANZA, EXLATACIÓN,
AGRADECIMIENTO
Salmo 25[a]
¿Quiénes son los que temen al Señor?
Él les mostrará el sendero que deben elegir. 13 Vivirán en prosperidad, y sus hijos heredarán la tierra. 14 El Señor es amigo de los que le temen; a ellos les enseña su pacto. 15 Mis ojos están siempre puestos en el Señor, porque él me rescata de las trampas de mis enemigos.
16 Vuélvete a mí y ten misericordia de mí,
porque estoy solo y profundamente angustiado. 17 Mis problemas van de mal en peor, ¡oh, líbrame de todos ellos! 18 Siente mi dolor, considera mis dificultades y perdona todos mis pecados. 19 Mira cuántos enemigos tengo, ¡y de qué manera despiadada me odian! 20 ¡Protégeme! ¡Rescata mi vida de sus manos! No permitas que me avergüencen, pues yo en ti me refugio. 21 Que la integridad y la honestidad me protejan, porque en ti pongo mi esperanza.
22 Oh Dios, rescata a Israel
de todos sus problemas. |
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