Devocional 24 Agosto 24-29
2015
Palabra Rhema del año: “Todos los que salgan
vencedores se sentarán conmigo en mi trono, tal como yo salí vencedor y me
senté con mi Padre en su trono”. Apocalipsis 3:21
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Frase para resaltar del mes: En CDA
Colombia declaramos:
SER
influencia.
Decidimos que
amamos a nuestro prójimo, quien quiera que sea y donde quiera que este.
TEMA: CONQUISTA DE LA FAMILIA PARA DIOS
Verso del Mes: Debes comprometerte con todo tu ser a
cumplir cada uno de estos mandatos que hoy te entrego. Repíteselos a tus
hijos una y otra vez. Habla de ellos en tus conversaciones cuando estés en tu
casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te
levantes. Deuteronomio 6:6-7
(Los estudiantes deben escribir en su cuaderno diario: la cita Bíblica,
eje Hebreo 10:23 y una frase completa diciendo QUE EL HABLO DIOS PERSONALMENTE
EN EL DEVOCIONAL)
PRIMER DIA DE LA SEMANA. RECONCILIACIÓN CON EL
PROJIMO
Por tanto, si traes tu ofrenda al altar, y allí te acuerdas de que tu
hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda delante del altar, y anda,
reconcíliate primero con tu hermano, y entonces ven y presenta tu ofrenda. Mateo
5:23-24
Cuando creemos en el Señor Jesús, Dios nos reconcilia consigo
mismo sacando de nuestros corazones la hostilidad y poniendo en su lugar la
confianza y el amor por él. ¡Pero Dios no se detiene ahí! Él nos lleva a
reconciliarnos con aquellos con quienes tenemos algún conflicto. La enseñanza
de Jesucristo es muy clara a este respecto, tal y como lo muestra el versículo
citado en el encabezamiento de esta hoja. Reconciliarse con su hermano es
incluso primordial. ¡Esto debe preceder el hecho de ofrecer algo a Dios! Como
dijo un hermano: «El Salvador no admite que el discípulo pueda entrar en
comunión con Dios por su ofrenda, mediante la oración, mientras no esté
reconciliado con su hermano; y toda conciencia cristiana confirma este juicio».
Amigos cristianos, no nos resignemos ante las tensiones y los conflictos. Mediante su Espíritu, el Señor nos ayuda a enfrentarnos a ellos humildemente, pero con valor. Sólo por la fe podemos dar estos pasos para la reconciliación, contando con la fuerza del Señor. Quizás el otro no lo acepte, pero yo debo dar el primer paso. ¡El Señor estará conmigo!
Cuando los cristianos viven de manera práctica el poder de la reconciliación, aprenden a amarse “de hecho y en verdad” (1 Juan 3:18). Su comprensión mutua es más profunda, la aceptación recíproca más verdadera y la espontaneidad de los unos a los otros más grande.
¡Qué testimonio del poder del Evangelio!
Amigos cristianos, no nos resignemos ante las tensiones y los conflictos. Mediante su Espíritu, el Señor nos ayuda a enfrentarnos a ellos humildemente, pero con valor. Sólo por la fe podemos dar estos pasos para la reconciliación, contando con la fuerza del Señor. Quizás el otro no lo acepte, pero yo debo dar el primer paso. ¡El Señor estará conmigo!
Cuando los cristianos viven de manera práctica el poder de la reconciliación, aprenden a amarse “de hecho y en verdad” (1 Juan 3:18). Su comprensión mutua es más profunda, la aceptación recíproca más verdadera y la espontaneidad de los unos a los otros más grande.
¡Qué testimonio del poder del Evangelio!
Pensamiento para la familia, reconciliarse con los cercanos con nuestros familiares es vivir en paz.
SEGUNDO DIA DE LA SEMANA. LA CULPA ES DE…
Así dijo el Señor… ¿Se olvidará la mujer de lo que dio a luz, para dejar
de compadecerse del hijo de su vientre? Aunque olvide ella, yo nunca me
olvidaré de ti. Isaías 49:8, 15
Como aquel a quien consuela su madre, así os consolaré yo a vosotros. Isaías 66:13
En tiempos del rey Joram, el pueblo de Israel había abandonado a
Dios y sus mandamientos. Entonces Dios permitió una hambruna, anunciada por
Eliseo, su profeta.
En la ciudad de Samaria el rey (hijo de Acab, un rey injusto y asesino) se enteró de las condiciones atroces en las que morían algunos niños. Inmediatamente ese rey rasgó sus vestiduras en señal de indignación. Su conclusión se impuso: la culpa era de Eliseo, el representante de Dios (2 Reyes 6:24-33).
Hoy, cuando evocamos el sufrimiento de los niños, ¿a quién acusamos inmediatamente? ¡A Dios! Los hombres más duros se conmueven cuando piensan que los niños sufren injustamente. Y aunque Dios no les importe en absoluto, para ellos la conclusión es evidente: ¡la culpa es de Dios!
Acusamos a Dios, nos rebelamos contra él y lo juzgamos: si ve nuestros sufrimientos y calla, es porque es indiferente, insensible y duro. ¿De qué sirve volvernos a él? Entonces lo eliminamos de nuestros pensamientos, e incluso llegamos a negar su existencia.
Es cierto que Dios permite el sufrimiento. ¡Éste siempre será un misterio! Pero Su silencio no es indiferencia. Aquel que puso el amor maternal en el corazón de una madre, ¿será duro e insensible? Y nosotros, sus criaturas, ¿seríamos mejores y más tiernos que el que nos hizo?
No, ¡Dios no es indiferente a nuestros sufrimientos! Nos mostró la realidad de su amor por nosotros cuando su Hijo fue crucificado para salvar a todo el que cree en él (Romanos 5:8).
En la ciudad de Samaria el rey (hijo de Acab, un rey injusto y asesino) se enteró de las condiciones atroces en las que morían algunos niños. Inmediatamente ese rey rasgó sus vestiduras en señal de indignación. Su conclusión se impuso: la culpa era de Eliseo, el representante de Dios (2 Reyes 6:24-33).
Hoy, cuando evocamos el sufrimiento de los niños, ¿a quién acusamos inmediatamente? ¡A Dios! Los hombres más duros se conmueven cuando piensan que los niños sufren injustamente. Y aunque Dios no les importe en absoluto, para ellos la conclusión es evidente: ¡la culpa es de Dios!
Acusamos a Dios, nos rebelamos contra él y lo juzgamos: si ve nuestros sufrimientos y calla, es porque es indiferente, insensible y duro. ¿De qué sirve volvernos a él? Entonces lo eliminamos de nuestros pensamientos, e incluso llegamos a negar su existencia.
Es cierto que Dios permite el sufrimiento. ¡Éste siempre será un misterio! Pero Su silencio no es indiferencia. Aquel que puso el amor maternal en el corazón de una madre, ¿será duro e insensible? Y nosotros, sus criaturas, ¿seríamos mejores y más tiernos que el que nos hizo?
No, ¡Dios no es indiferente a nuestros sufrimientos! Nos mostró la realidad de su amor por nosotros cuando su Hijo fue crucificado para salvar a todo el que cree en él (Romanos 5:8).
TERCER DIA DE LA SEMANA. LOS
EFECTOS DEL ESPIRITU SANTO
Habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y
habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa. Efesios
1:13
Por un solo Espíritu fuimos todos bautizados en un cuerpo… y a todos se nos dio a beber de un mismo Espíritu. 1 Corintios 12:13
Después de su resurrección, Cristo volvió al cielo. Más tarde, el
día de Pentecostés, se cumplió lo que había prometido: el Espíritu Santo
descendió a la tierra para, en lo sucesivo, morar en los creyentes. Este hecho
estuvo acompañado de efectos (secundarios) espectaculares. Era el comienzo de
la cristiandad, un período transitorio relatado en los Hechos de los apóstoles
en que Dios testificaba “juntamente con ellos (los apóstoles), con señales y
prodigios y diversos milagros” (Hebreos 2:4). De esta manera era confirmada la
nueva obra de Dios, hasta que la doctrina del cristianismo fuera revelada
enteramente y “la palabra de Dios” fuese completada (Colosenses 1:25-26).
Hoy día, cuando una persona cree por la fe en Jesucristo y en consecuencia recibe el Espíritu Santo, ya no se producen fenómenos exteriores visibles, sino un efecto interior: “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios” (Romanos 8:16). Hace causa común con nuestro propio espíritu y nos muestra que somos hijos de Dios.
El Espíritu guía a los creyentes para que disciernan y hagan la voluntad de Dios. “Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios” (Romanos 8:14). El mismo Espíritu viene a morar en cada uno de ellos. Por eso su cuerpo es “templo del Espíritu Santo” (1 Corintios 6:19). Finalmente, el Espíritu Santo es el que une a todos los cristianos en el único cuerpo espiritual (la Iglesia), cuya cabeza es Cristo, el Señor glorificado en el cielo.
Hoy día, cuando una persona cree por la fe en Jesucristo y en consecuencia recibe el Espíritu Santo, ya no se producen fenómenos exteriores visibles, sino un efecto interior: “El Espíritu mismo da testimonio a nuestro espíritu, de que somos hijos de Dios” (Romanos 8:16). Hace causa común con nuestro propio espíritu y nos muestra que somos hijos de Dios.
El Espíritu guía a los creyentes para que disciernan y hagan la voluntad de Dios. “Todos los que son guiados por el Espíritu de Dios, éstos son hijos de Dios” (Romanos 8:14). El mismo Espíritu viene a morar en cada uno de ellos. Por eso su cuerpo es “templo del Espíritu Santo” (1 Corintios 6:19). Finalmente, el Espíritu Santo es el que une a todos los cristianos en el único cuerpo espiritual (la Iglesia), cuya cabeza es Cristo, el Señor glorificado en el cielo.
CUARTO DIA DE LA SEMANA. ¿Somos como los bonsáis o
como los árboles del bosque?
El varón que confía en el Señor… será como el árbol plantado junto a las
aguas, que junto a la corriente echará sus raíces, y no verá cuando viene el
calor, sino que su hoja estará verde; y en el año de sequía no… dejará de dar
fruto. Jeremías 17:7-8
En un parque municipal y jardín botánico de París (Francia)
visitamos una exposición de bonsáis. Allí vimos un haya en miniatura que tiene
60 años pero su tamaño es como el de una gran coliflor. Sus hojas no son más
anchas que una uña. También vimos un arce de 80 años cuyas raíces caben en una
simple maceta. Se puede obtener este resultado, contrario a la naturaleza,
tallando las raíces y manteniendo el vegetal al límite de la supervivencia.
¿Será posible que nuestra vida cristiana se parezca a esos árboles en miniatura? Nuestra vida espiritual tiene cierta autenticidad, pero a veces parece tan débil, tan triste. ¡Le falta el verdadero gozo, el aire, el testimonio! Dios creó a los árboles para que crezcan en el bosque y no para que vegeten en una estantería.
Nos salvó y desea que la nueva vida que nos transmitió se exprese libremente. Estamos en un mundo donde la violencia y la falta de pudor son más visibles cada día. Dios quiere que seamos testigos fieles que reflejen la paz, el amor, el gozo que nos comunica si vivimos cerca de él, fuente de la vida. Jesús dijo: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí… de su interior correrán ríos de agua viva” (Juan 7:37-38). Entonces nuestra vida interior se desarrollará y no permaneceremos sumidos en nosotros mismos. Tendremos el valor de proclamar que Jesús es nuestro Salvador y que quiere y puede ser el Salvador de todos los hombres.
¿Será posible que nuestra vida cristiana se parezca a esos árboles en miniatura? Nuestra vida espiritual tiene cierta autenticidad, pero a veces parece tan débil, tan triste. ¡Le falta el verdadero gozo, el aire, el testimonio! Dios creó a los árboles para que crezcan en el bosque y no para que vegeten en una estantería.
Nos salvó y desea que la nueva vida que nos transmitió se exprese libremente. Estamos en un mundo donde la violencia y la falta de pudor son más visibles cada día. Dios quiere que seamos testigos fieles que reflejen la paz, el amor, el gozo que nos comunica si vivimos cerca de él, fuente de la vida. Jesús dijo: “Si alguno tiene sed, venga a mí y beba. El que cree en mí… de su interior correrán ríos de agua viva” (Juan 7:37-38). Entonces nuestra vida interior se desarrollará y no permaneceremos sumidos en nosotros mismos. Tendremos el valor de proclamar que Jesús es nuestro Salvador y que quiere y puede ser el Salvador de todos los hombres.
QUINTO DIA DE
LA SEMANA: AGRADECIMIENTO
Salmo 118
1 ¡Den gracias al Señor,
porque él es bueno!
Su fiel amor perdura para siempre.
Su fiel amor perdura para siempre.
2 Que todo Israel repita:
«Su fiel amor perdura para siempre».
3 Que los descendientes de Aarón, los sacerdotes, repitan:
«Su fiel amor perdura para siempre».
4 Que todos los que temen al Señor repitan:
«Su fiel amor perdura para siempre».
«Su fiel amor perdura para siempre».
3 Que los descendientes de Aarón, los sacerdotes, repitan:
«Su fiel amor perdura para siempre».
4 Que todos los que temen al Señor repitan:
«Su fiel amor perdura para siempre».
5 En mi angustia oré al Señor,
y el Señor me respondió y me liberó.
6 El Señor está de mi parte, por tanto, no temeré.
¿Qué me puede hacer un simple mortal?
7 Así es, el Señor está de mi parte; él me ayudará;
miraré triunfante a los que me odian.
8 Es mejor refugiarse en el Señor
que confiar en la gente.
9 Es mejor refugiarse en el Señor
que confiar en príncipes.
y el Señor me respondió y me liberó.
6 El Señor está de mi parte, por tanto, no temeré.
¿Qué me puede hacer un simple mortal?
7 Así es, el Señor está de mi parte; él me ayudará;
miraré triunfante a los que me odian.
8 Es mejor refugiarse en el Señor
que confiar en la gente.
9 Es mejor refugiarse en el Señor
que confiar en príncipes.
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