Año del favor de Dios
Verso para Memorizar:
Que el favor del Señor nuestro Dios esté
sobre nosotros.
Confirma en nosotros la obra de
nuestras manos;
sí, confirma la obra de nuestras
manos.
Salmos 90:17
DIA 1
Descendió lluvia, y vinieron ríos, y soplaron vientos, y golpearon
contra aquella casa; y no cayó, porque estaba fundada sobre la roca.
Mateo 7:25
Edificar sobre la
roca o sobre la arena
Algunas parábolas (2): Mateo 7:24-27
Resumen: He aquí dos
casas: una fue construida sobre la roca y la otra sobre la arena. Llegó la
tormenta... ¡la primera resistió, pero la segunda se derrumbó!
Significado: La tormenta
representa las pruebas y dificultades de la vida. La casa construida sobre la
roca es figura de una persona que recibe la enseñanza de Jesús y la pone en
práctica. La casa edificada sobre la arena representa a alguien que también
escucha estas palabras, pero no las tiene en cuenta.
Aplicación: Exteriormente
las dos casas eran muy parecidas, ¡pero veamos sus cimientos! En la primera
el constructor cavó profundamente (Lucas 6:48); fue fundada sobre la roca,
símbolo de Jesús mismo, cuyas palabras escuchamos con fe. La otra descansaba
en la “arena” de los pensamientos y los razonamientos humanos, y no en la
Palabra de Dios. Mientras las dificultades no pusieran a prueba la solidez de
la construcción, podrían confundirse.
La arena parece
apta para soportar los cimientos, pero con una condición: que no haya
corriente de agua. Lo que provocó la caída de la segunda casa fueron los
torrentes de agua: en apariencia era una casa bien construida, pero cuando la
tempestad llegó, ¡fue derribada!
Podemos conocer e
incluso comprender las palabras de Jesús, pero ¿las ponemos en práctica?
¿Estamos dispuestos a hacer lo que Jesús dice? Entonces seremos ese hombre
sabio que edificó su vida sobre la roca.
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DIA 2
Que el favor del
Señor nuestro Dios esté sobre nosotros.
Confirma en
nosotros la obra de nuestras manos;
sí, confirma la
obra de nuestras manos.
Salmos 90:17
Tarea en familia: En familia copien por favor este verso en un lugar visible de su casa.
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DIA 3 Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: Padre, en tus manos
encomiendo mi espíritu. Y habiendo dicho esto, expiró. Cuando el centurión
vio lo que había acontecido, dio gloria a Dios, diciendo: Verdaderamente este
hombre era justo.
Lucas 23:46-47
La expresión de la confianza
Las siete expresiones de Jesús en la cruz (7)
La última frase
de Jesús en la cruz, así como la primera y la cuarta, son palabras dirigidas
al Padre. Esta última había sido anunciada proféticamente en el Salmo 31:5:
“En tu mano encomiendo mi espíritu”. ¡Qué oración de confianza y amor!
La muerte del
Señor es única. El sentido que ella toma en sus últimas palabras es único.
Antes de morir, Jesús bajó la cabeza y encomendó su espíritu. ¡Este fue el
último acto de su sacrificio voluntario! Entró voluntariamente en la muerte
encomendando su espíritu a su Padre. Esta expresión resalta la grandeza y la
gloria divinas de Aquel que daba su vida. Nadie tenía el poder para quitarle
la vida: “Yo de mí mismo la pongo” (Juan 10:18). ¡Qué majestad vemos en este
acto divino que solo Jesús tenía el poder para cumplir!
Jesús se expresó
siete veces cuando estuvo en la cruz. Así como el séptimo día fue el día del
descanso y de la satisfacción de Dios (Génesis 2:2), la séptima frase
introduce a Jesús en el descanso, es decir, en las manos de Dios su Padre.
Descansó de sus obras, así como Dios descansó de las suyas (Hebreos 4:10).
Para nosotros los cristianos, esta séptima frase anuncia el descanso en
Cristo y marca el principio de la nueva creación.
Esta frase nos
anima a encomendarnos totalmente a Dios, nuestro Padre. Centra nuestra
atención en la victoria de Cristo y en su lugar junto al Padre, donde ahora
ora por usted y por mí.
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DIA 4
Aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros... lleno de
gracia y de verdad... Porque de su plenitud tomamos todos, y gracia sobre
gracia. Pues la ley por medio de Moisés fue dada, pero la gracia y la verdad
vinieron por medio de Jesucristo.
Juan 1:14, 16-17
Venid y ved
Lea Juan 4:5-30
Una mujer de
Samaria fue a sacar agua al pozo de la ciudad; allí encontró a Jesús sentado
y cansado. Esta mujer no era feliz, su corazón estaba sediento, lleno de
preguntas. Huía de sus semejantes, porque llevaba una vida moralmente
desordenada. Con pocas palabras, Jesús ganó su confianza y le reveló que
conocía todo su pasado.
Entonces la mujer
dejó su cántaro y se fue. ¿Intentaba huir de la luz que Jesús proyectaba en
su vida? No, corrió a la ciudad para llamar a aquellos de quienes huía, para
que ellos también viniesen: “Venid, ved a un hombre que me ha dicho todo
cuanto he hecho”.
Jesús había alcanzado
su conciencia, pero también había ganado su corazón. No le dijo: “Estate en
tu lugar, no te acerques a mí, porque soy más santo que tú” (Isaías 65:5).
Sin embargo, ¿quién era santo como Jesús? Jesús decía fielmente la verdad,
pero traía la gracia que permitía soportar esta verdad. En vez de hacer que
la samaritana huyese de él, la gracia de Jesús la atraía con poder. En vez de
escapar, esta mujer fue a llamar a sus conciudadanos y los invitó a ir a
Jesús.
Jesús conoce a
cada uno de nosotros, como conocía a esta mujer. Respondamos también a esta
invitación: “Venid, ved”. Y, al igual que la gente de esa ciudad, diremos:
“Ya no creemos solamente por tu dicho, porque nosotros mismos hemos oído, y
sabemos que verdaderamente este es el Salvador del mundo” (Juan 4:42).
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DIA 5
Te haré entender, y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti
fijaré mis ojos.
Salmo 32:8
El GPS
Gracias a la
recepción de señales emitidas por una red de satélites y el desarrollo de la
electrónica, existen aparatos que indican con precisión nuestra posición en
la tierra. Los GPS ahora se utilizan no solo para la navegación marítima o
aérea, sino que también pueden mostrarnos mapas de carreteras y guiarnos a
una dirección precisa mediante una voz sintética. Nos costaría comprender que
una persona perdida que tiene un GPS no quiera seguir las instrucciones que
el aparato le da.
Si comparamos
esto con nuestra vida cristiana, todos viajamos hacia la eternidad, y tenemos
la posibilidad de dejarnos conducir por un guía digno de confianza:
Jesucristo. Él declara: “Yo soy el camino” (Juan 14:6). Su enseñanza es la
verdad, nos da la “la luz de la vida” (Juan 8:12). Podemos negarnos a
escuchar su voz, pensando que somos capaces de arreglarnos solos; pero
entonces no nos extrañemos si nuestro camino nos lleva a un callejón sin
salida.
Al contrario, si
nos acercamos al Señor Jesús con sinceridad, reconociendo nuestros errores e
indecisiones, y quizá nuestra obstinación en querer vivir sin él, nos hará
oír su voz y nos enseñará el camino. La Biblia, en particular el Nuevo
Testamento, es el «mapa» que indica el buen itinerario. Escuchemos la voz de
Jesús y dejémonos guiar por él. Entonces podremos decir llenos de felicidad:
“Hazme saber el camino por donde ande, porque a ti he elevado mi alma” (Salmo
143:8).
Tomados de la Buena Semilla.
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