Año de la Restauración
Volveos a la
fortaleza, oh prisioneros de esperanza;
hoy también os
anuncio que os restauraré el doble. Zacarías 9:12
Abril LEALTAD
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DIA 1 (Pilato
dijo a Jesús): ¿A mí no me hablas? ¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte,
y que tengo autoridad para soltarte? Respondió Jesús: Ninguna autoridad
tendrías contra mí, si no te fuese dada de arriba.
Juan 19:10-11
¿A mí no me
hablas?
Algunas preguntas de la Biblia
Esta fue la
pregunta hecha por un juez a un acusado que comparecía ante su tribunal. El
juez era Pilato, el gobernador romano de Jerusalén que tenía autoridad para
decidir si el acusado debía vivir o morir. El acusado era Jesús, detenido
como malhechor. A Pilato le sorprendió que Jesús no respondiese a todas sus
preguntas y que no hablase para defenderse, e insistió: “¿A mí no me hablas?
¿No sabes que tengo autoridad para crucificarte?”. Entonces Jesús le
respondió que no tendría ningún poder si Dios no se lo hubiese dado.
La actitud de
Jesús nos muestra en qué casos hay que callar o responder cuando alguien nos
interroga. Jesús no habló para defenderse, sino más bien para llevar a su
juez a reconocer la verdad. Cumplió la profecía que dice: “Como oveja delante
de sus trasquiladores, enmudeció” (Isaías 53:7), y al mismo tiempo “dio
testimonio de la buena profesión” (1 Timoteo 6:13).
Fácilmente nos
inquietamos cuando somos interrogados sobre nuestra fe. Jesús lo sabe muy
bien, por eso nos dice: “No os preocupéis por lo que habéis de decir, ni lo
penséis, sino lo que os fuere dado en aquella hora, eso hablad; porque no
sois vosotros los que habláis, sino el Espíritu Santo” (Marcos 13:11).
Hablemos de nuestra fe en el momento adecuado y experimentaremos la ayuda del
Señor en las situaciones difíciles.
“Estad siempre
preparados para presentar defensa con mansedumbre y reverencia ante todo el
que os demande razón de la esperanza que hay en vosotros” (1 Pedro 3:15).
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DIA 2 Aunque
de nada tengo mala conciencia, no por eso soy justificado; pero el que me
juzga es el Señor.
1 Corintios 4:4
Dios es el que justifica.
Romanos 8:33
Hacer el balance
Hacer el balance
sobre nuestra vida significa juzgar entre lo bueno y lo malo, entre lo
verdadero y lo falso, lo útil y lo inútil... ¡suponiendo que seamos capaces
de hacer esa evaluación!
En cada uno de
nosotros hay un indicador que puede ayudarnos, es nuestra conciencia. En el
origen latino de esta palabra está la idea de «saber». Pero como no sabemos
todo, nuestra conciencia es obligatoriamente limitada. Por lo tanto es
difícil hacer el balance, es difícil estar en paz, pues sería muy pretencioso
creer que aquel que lo sabe “todo”, es decir, Dios, tiene la misma manera de
ver las cosas que yo.
La Biblia habla
mucho del bien y del mal, de justicia y de injusticia. Ella es la Palabra del
Dios vivo; estemos, pues, atentos a sus advertencias. Ella revela algunas
exigencias de Dios, entre las cuales hallamos: “Temerás a Dios”, “amarás a tu
prójimo”, “no codiciarás”, “no cometerás adulterio”, etc. Nadie puede pretender
haber respetado íntegramente sus exigencias. Para Dios todos somos culpables,
pero también todos podemos ser absueltos, justificados, liberados
definitivamente de toda acusación. Dios mismo dio el medio para salvarnos, a
Jesucristo, quien fue condenado en nuestro lugar. El castigo que merecían
nuestros pecados cayó sobre él (Isaías 53:5), entonces al fin podemos tener
buena conciencia ante Dios. Y ahora nos invita, con bondad, a confiar en él y
agradecerle.
“Os he puesto
delante la vida y la muerte, la bendición y la maldición; escoge, pues, la
vida, para que vivas tú” (Deuteronomio 30:19).
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DIA 3 (Jesús
dijo:) El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ese es el que me ama.
Juan 14:21
Matrimonio y
familia
Algunos
consideran el matrimonio como una institución social anticuada, otros temen
comprometerse de forma duradera. Los que tuvieron una infancia difícil
consideran la familia como un lugar de conflictos entre generaciones de
épocas profundamente diferentes. La convivencia entre amigos parece más atractiva,
menos exigente. «¿Qué necesidad tenemos de casarnos para vivir juntos?»,
dicen algunos. El individualismo y el placer sin presiones ni obligaciones
parecen abrir el camino a la verdadera libertad. ¡Pero en realidad se vuelven
esclavos de sí mismos!
Nuestros hijos
crecen en un entorno que trata de destruir, en su corazón, la fe en el
Creador, así como el respeto por todo lo que él estableció. Se les da una
educación sobre la procreación que favorece esta evolución de las costumbres
y conduce al rechazo, no solo de Dios, sino incluso del último rastro de
moral fundado en lo que la Biblia enseña. ¡Se le quita al matrimonio todo su
significado!
Pero quizás usted
diga: ¿En nombre de qué se levanta contra este cambio? ¿En nombre de una
moral caducada? ¡De ningún modo! Lo hacemos en nombre de la verdad de Dios,
de Dios mismo, quien reveló su voluntad para que el ser humano fuese feliz.
Solo la Biblia, mensaje de nuestro Creador, puede comunicarnos las
referencias morales fundamentales necesarias para la vida de pareja y de
familia.
“Por esto el
hombre dejará padre y madre, y se unirá a su mujer, y los dos serán una sola
carne. Así que no son ya más dos, sino una sola carne; por tanto, lo que Dios
juntó, no lo separe el hombre” (Mateo 19:5-6).
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DIA 4 Al que no
conoció pecado, por nosotros lo hizo pecado, para que nosotros fuésemos
hechos justicia de Dios en él.
2 Corintios 5:21
Jesús fue el
hombre sin pecado
Jesucristo vivió
como un hombre en la tierra, pero fue un hombre perfecto. Siempre hacía el
bien y no pecaba ni en pensamiento, ni en palabra, ni en hechos. Por ello
pudo hacer esta pregunta a los judíos: “¿Quién de vosotros me redarguye de
pecado?” (Juan 8:46). ¡Nadie, efectivamente, podía hacerlo! Incluso cuando
fue condenado a morir en la cruz como malhechor, varias personas confirmaron
su inocencia: Judas el traidor, cuando confesó: “Yo he pecado entregando
sangre inocente” (Mateo 27:4); Pilato el gobernador romano (v. 23-24) y su
mujer (v. 19); el malhechor crucificado junto a él (Lucas 23:41) y el oficial
romano, testigo de su muerte, pues dijo: “Verdaderamente este hombre era
justo” (v. 47).
En Jesús no había
nada que lo incitase a hacer el mal, ningún tipo de codicia que lo condujese
a pecar. El apóstol Juan lo confirma de forma absoluta: “No hay pecado en él”
(1 Juan 3:5). El diablo tentó a Jesús para incitarlo a cometer un acto de
independencia con respecto a Dios. Pero todos sus ataques fueron vanos.
Cuando, en el momento de dejar su vida, Jesús fue el objeto de toda la maldad
de Satanás, declaró: “Viene el príncipe de este mundo, y él nada tiene en mí”
(Juan 14:30).
Este hombre
perfecto, Jesucristo, estuvo confrontado al pecado de forma terrible en las
tres horas de tinieblas en la cruz. Dios lo castigó en nuestro lugar, por
nuestros pecados.
Por la fe sabemos
que Jesús pagó el precio para que nosotros fuésemos perdonados, y le
agradecemos por su gracia. Pidámosle que nos dé la fuerza para ser sus
imitadores, pues en nosotros no tenemos ninguna capacidad para hacerlo.
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DÍA 5 Día de Oración y Alabanza
Salmos 9Reina-Valera 1960 (RVR1960)
Acción de
gracias por la justicia de Dios
Al músico principal; sobre Mut-labén. Salmo
de David.
9 Te
alabaré, oh Jehová, con todo mi corazón;
Contaré todas tus maravillas.
2 Me
alegraré y me regocijaré en ti;
Cantaré a tu nombre, oh Altísimo.
3 Mis
enemigos volvieron atrás;
Cayeron y perecieron delante de ti.
4 Porque
has mantenido mi derecho y mi causa;
Te has sentado en el trono juzgando con justicia.
5 Reprendiste
a las naciones, destruiste al malo,
Borraste el nombre de ellos eternamente y para siempre.
6 Los
enemigos han perecido; han quedado desolados para siempre;
Y las ciudades que derribaste, Su memoria pereció con ellas.
7 Pero
Jehová permanecerá para siempre;
Ha dispuesto su trono para juicio.
8 El
juzgará al mundo con justicia,
Y a los pueblos con rectitud.
9 Jehová
será refugio del pobre,
Refugio para el tiempo de angustia.
10 En ti
confiarán los que conocen tu nombre,
Por cuanto tú, oh Jehová, no desamparaste a los que te buscaron.
11 Cantad
a Jehová, que habita en Sion;
Publicad entre los pueblos sus obras.
12 Porque
el que demanda la sangre se acordó de ellos;
No se olvidó del clamor de los afligidos.
13 Ten
misericordia de mí, Jehová;
Mira mi aflicción que padezco a causa de los que me aborrecen, Tú que me levantas de las puertas de la muerte,
14 Para
que cuente yo todas tus alabanzas
En las puertas de la hija de Sion, Y me goce en tu salvación.
15 Se
hundieron las naciones en el hoyo que hicieron;
En la red que escondieron fue tomado su pie.
16 Jehová
se ha hecho conocer en el juicio que ejecutó;
En la obra de sus manos fue enlazado el malo. Higaion. Selah
17 Los
malos serán trasladados al Seol,
Todas las gentes que se olvidan de Dios.
18 Porque
no para siempre será olvidado el menesteroso,
Ni la esperanza de los pobres perecerá perpetuamente.
19 Levántate,
oh Jehová; no se fortalezca el hombre;
Sean juzgadas las naciones delante de ti.
20 Pon, oh
Jehová, temor en ellos;
Conozcan las naciones que no son sino hombres. Selah |
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