Año del favor de Dios
Verso para
Memorizar:
El Señor te mire con agrado, y te extienda su amor;
Números 6:25
DIA 1
No hay cosa creada que no sea manifiesta en su presencia (la de Dios);
antes bien todas las cosas están desnudas y abiertas a los ojos de aquel a
quien tenemos que dar cuenta. Hebreos 4:13
Los caminos del hombre están ante los ojos del Señor, y él considera
todas sus veredas. Proverbios 5:21
El culpable
Esta mañana
escuché en la radio que un ex ministro había sido llamado a rendir cuentas de
sus actividades. Al mediodía un diputado de su movimiento político precisó:
«El ministro simplemente es examinado; esto solo significa que tendrá que
responder a algunas preguntas del magistrado. Por ahora no es culpable».
Efectivamente, en
la mayoría de los países, en derecho una persona es presuntamente inocente
mientras su culpabilidad no haya sido establecida por un tribunal. Pero ante
Dios, si cometemos un acto ilegal, somos culpables, estén o no estén
establecidos los hechos por la justicia de los hombres. La falta puede
permanecer oculta y no ser demostrada nunca, pero de todas maneras fue
cometida.
Lo principal,
piensan algunos, es que no me descubran. ¡Pero esto es ver las cosas a corto
plazo! Pues habrá un día en que “Dios traerá toda obra a juicio, juntamente
con toda cosa encubierta, sea buena o sea mala” (Eclesiastés 12:14). “Ha
establecido un día en el cual juzgará al mundo” (Hechos 17:31).
Ese día aún es
futuro, pero seguro que vendrá, y el juicio será justo. Por ello es urgente
ponernos en regla con Dios. Él prometió perdonar y olvidar los pecados de
todos los que se arrepienten y creen en Jesucristo, su Hijo. Él pagó el
precio de este perdón al dar su vida por nosotros los culpables.
¡No tarde en
reconocer su culpabilidad y acepte la gracia que Dios le ofrece!
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DIA 2
Nosotros también éramos en otro tiempo... aborrecibles, y
aborreciéndonos unos a otros. Pero cuando se manifestó la bondad de Dios
nuestro Salvador, y su amor para con los hombres, nos salvó. Tito 3:3-5
La reconciliación
y el perdón
«Un día me volví
cristiano, pero un peso cargaba mi corazón. Comprendí que Dios me decía: Ve a
reconciliarte con tu suegro. Nuestra relación era mala desde hacía tiempo. A
pesar de mi temor, decidí ir a verlo. Me recibió con frialdad, pero yo di largas
explicaciones y al final le dije: Todo eso pasó, ahora conozco a Jesús como
mi Señor. Él me perdonó. Perdóname tú también; te lo suplico... Al cabo de un
momento nos dimos un abrazo.
Desde ese día nos
hemos abierto sinceramente el uno al otro, y el amor triunfó sobre el odio».
F. K.
“Sed benignos unos con otros,
misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a
vosotros en Cristo” (Efesios 4:32).
“Soportándoos
unos a otros, y perdonándoos unos a otros si alguno tuviere queja contra
otro. De la manera que Cristo os perdonó, así también hacedlo vosotros”
(Colosenses 3:13).
“Si confesamos
nuestros pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y
limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).
“Todo esto
proviene de Dios, quien nos reconcilió consigo mismo por Cristo, y nos dio el
ministerio de la reconciliación; que Dios estaba en Cristo reconciliando
consigo al mundo, no tomándoles en cuenta a los hombres sus pecados, y nos
encargó a nosotros la palabra de la reconciliación. Así que, somos
embajadores en nombre de Cristo, como si Dios rogase por medio de nosotros;
os rogamos en nombre de Cristo: Reconciliaos con Dios” (2 Corintios 5:18-20).
Tarea en familia: Compartir este
devocional en casa, hagan el ejercicio de perdonar y pedir perdón.
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DIA 3 Las muchas aguas
no podrán apagar el amor, ni lo ahogarán los ríos. Si diese el hombre todos
los bienes de su casa por este amor, de cierto lo menospreciarían. Cantares 8:7
El amor no tiene
precio
“Las muchas aguas
no podrán apagar el amor”. ¡Cuán cierto es esto con respecto al amor de Dios!
Nada pudo apagarlo y nunca habrá nada que pueda hacerlo. Dios dio a conocer
su amor por medio de los profetas, pero a menudo estos fueron rechazados y
perseguidos. Entonces nos habló a través de su Hijo muy amado, a quien envió
a este mundo. ¡Pero él tampoco fue oído! Al contrario, fue odiado, condenado
y crucificado. Sin embargo, el amor de Dios no se apagó.
En la cruz,
Cristo soportó de parte de Dios el castigo que nosotros merecíamos debido a
nuestros pecados. Dios no se vengó porque rechazamos a su Hijo, sino que lo
propuso como Salvador a todos los hombres. Jesús, crucificado, oró: “Padre,
perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34). El amor lo movía y
lo sostenía. Quería honrar la santidad de Dios y dar a los pecadores el
perdón de sus pecados.
“Si diese el
hombre todos los bienes de su casa por este amor, de cierto lo
menospreciarían”. En efecto, es ofensivo querer comprar el amor, ¡y cuánto
más el amor de Dios! ¡No puede ser comprado a ningún precio! Ese amor se
expande libremente del corazón de nuestro Señor sobre toda la humanidad.
Todos los hombres en la tierra, ricos o pobres, están en una condición de
igualdad: son incapaces de dar algo a cambio del amor divino; sin embargo
pueden recibirlo gratuitamente y decir: ¡Señor, ven a mi vida!... ¡Gracias,
Señor! Él está esperando esta respuesta a su amor.
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DIA 4
Contando a la generación venidera las alabanzas del Señor, y su
potencia, y las maravillas que hizo... a fin de que pongan en Dios su
confianza, y... que guarden sus mandamientos. Salmo 78:4-7
Recuerdos
imborrables
A mediados del
siglo 19, en América del Norte, un grupo indígena capturó a una cantidad de
niños. Varios años después, los secuestradores fueron localizados y los
padres de los niños desaparecidos pudieron ir a reconocerlos.
Entre las
numerosas madres que acudieron, una de ellas había perdido a dos de sus
hijos, un niño y una niña. Ella observó a todos esos niños que habían vivido
durante tanto tiempo en el bosque, esperando ver algún rasgo que pudiese
reconocer, pero fue en vano. Con el corazón destrozado se disponía a dejarlos
cuando de repente se le ocurrió entonar el himno que solía cantarles cuando
eran pequeños. No alcanzó a terminar la primera estrofa cuando un niño y una
niña salieron del grupo y se precipitaron a ella clamando: ¡Mamá!
Si bien es cierto
que hay muchos acontecimientos que las circunstancias de la vida nos hacen
olvidar, la enseñanza dada con cariño por los padres durante la infancia
queda grabada en la memoria de los niños. Y a veces Dios permite que unos
versículos de la Biblia o la letra de un himno que fueron oídos cuando eran
pequeños salgan a flote como un salvavidas en medio de una situación difícil.
¿Puede el Señor
decir de nosotros lo que dijo de Abraham? “Yo sé que mandará a sus hijos y a
su casa después de sí, que guarden el camino del Señor, haciendo justicia y
juicio” (Génesis 18:19).
“Oye, hijo mío,
la instrucción de tu padre, y no desprecies la dirección de tu madre; porque
adorno de gracia serán a tu cabeza, y collares a tu cuello” (Proverbios
1:8-9).
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DIA 5
Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá.
Porque todo aquel que pide, recibe; y el que busca, halla; y al que llama, se
le abrirá. Lucas 11:9-10
Amigo, préstame
tres panes
Algunas parábolas (9): Lucas 11:1-13
Resumen: Un hombre
llega de viaje a casa de un amigo. Este no tiene nada que ofrecerle, pero va
a casa de otro amigo a medianoche y le pide que le preste tres panes. Aunque
la puerta de su casa esté cerrada y su familia en cama, este amigo, a pesar
del hecho de ser molestado tan tarde, se levanta y le da “todo lo que
necesite”.
Significado: Esta
petición valiente hecha en plena noche, cuando todo el mundo dormía, ilustra
lo que es una verdadera oración, una oración que corresponde a una real
necesidad. Es una petición que se dirige con confianza a Dios, conocido como
el que da. Así, el Señor puede decirnos: “pedid, y se os dará”.
Aplicación: ¿Cómo
oramos al Señor? ¿De forma convencional, repitiendo siempre las mismas
palabras? ¡No! Seamos verdaderos, precisos, concretos. Oremos también por las
necesidades de los demás, como ese hombre que necesitaba pan para su amigo.
¿Estamos listos a responder a las
necesidades materiales o espirituales de aquellos que se acercan a nosotros
pidiéndonos ayuda? No los rechacemos; más bien escuchémoslos con amor.
Si no podemos darles una ayuda
material, oremos con ellos a nuestro Dios. Pidámosle esos “tres panes”
diciéndole simplemente lo que nos hace falta, sin temor a molestarlo. Dios
responde con amor a sus hijos, y nunca los engaña. Siempre nos da “buenas
dádivas”.
Tomados de la Buena Semilla.
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