Verso
para Memorizar de mes:
En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a
Dios, sino en que él nos amó a nosotros, y envió a su Hijo en propiciación por
nuestros pecados. 1 Juan 4:10
Los estudiantes escriben en su cuaderno:
Titulo de Devocional, Cita Bíblica, 1. La reflexión
y 2. Aplicación para su vida. (Personal)
La serpiente... dijo a la mujer: ¿Conque Dios os ha dicho...? Génesis 3:1
Velad; porque vuestro adversario el diablo... anda alrededor...
Resistid firmes en la fe. 1 Pedro 5:8-9
Tomad el escudo de la fe, con que podáis apagar todos los dardos de
fuego del maligno.
Efesios 6:16
No respondamos al diablo
En tiempos del rey Ezequías, tropas
enemigas conducidas por el rey de Asiria sitiaron la ciudad de Jerusalén. Una
táctica empleada por el agresor para hacer que los asediados abandonasen el
combate era gritar en lengua hebrea palabras despectivas sobre el poder de
Dios. Pero estos habían recibido una orden formal: “No le respondáis” (2
Reyes 18:36).
Encontramos la misma sabiduría en tres
creyentes en Babilonia, quienes rehusaron adorar la estatua del rey
Nabucodonosor. Este rey los amenazó con echarlos en el horno, y para
intimidarlos, añadió: “¿y qué dios será aquel que os libre de mis manos?”. Su
respuesta fue clara: “No es necesario que te respondamos sobre este asunto”
(Daniel 3:15).
Al igual que en aquellos tiempos,
el diablo quiere destruir la confianza del creyente. Trata por todos los
medios de hacerle creer que Dios está en contra suya, que no sirve de nada
contar con Él. Quiere poner en duda el poder de Dios para liberar a los que
confían en él. ¡Su objetivo es turbarnos!
Nunca tratemos de argumentar con el
diablo; él es demasiado inteligente. ¡No discutamos con él, pues de todos
modos saldríamos perdiendo! Jesús, quien fue tentado por el diablo en el
desierto, no refutó sus mentiras. Su respuesta invariable fue citar la
Biblia: “Escrito está”, el único argumento sin réplica. Dios habló y esto es
suficiente. La Palabra de Dios es nuestra arma más eficaz contra Satanás.
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Día
2. Tarea en Familia: LOS PADRES DEBEN FIRMAR EL CUADERNO
DEVOCIONAL
El Amor Respeta
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Día 3
No erréis; las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres.
Velad debidamente, y no pequéis.
1 Corintios 15:33-34
Daniel propuso en su corazón no contaminarse.
Daniel 1:8
Agua contaminada
En la parte baja de la pradera hay
un río. ¡Qué bueno debe ser bañarse allí en el verano! Pero cuando alguien se
acerca al río, se le quitan las ganas de bañarse en él. Es como si, incluso a
los peces, les repugnase esa agua amarillenta. Ese fenómeno tiene una
explicación: algunos kilómetros más arriba, el río pasa por una capa de
arcilla y barro que colorea el agua y hace que esta no sea más transparente y
pura.
Este río ilustra lo que son los
cristianos cuando se dejan influenciar por malas compañías, se ensucian con
espectáculos malsanos, lecturas o imágenes que imprimen en la mente marcas
negativas duraderas y a veces imborrables.
Mantengámonos lo más lejos posible
de ese veneno mortal, pues no solo preservaremos nuestra propia alma. Como
cristianos, no olvidemos que somos canales a través los cuales el agua que
trae la vida de Dios debe ser transmitida. Pero, ¿para qué puede servir un
agua contaminada? Si tiene la más mínima impureza, deja de ser potable; y
estando enlodada, en vez de limpiar, ensucia. Así, los que nos rodean no
tienen ningún deseo de gustar nuestra fe...
Mostrémosles, al contrario, todo lo
que nos da el Señor Jesús, viviendo una vida que se parezca a la suya. ¡Él es
la fuente de la vida!
“Si alguno tiene sed, venga a mí y
beba. El que cree en mí, como dice la Escritura, de su interior correrán ríos
de agua viva” (Juan 7:37-38).
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Día 4
Jonás había bajado al interior de la nave, y se había echado a dormir.
Y el patrón de la nave se le acercó y le dijo: ¿Qué tienes, dormilón?
Levántate, y clama a tu Dios.
Jonás 1:5-6
¿Qué tienes, dormilón?
Las preguntas de la Biblia
Esta pregunta sorprendió a Jonás
mientras dormía en el barco que lo alejaba de su país. Pensaba que así
escaparía de Dios, pero, ¿cómo escapar de Aquel que ve todo?
Jonás era un siervo de Dios, un
profeta que había recibido una misión: llevar a los habitantes de Nínive un
solemne mensaje: “De aquí a cuarenta días Nínive será destruida” (Jonás 3:4).
En su bondad, Dios quiso advertirles antes de que el juicio los alcanzara,
para que pudieran arrepentirse y se les concediese la gracia.
Jonás había comprendido muy bien
esto, pero temía perder su reputación de profeta si el juicio que debía
anunciar no se ejecutaba debido a esta gracia. Por ello no quiso obedecer y
prefirió huir. Dios habló a Jonás en aquel rincón del barco, y para hacer que
se arrepintiese empleó a marineros que no conocían a Dios.
En mi vida, ¿no huyo a veces porque
quiero escapar de mi responsabilidad? Sin huir a los confines de la tierra,
quisiera evadir mi deber. Las buenas razones que alego confirman mi
desobediencia. Entonces trato de esconderme o me enredo en los afanes de la
vida hasta perder la conciencia de la presencia del Señor. Pero la voz divina
se dirige a mí: “¿Qué tienes, dormilón?”. El Señor pone en nuestro camino
numerosas ocasiones para dar testimonio de él. No sigamos el camino de Jonás;
más bien digamos: “Heme aquí, envíame a mí” (Isaías 6:8).
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Día 5
Estad quietos, y conoced que yo soy Dios. Salmo 46:10
Mirad, pues, con diligencia cómo andéis, no como necios sino como
sabios.
Efesios 5:15
¿Corremos u oramos?
Que llueva o que haga sol,
descubrimos las hermosuras que brotan del cielo o de la tierra, los colores,
las luces propias a cada estación, las que, en muchos países, no volveremos a
ver hasta el año siguiente. Pero arrastrados por la agitación de la vida
actual, ¡tal vez ni siquiera percibimos las maravillas de la naturaleza y los
cambios de estación!
Frente a todo lo que se nos
presenta, ¿cómo administramos nuestras prioridades? Lo que hoy es posible,
mañana quizá ya no lo sea. ¡Muchos padres, por ejemplo, lamentamos no haber
dedicado más tiempo a nuestros hijos!
Más allá de la tierra está lo
concerniente a la eternidad. La Biblia dice: “Si oyereis hoy su voz (la voz
de Dios), no endurezcáis vuestros corazones” (Hebreos 4:7). Es hoy cuando
debemos responder al llamado de Dios, recibir su Palabra que salva y nos da
una nueva vida. Mañana tal vez ya no sea posible ir a Dios.
Cristianos, detengámonos para
escuchar la Palabra de Dios, para orar y alabarle. ¿De qué sirve estar
corriendo siempre, si no podemos orar? Aprendamos a vivir cada día unidos por
la fe al Señor Jesús, tomando tiempo para hablar con él por medio de la
oración y para renovarnos mediante la lectura de la Biblia; apartemos tiempo
para estar con él. Entonces nuestra vida será armoniosa. Dios nos ayudará
para cada actividad que debamos hacer. ¡Así es la confianza de la fe!
“Dios, Dios mío eres tú; de
madrugada te buscaré; mi alma tiene sed de ti, mi carne te anhela, en tierra
seca y árida donde no hay aguas” (Salmo 63:1).
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Día 6
Llegó Jesús con ellos a un lugar que se llama Getsemaní, y dijo a sus
discípulos: Sentaos aquí, entre tanto que voy allí y oro. Mateo 26:36
Comenzó a entristecerse y a angustiarse en gran manera. Entonces Jesús
les dijo: Mi alma está muy triste, hasta la muerte. Mateo 26:37-38
En el huerto de Getsemaní
Jesús estaba allí, en el huerto de
Getsemaní, la víspera de su arresto. En medio de un terrible combate
espiritual, oró intensamente, y “era su sudor como grandes gotas de sangre
que caían hasta la tierra” (Lucas 22:44). ¿Fue en ese momento cuando expió nuestros
pecados? No, esto tendría lugar en la cruz.
En aquel huerto anticipó lo que
serían para él los sufrimientos de la cruz: llevar sobre sí nuestros pecados,
ser castigado por Aquel en quien siempre había confiado. Ese sufrimiento
extremo, esos clamores y esas lágrimas muestran las profundidades de su alma
“muy triste, hasta la muerte”.
En la comunión con Dios, el Señor
consideró por anticipado todo lo que iba a sufrir. Como era un hombre
perfecto, rechazaba la idea de ser identificado con el pecado, pero eso era
necesario para el perdón de los pecados, y esa era la voluntad de Dios. La
expiación de nuestros pecados fue efectuada en la cruz, durante las horas de
tinieblas. Pero en Getsemaní el Señor aceptó, por sumisión y amor, lo que iba
a cumplir en la cruz.
Cuando, por la gracia de Dios, una
persona se arrepiente, comprende un poco cuán horroroso es ante Dios su
pecado, pero no puede hacer nada para borrarlo. El Señor, quien no tenía
falta alguna, siguió su camino hasta la cruz; sufrió todo el juicio que
merecían nuestros pecados.
Ante una justicia así y un amor tan
grande, guardamos silencio y adoramos.
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