El perdón del Rey y el Siervo que no tenía misericordia, Dev 10 2018


Año del favor de Dios



Verso para Memorizar:
Que el favor del Señor nuestro Dios esté sobre nosotros.
Confirma en nosotros la obra de nuestras manos;
sí, confirma la obra de nuestras manos.
Salmos 90:17


DIA 1
Señor, ¿cuántas veces perdonaré a mi hermano que peque contra mí? ¿Hasta siete? Jesús le dijo: No te digo hasta siete, sino aun hasta setenta veces siete.
Mateo 18:21-22
El perdón del rey y el siervo que no tenía misericordia
Algunas parábolas (3): Mateo 18:21-35
Resumen: Un rey hizo cuentas con sus siervos. Uno de ellos le debía muchísimo dinero, tanto que nunca podría pagarlo. Entonces rogó a su amo que tuviese paciencia y le prometió que le pagaría todo. El bondadoso rey anuló su gran deuda. Pero tan pronto estuvo libre de su deuda, ese siervo agredió a uno de sus consiervos exigiéndole que le pagase la pequeña cantidad de dinero que le debía. Este también le rogó que tuviese paciencia, pero el otro no lo escuchó... ¡El rey se enteró del asunto y, muy enojado, entregó su siervo a la justicia!
Significado: El rey representa a Dios, quien nos perdonó mucho, muchísimo más de lo que podríamos imaginar. El primer siervo es un creyente que, a pesar de la bondad de Dios, no aprecia su gracia. El segundo siervo es un creyente que se portó mal con otro creyente, pero al que le pide perdón.
Aplicación: Dios nos perdonó una deuda incalculable, dándonos su perdón; entonces, ¿qué son en comparación las injusticias que a veces tenemos que sufrir? El perdón divino que recibimos nos hace responsables de ser misericordiosos con los demás.
El Señor no nos reprocha ninguno de nuestros pecados, pues ¡nos perdonó todo! Pero desea que actuemos con bondad hacia nuestros hermanos creyentes y hacia todos los que nos rodean. “Sed benignos unos con otros, misericordiosos, perdonándoos unos a otros, como Dios también os perdonó a vosotros en Cristo” (Efesios 4:32).
DIA 2
El Señor... se inclinó a mí, y oyó mi clamor. Y me hizo sacar del pozo de la desesperación, del lodo cenagoso; puso mis pies sobre peña.
Salmo 40:1-2
Sacado del pantano
El barro de un pantano es una imagen del pecado en el que incluso un creyente puede caer. Al principio, el camino que conduce al pecado parece sin peligro; es como si caminásemos sobre un prado un poco esponjoso, agradable. Pero a medida que avanzamos, la hierba va desapareciendo y cada vez hay más agua. De repente el pie se hunde un poco, continuamos y nos hundimos más. Al final, a pesar de todos los esfuerzos, no podemos salir. ¡Estamos atascados, y cada esfuerzo para liberarnos agrava la situación! ¡Asustados, nos damos cuenta de que estamos perdidos! Entonces empezamos a pedir ayuda desesperadamente. Pero, ¿habrá alguien que nos escuche?
¿Esta descripción corresponde a su situación moral? ¡Entonces clame a Dios! ¡Solo él puede liberarlo! Cuéntele simplemente su angustia, no trate de embellecer las cosas. Reconozca las faltas que lo condujeron hasta allí, admita que no puede arreglárselas solo y suplique a Dios que lo salve. Él lo perdonará, gracias al amor de Jesús, quien murió en la cruz para salvar a los pecadores, y lo liberará de las cadenas del pecado.
Entonces, gracias a una relación nueva o reanudada con el Señor Jesús, basada en su amor y mediante la fe, tendrá un punto de partida firme, un fundamento para la vida, sólido como una roca.
“Qué roca hay fuera de nuestro Dios? Dios es el que me ciñe de fuerza, y quien despeja mi camino; quien hace mis pies como de ciervas, y me hace estar firme sobre mis alturas” (2 Samuel 22:32-34).

Tarea en familia: Escriban en familia por lo menos tres motivos de oración y compartan este devocional en familia.
  
DIA 3 Fiel es Dios, que no os dejará ser tentados más de lo que podéis resistir, sino que dará también juntamente con la tentación la salida, para que podáis soportar.
1 Corintios 10:13
Si aflige, también se compadece.
Lamentaciones 3:32
El gozo y la tristeza
El apóstol Pablo, encarcelado en Roma debido a su fe, escribió la carta a los filipenses. Desde su celda habló del profundo gozo que sentía en las situaciones más difíciles. Invitó a los creyentes a regocijarse en el Señor siempre (Filipenses 4:4). Escritos por un preso que se hallaba en tales circunstancias, estos consejos toman una importancia especial para el creyente de hoy.
No obstante, en esta carta, el apóstol Pablo también menciona la enfermedad de su amigo Epafrodito. Agradecido reconoce que Dios lo protegió: “Dios tuvo misericordia de él, y no solamente de él, sino también de mí, para que yo no tuviese tristeza sobre tristeza” (cap. 2:27).
Mencionar la tristeza, en una epístola que habla tanto de gozo, ¿no es una contradicción? ¡No! Pablo estaba dispuesto a soportar sin desfallecer una prueba tras otra, pues el Señor era su gozo.
El Señor nos invita a gozarnos siempre en él, pero no por eso espera que seamos insensibles al sufrimiento. Él conoce nuestra sensibilidad, nuestros límites, y nunca los sobrepasa cuando permite sufrimientos en nuestras vidas.
Amigos cristianos, confiemos siempre en la misericordia y en los cuidados de nuestro Dios hacia nosotros y hacia los que nos rodean. Él sabe, pesa y mide todo con sabiduría.
Comprobemos que las dificultades nunca quitan la esperanza, la paz ni el gozo de un cristiano.
DIA 4
Dios respondió a Samuel: No mires a su parecer, ni a lo grande de su estatura, porque yo lo desecho; porque el Señor no mira lo que mira el hombre; pues el hombre mira lo que está delante de sus ojos, pero el Señor mira el corazón.
1 Samuel 16:7
¡Es tan pequeño que no cuenta!
A finales del siglo 18, un creyente de una pequeña iglesia escocesa escribió: «Este año fue muy triste. No hubo conversión y ninguna persona fue añadida a la iglesia. Solo el pequeño Robert dijo que se había entregado a Dios. ¡Pero es tan pequeño que no cuenta!». Sin embargo, ese «pequeño Robert», cuya conversión parecía insignificante, era Robert Moffat, quien más tarde fue uno de los primeros misioneros cristianos en ir a África del sur, donde trabajó hasta el año 1870. Tradujo la Biblia a la lengua tswana.
A menudo estamos listos para juzgar la importancia de las personas en función de su apariencia. ¡Dios no actúa así! “No hay acepción de personas para con Dios” (Romanos 2:11). Hacer distinciones entre las personas, juzgar su importancia o estimar su valor según nuestros criterios, es un pecado (Santiago 2:9); es desobedecer la voluntad de Dios, quien manda amar al prójimo como a sí mismo. Cuando estuvo en la tierra, Jesús declaró: “Dejad a los niños venir a mí, y no se lo impidáis; porque de los tales es el reino de Dios. De cierto os digo, que el que no recibe el reino de Dios como un niño, no entrará en él” (Lucas 18:16-17). Lo que Jesús destaca de un niño es su fragilidad, su simplicidad y su confianza. Volverse moralmente como un niño es la condición, el pasaje obligatorio para acercarse a Dios.
DIA 5
(Jesús dijo:) Amad a vuestros enemigos, haced bien a los que os aborrecen; bendecid a los que os maldicen, y orad por los que os calumnian.
Lucas 6:27-28
No aborrecerás a tu hermano en tu corazón, razonarás con tu prójimo, para que no participes de su pecado.
Levítico 19:17
El amor ante el odio
«El odio es el primer enemigo del amor, y también el más visible. El odio endurece el corazón. Se aferra a nuestro sufrimiento y a nuestro enojo de tal manera que el otro es rechazado como inhumano. El odio desfigura nuestra mente. Nunca caiga en la tentación de volverse amargo».
Martin Luther King
«Si pudiésemos leer la historia secreta de nuestros enemigos, encontraríamos suficiente tristeza y sufrimiento como para desarmar toda nuestra hostilidad».
H. W. Longfellow
Jesús nos pide más que dejar simplemente nuestra hostilidad. Nos dice que amemos a nuestros enemigos, que oremos por ellos, que los perdonemos. Pero, ¿dónde podemos encontrar la fuerza para ello? Creyendo en Jesús. Todo hombre que ha nacido de nuevo posee la vida divina y la capacidad de imitar a su modelo, Jesús. Él no solo nos enseñó a amar a nuestros enemigos, sino que él mismo nos dio el ejemplo perfecto, sobre todo en el momento en que, crucificado, oró por sus verdugos.
Jesús no nos invita a amar de manera pasiva, dejándonos maltratar sin decir nada. Confrontar a nuestro prójimo puede formar parte del amor que le debemos. Durante el juicio de Jesús, uno de los guardias le golpeó la cara; Jesús no reaccionó con violencia, sino que puso al guardia ante su propia responsabilidad: “Si he hablado mal, testifica en qué está el mal; y si bien, ¿por qué me golpeas?” (Juan 18:23). Esta actitud probaba que Jesús lo amaba. ¡Hoy nos invita a tener un amor como el suyo!

Tomados de la Buena Semilla.

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