Uno de vosotros me va a entregar... (Jesús dijo a Pedro:) De cierto te
digo que esta noche, antes que el gallo cante, me negarás tres veces.
Mateo 26:21, 34
Si fuéremos infieles, él permanece fiel; él no puede negarse a sí
mismo.
2 Timoteo 2:13
Traiciones
Jesús fue valorado en treinta piezas de plata. Esta suma correspondía
a la indemnización que se debía pagar por la muerte accidental de un esclavo
(Éxodo 21:32). ¿Quién se atrevió a pedir esa suma? ¿Quién fue el traidor?
¿Quién entregó al Maestro? Judas, uno de sus discípulos, uno de los que Jesús
había escogido y amado. Pero seamos francos. Podemos traicionar a Jesús de
muchas maneras, o al menos no serle fieles. Lo traiciono cuando él quiere que
yo haga algo para él y no lo hago. Lo traiciono cuando actúo como si no lo
conociese, cuando tengo vergüenza de declarar ante los demás que él es mi
Salvador. Lo traiciono cuando lleno mi mente de pensamientos impuros. En todo
el bien que no hago y en todo el mal que hago, traiciono a mi Señor. ¿Pasa un
día sin que lo traicione en una acción, en palabras o en pensamientos? Y a
pesar de todo, él me ama.
Lo traicionamos, lo negamos, lo deshonramos y lo abandonamos... Esto
hubiese bastado para detenerlo en el camino del sacrificio... y sería
suficiente para que nos abandonase; pero él nos ama con un amor divino que
nada puede desanimar ni detener.
El ejemplo de Pedro nos interpela y nos consuela al mismo tiempo.
Antes de la crucifixión, Pedro dijo a Jesús: “Señor, ¿por qué no te puedo
seguir ahora? Mi vida pondré por ti. Jesús le respondió:... De cierto, de
cierto te digo: No cantará el gallo, sin que me hayas negado tres veces”
(Juan 13:37-38). Pero Jesús ya había orado por Pedro para que, a pesar de esa
negación, su fe no fallase (Lucas 22:32).
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Día 2. Tarea en Familia: Este devocional debe hacer con buen resumen en
el cuaderno y leer en FAMILIA. LOS PADRES DEBEN FIRMAR EL CUADERNO DEVOCIONAL
[El amor] todo lo cree, todo lo
espera, (1 Corintios 13.7)
En los pasillos profundos y privados de tu corazón, hay una habitación.
Se llama la “habitación del reconocimiento”. Allí van tus pensamientos cuando
encuentras cosas positivas y alentadoras sobre ese ser querido. Y de vez en
cuando, te gusta visitar este lugar especial. En las paredes, hay palabras y
frases amables que describen esos buenos atributos. Entre ellos, “inteligente” “ordenada”, “cariñoso”, “alegre”, “hermosos
ojos”, “me escucha”, “juega conmigo”, “trabaja duro” etc. Cuando piensas en
ellas, el aprecio que tienes aumenta. En realidad, cuanto más meditas en estos
atributos positivos, más agradecido te sientes por y con estas personas. Con
el pasar del tiempo, quizá te des cuenta de que ya no visitas este cuarto
especial con la misma frecuencia que antes. Esto se debe a que hay otra
habitación cercana que compite con él. Al final de otro pasillo oscuro de tu
corazón se encuentra la “habitación del menosprecio”, y por desgracia,
también vas de visita allí. En sus paredes está escrito todo lo que te
molesta y te irrita. Esto llegó allí por frustración, sentimientos heridos y
desilusión de las expectativas sin cumplir. La habitación está cubierta de
las debilidades y los fracasos, sus malos hábitos, sus palabras hirientes y
las malas decisiones están escritos con letras grandes que cubren la
habitación de pared a pared.
Si permaneces lo suficiente en esta habitación, te deprimes y
comienzas a expresar frases como: “Mí esposa es sumamente egoísta” o “Mi
esposo puede comportarse como un tonto” “Odio a mi hermano” “no debería vivir
en esta casa” “como quisiera tener otros padres”. Algunas personas escriben
frases cargadas de odio en esta habitación, en donde se ensayan los reproches
para la próxima discusión. En este lugar, las heridas emocionales se infectan
y añaden más comentarios mordaces a las paredes. Aquí se guardan las
municiones para la próxima gran pelea, y la amargura se propaga como una
enfermedad.
Pasar tiempo en la habitación del menosprecio arruina las relaciones y
las familias. Todo el mundo fracasa y tiene áreas que necesitan crecimiento.
Todos tienen asuntos sin resolver, heridas y un bagaje personal. Es un
aspecto triste del ser humano. Todos hemos pecado; pero tenemos la tendencia
lamentable de minimizar nuestros propios atributos negativos mientras que
colocamos bajo la lupa las fallas de los demás familiares.
El desafío de la semana:
Dedica algunos minutos para escribir cualidades
de los miembros de tu familia. En algún momento durante el resto del día o la
semana, elige un atributo positivo y dale gracias a esa persona por esa
característica.
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Día 3
Tú guardarás en completa paz a aquel cuyo pensamiento en ti persevera;
porque en ti ha confiado. Isaías 26:3
¿Creo, o te creo?
En el lenguaje corriente, cuando decimos: «creo», normalmente
significa: «Pienso, me parece, pero no estoy completamente seguro». En
cambio, cuando le digo a alguien: «Te creo», es como si le dijese: «Confío en
ti». Esto significa que tengo por verdadero lo que me dice. Tal es el sentido
de la fe cristiana. No es una creencia vaga, sino una profunda y serena
confianza en Dios.
La fe es un impulso interior que nos da el valor de atravesar la duda
para ir a Dios. Cuando subo a una montaña, puede suceder que tenga vértigo,
que tenga la sensación de caer. Lo importante es aguantar, aferrado a la
roca, y seguir la senda que apenas podemos distinguir. Así es la fe
cristiana: se apoya en Dios para cada paso de la vida.
Al descansar en Dios, descubro que la fe es una respuesta al llamado
de Dios, quien se acerca a mí en la persona de Cristo para salvarme del mal y
de una vida desdichada sin él. ¡Es el único camino para conocerle!
La fe está llena de ánimo, es poderosa en acción, valiente, fuerte y
siempre productiva. Produce constantemente buenas obras, porque así es su
naturaleza.
“Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo
que no se ve” (Hebreos 11:1).
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Día 4
EL AMOR CREE
LO MEJOR
Si algo digno de
alabanza, en esto pensad. (Filipenses 4:8, RVR 1995)
Vayamos
a la verdadera cuestión. El amor conoce la habitación del menosprecio y no
niega que existe. Sin embargo, elige no vivir en ella. Debes tomar la
determinación de dejar de correr a esta habitación y pasar tiempo allí luego
de cada incidente frustrante. No te hace bien y consume la alegría de tu familia.
El amor decide creer lo mejor de las personas. Se niega a completar lo que no
sabe con suposiciones negativas, y cuando nuestros mayores temores prueban
ser verdad, el amor hace todo lo posible por enfrentarlos y seguir adelante.
El amor se concentra en las cosas positivas lo más que puede. Es hora de
comenzar a pensar de otra manera, de dejar que el amor guíe tus pensamientos.
Y la única razón por la cual deberías entrar en esta habitación es para
escribir “CUBIERTO POR AMOR” con
letras inmensas en las paredes. Es hora de que pases a la habitación del
reconocimiento, te instales y la transformes. Cuando elijas meditar en todo
lo positivo, descubrirás que se podrían escribir muchas más cualidades
maravillosas de carácter en estas paredes. Hay sueños y esperanzas por
cumplir. Hay talentos y habilidades que pueden ser descubiertas, como un
tesoro escondido. Sin embargo, la elección de explorarlas comienza con una
decisión de tu parte. Debes desarrollar el hábito de frenar tus pensamientos
negativos y concentrarte en los atributos positivos. Es una decisión que
debes tomar, ya sea que lo merezca el otro o no.
El desafío de la semana:
Dedica algunos minutos para escribir cualidades
de los miembros de tu familia. En algún momento durante el resto del día o la
semana, elige un atributo positivo y dale gracias a esa persona por esa
característica.
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Día 5
El gozo del Señor es vuestra fuerza. Nehemías 8:10
El Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que
abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo. Romanos 15:13
Sus ojos se abrieron
Lucas 24:13-35
Los dos discípulos de Jesús que descendían de Jerusalén pensaban que
todo se había acabado: su Maestro había sido crucificado. Pero Jesús,
resucitado, se acercó a ellos y les dijo: “Estáis tristes”. Ellos no lo
reconocieron a primera vista. Él se interesó en lo que sentían, los escuchó,
los consoló e hizo que su corazón ardiese cuando les explicaba las
Escrituras. Por último se dio a conocer a ellos en el momento en que partió
el pan para cenar juntos.
Hoy Jesús se revela a nuestra fe. Los «ojos de nuestro corazón» deben
ser abiertos para que la tristeza se disipe y el gozo de la resurrección nos
ilumine.
Esos dos discípulos regresaron inmediatamente a Jerusalén para dar la
noticia a sus amigos. Este relato, que empieza en el camino con dos hombres
tristes, termina en medio de un grupo de creyentes que se gozan juntos.
Amigos creyentes, nosotros que creemos en la resurrección de Jesús,
¿podríamos permanecer resentidos y decepcionados, incluso si tenemos
diferentes motivos para estar tristes?
El Señor está vivo, él es la fuente de una nueva vida llena de gozo,
por ello llevemos ante su presencia todo lo que nos entristece, y gocémonos
con nuestros hermanos y hermanas. Tenemos en común la fe en su resurrección.
Esta vida en común, llena de gozo y esperanza, fue un hermoso testimonio de
la Iglesia primitiva. Todavía hoy, ella debe caracterizar a los creyentes
reunidos en torno a su Salvador vivo.
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Día 6
Testificando... acerca del arrepentimiento para con Dios, y de la fe
en nuestro Señor Jesucristo. Hechos 20:21
Arrepentíos, y creed en el evangelio. Marcos 1:15
Remordimientos y arrepentimiento
Existe una gran diferencia entre remordimiento y arrepentimiento.
Todos sentimos remordimientos en diversas ocasiones. Sentimos que
hemos actuado mal con alguien, o que hemos hecho algo malo en cierta ocasión,
y lo lamentamos. El remordimiento puede ser un sentimiento positivo, muy
intenso si somos sensibles. Conlleva una aparente humildad, pero a menudo
también una parte de orgullo y egoísmo. Nuestra conducta atenta contra la
buena opinión que teníamos, o que otros tenían, sobre nosotros. Llevado al
extremo, el remordimiento puede conducir a la desesperación. Judas es un
ejemplo solemne: después de haber entregado a Jesús por el afán de ganar
dinero, y viendo las trágicas consecuencias de su acto, se ahorcó (Mateo
27:3-5).
Contrario al remordimiento, el arrepentimiento es «hacia Dios», y eso
hace toda la diferencia. Nos lleva a considerar nuestra conducta a la luz
divina, y puede producir amargas lágrimas. Pero nunca conduce a la
desesperación, pues Dios es un Dios de perdón (Salmo 32:5). El
arrepentimiento es el camino por medio del cual Dios nos conduce a la fe en
su Hijo Jesucristo. Porque Jesús resolvió la terrible cuestión del pecado
para todos los que creen, ¡a Dios sea la gloria!
El diablo se apoderó de Judas y lo condujo a la desesperación. Pero
siempre hay esperanza para el que se arrepiente ante Dios, el Dios de
esperanza.
El arrepentimiento es el remedio que Dios ordena a cada hombre (Hechos
17:30). ¡Es necesario, pues por este medio nos lleva a él!
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