El Perdón
de Dios.
¿Qué Dios como tú, que perdona la
maldad, y olvida el pecado del remanente de su heredad? No retuvo para siempre
su enojo, porque se deleita en misericordia.
El volverá a tener misericordia de
nosotros; sepultará nuestras iniquidades, y echará en lo profundo del mar todos
nuestros pecados. Miqueas 7:18-19.
Olvida Dios la Deuda que acarreo el pecado, no olvida el suceso.
No se mantiene ENOJADO. Se deleita en la misericordia y la Sangre de
Jesucristo Limpia el pecado.
Para lograr tener un corazón perdonador es indispensable conocer y
experimentar el perdón, acerca del perdón, Mattew
Henry escribe: Cuando quita la culpa del pecado, para que no pueda
condenarnos, el Señor rompe el poder del pecado para que no tenga dominio de
nosotros. Si somos dejados solos, nuestros pecados serán demasiado duros para
nosotros, pero la gracia de Dios será suficiente para someterlos de modo que no
nos gobiernen, y entonces no nos destruirán. Cuando Dios perdona el pecado, se
cuida de que nunca sean recordados contra el pecador. Él arroja sus pecados al
mar; no cerca de la playa donde pueden reaparecer, sino en lo profundo del mar,
para que nunca salgan a flote otra vez. Todos sus pecados serán arrojados allí,
porque cuando perdona el pecado, Dios lo olvida por completo. Él perfeccionará
lo que nos concierne y con esta buena obra hará por nosotros todo lo que
nuestro caso requiera y que Él ha prometido. El Señor cumplirá su verdad
y misericordia, ni una tilde ni una coma suyas caerán al suelo; fiel es el que
ha prometido, que también lo hará.
¡Vayamos al Calvario
para entender cómo podemos ser perdonados. Y quedémonos allí meditando para
aprender a perdonar. Carlos Spurgeon.
¿Defina por favor la palabra Perdón? ¿Para usted
qué es el Perdón de Dios?
Todos nosotros hemos experimentado momentos de
remordimiento, particularmente cuando hemos hecho algo que viola los principios
de Dios. Esos son momentos en los que necesitamos saber que el perdón es una
parte esencial de la comunión con Dios.
Quienes no puedan comprender esto podrán pasarse toda la vida presos de sentimientos de culpa y pesar. Aun cuando el perdón les ha sido otorgado en Cristo, ellos luchan con una sensación de insuficiencia debido a algo que sucedió años atrás. El deseo fundamental de Dios es que nosotros experimentemos la liberación que acompaña a toda decisión de aceptar su perdón y su gracia.
Quienes no puedan comprender esto podrán pasarse toda la vida presos de sentimientos de culpa y pesar. Aun cuando el perdón les ha sido otorgado en Cristo, ellos luchan con una sensación de insuficiencia debido a algo que sucedió años atrás. El deseo fundamental de Dios es que nosotros experimentemos la liberación que acompaña a toda decisión de aceptar su perdón y su gracia.
Podemos argumentar que nuestro pecado es demasiado grande para que Dios lo perdone, pero eso no es verdad. Dios es superior a cualquier pecado; su amor por nosotros es incondicional y eterno. La Biblia nos dice que cuando buscamos su perdón, en su fidelidad Él nos limpiará y nos perdonará. "Si confesamos nuestros pecados, El es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad" (1 Juan 1:9).
Dios nos ha amado desde el principio del tiempo y ha designado a Jesucristo para ser nuestro Redentor, Defensor e Intercesor (Isaías 60:16; 25:4; Romanos 8:34; 1 Juan 2:1). En la actualidad Él está a la diestra de Dios como nuestro Abogado perpetuo. Su sacrificio por el pecado, ofrecido de una vez y para siempre, ha conseguido nuestro perdón total (Hebreos 10:14-18).
El Señor Jesús no nos ve y luego decide si somos dignos de merecer su perdón; Él sabe que no lo somos.
Su perdón es incondicional y está basado en su amor eterno por la humanidad y expresado en el sacrificio expiatorio de la muerte de Cristo a favor nuestro. Si hubiera algo que nosotros pudiéramos hacer (o no hacer) para merecer su perdón, entonces el perdón de Dios no estaría basado en la gracia sino en nuestra actuación. Por Charles Stanley.
Tarea en familia: Responder la pregunta ¿Porque es importante el perdón de
Dios en nuestras vidas?