Devocional 23 Agosto 18-22
2015
Palabra Rhema del año: “Todos los que salgan
vencedores se sentarán conmigo en mi trono, tal como yo salí vencedor y me
senté con mi Padre en su trono”. Apocalipsis 3:21
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Frase para resaltar del mes: En CDA
Colombia declaramos:
SER
influencia.
Decidimos que
amamos a nuestro prójimo, quien quiera que sea y donde quiera que este.
TEMA: CONQUISTA DE LA FAMILIA PARA DIOS
Verso del Mes: Debes comprometerte con todo tu ser a
cumplir cada uno de estos mandatos que hoy te entrego. Repíteselos a tus
hijos una y otra vez. Habla de ellos en tus conversaciones cuando estés en tu
casa y cuando vayas por el camino, cuando te acuestes y cuando te
levantes. Deuteronomio 6:6-7
(Los estudiantes deben escribir en su cuaderno diario: la cita Bíblica,
eje Hebreo 10:23 y una frase completa diciendo QUE EL HABLO DIOS PERSONALMENTE
EN EL DEVOCIONAL)
PRIMER DIA DE LA SEMANA. ¿DONDE ESTAS?
Buscad al Señor mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está
cercano. Isaías 55:6
Buscad a Dios, y vivirá vuestro corazón. Salmo 69:32
A menudo la Biblia nos invita a buscar a Dios. Pero también
afirma: “No hay quien busque a Dios” (Romanos 3:11). Vamos tras las riquezas,
el poder, la celebridad, los honores, el ocio, pero, ¿quién busca realmente a
Dios?
No obstante, ¡Dios nos busca! Esto puede parecer extraño, pues Dios, quien conoce todo, ¿por qué tendría que buscarnos? ¿No sabe quiénes somos y dónde estamos? Claro que lo sabe, pero estamos lejos de él: “Cada cual se apartó por su camino” (Isaías 53:6); estamos perdidos.
Pero Dios no nos abandona a nuestra suerte, a nuestra culpabilidad. “¿Dónde estás tú?”, me pregunta él, tal como lo hizo con Adán en otro tiempo (Génesis 3:9). Esta pregunta, como un haz luminoso, barre todo mi pasado y lo sitúa en comparación con lo que Dios es, mi Creador, con su amor, su santidad, su justicia. Que yo sea cristiano o no, me interroga con respecto a los derechos de Dios, aquel que debe ser escuchado, amado y servido. ¿Dónde se sitúa mi relación con él? ¿Halla Dios agradecimiento en mi corazón, en mi comportamiento?
Leyendo la Biblia podemos conocer las preguntas que Dios nos hace. Y estas preguntas nos alcanzan ahí dónde estamos, quizás encerrados en la amargura, la mentira, la soledad. Él pone en nuestro camino personas que nos interpelan por medio de su Palabra. Pone en nuestro corazón el deseo de volvernos hacia él. ¡No nos cerremos a ese deseo, sino oremos al Señor con palabras quizás un tanto torpes, pero sinceras! ¡Él nos responderá!
No obstante, ¡Dios nos busca! Esto puede parecer extraño, pues Dios, quien conoce todo, ¿por qué tendría que buscarnos? ¿No sabe quiénes somos y dónde estamos? Claro que lo sabe, pero estamos lejos de él: “Cada cual se apartó por su camino” (Isaías 53:6); estamos perdidos.
Pero Dios no nos abandona a nuestra suerte, a nuestra culpabilidad. “¿Dónde estás tú?”, me pregunta él, tal como lo hizo con Adán en otro tiempo (Génesis 3:9). Esta pregunta, como un haz luminoso, barre todo mi pasado y lo sitúa en comparación con lo que Dios es, mi Creador, con su amor, su santidad, su justicia. Que yo sea cristiano o no, me interroga con respecto a los derechos de Dios, aquel que debe ser escuchado, amado y servido. ¿Dónde se sitúa mi relación con él? ¿Halla Dios agradecimiento en mi corazón, en mi comportamiento?
Leyendo la Biblia podemos conocer las preguntas que Dios nos hace. Y estas preguntas nos alcanzan ahí dónde estamos, quizás encerrados en la amargura, la mentira, la soledad. Él pone en nuestro camino personas que nos interpelan por medio de su Palabra. Pone en nuestro corazón el deseo de volvernos hacia él. ¡No nos cerremos a ese deseo, sino oremos al Señor con palabras quizás un tanto torpes, pero sinceras! ¡Él nos responderá!
SEGUNDO DIA DE LA SEMANA. TAPARSE LOS OIDOS
Si oyereis hoy su voz, no endurezcáis vuestros corazones. Hebreos 4:7
(Dios nos dice:) Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá vuestra alma. Isaías 55:3
El oído que escucha las amonestaciones de la vida, entre los sabios morará. Proverbios 15:31
Felipe estaba cumpliendo cuatro años y quería comer un trozo más
de su torta de cumpleaños. «Ve a preguntarle a mamá», le aconsejó su hermana.
El niño se acercó a su madre y le pidió permiso para comer otro pedazo de
torta, pero rápidamente se alejó tapándose los oídos para no oír la respuesta:
«No, Felipe, basta con lo que has comido». Luego, contento con su artimaña,
comió el trozo de torta que tanto deseaba.
La astucia de Felipe le permitió hacer lo que quería… Si su madre le reclamaba algo, por lo menos podía decir que no había oído lo que ella le había dicho, y en cierto modo era la verdad…
La actitud de este niño nos hace sonreír. Pero, ¿acaso nosotros no hacemos lo mismo cuando evitamos oír lo que Dios quiere decirnos? Claro que no nos tapamos los oídos con las manos para no oír la voz que viene del cielo. Pero no leer la Biblia es una forma de cerrar los oídos a la voz de Dios, porque la Biblia es la Palabra de Dios. No consultarla evita claramente oír algunas verdades que podrían molestarnos. Así hacemos lo que queremos, sin tener en cuenta lo que Dios nos dice. ¡Pero el día que debamos rendir cuenta por todos nuestros actos no podremos decir a Dios que no oímos nada!
Sin embargo, como la madre de Felipe, Dios sólo desea nuestro bien. ¡Escucharlo redundará en beneficio nuestro!
La astucia de Felipe le permitió hacer lo que quería… Si su madre le reclamaba algo, por lo menos podía decir que no había oído lo que ella le había dicho, y en cierto modo era la verdad…
La actitud de este niño nos hace sonreír. Pero, ¿acaso nosotros no hacemos lo mismo cuando evitamos oír lo que Dios quiere decirnos? Claro que no nos tapamos los oídos con las manos para no oír la voz que viene del cielo. Pero no leer la Biblia es una forma de cerrar los oídos a la voz de Dios, porque la Biblia es la Palabra de Dios. No consultarla evita claramente oír algunas verdades que podrían molestarnos. Así hacemos lo que queremos, sin tener en cuenta lo que Dios nos dice. ¡Pero el día que debamos rendir cuenta por todos nuestros actos no podremos decir a Dios que no oímos nada!
Sin embargo, como la madre de Felipe, Dios sólo desea nuestro bien. ¡Escucharlo redundará en beneficio nuestro!
TERCER DIA DE LA SEMANA. UNA
CARTA DE DIOS PARA MI
Ahora, así dice el Señor, Creador tuyo… y Formador tuyo… No temas,
porque yo te redimí; te puse nombre, mío eres tú. Cuando pases por las aguas,
yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán… porque yo el Señor, Dios
tuyo, el Santo de Israel, soy tu Salvador. Isaías 43:1-3
«Crecí en una familia cristiana. Iba al culto con mis padres,
oraba y leía la Biblia. A menudo mi padre me decía que uno es creyente no
porque los padres sean creyentes, sino mediante una fe personal. Sin embargo
frecuentemente me hacía esta pregunta: Si mis padres hubiesen sido hindúes,
budistas o musulmanes, ¿yo también hubiese sido hindú, budista, musulmana, o
sería cristiana?».
Rogué a Dios que se me revelase en ese momento, pero no sucedió nada. Entonces recordé lo que decía mi abuelo: «Dios se revela mediante la Biblia». Abrí mi Biblia al azar y leí un pasaje que no conocía en el capítulo 43 de Isaías. ¡Esta lectura me impresionó! El “ahora” del primer versículo me produjo el efecto de un golpe sobre la mesa. Quería una respuesta «ahora», y Dios me respondió empleando la misma palabra. Quería saber quién era Dios, y él me dijo: “Antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí” (v. 10); me confirmaba la buena noticia de la cual ya había oído hablar: Yo te redimí… mío eres tú… yo estaré contigo… soy tu Salvador… “Fuera de mí no hay quien salve” (v. 11). Ante esta respuesta tuve el increíble y sorprendente sentimiento de haber sido oída en lo más profundo de mi ser. Lloré de la emoción por haber obtenido una respuesta tan «precisa», y me arrodillé ante Dios. Este texto fue como una carta de amor que Dios me enviaba».
Anne-Elisabeth
Rogué a Dios que se me revelase en ese momento, pero no sucedió nada. Entonces recordé lo que decía mi abuelo: «Dios se revela mediante la Biblia». Abrí mi Biblia al azar y leí un pasaje que no conocía en el capítulo 43 de Isaías. ¡Esta lectura me impresionó! El “ahora” del primer versículo me produjo el efecto de un golpe sobre la mesa. Quería una respuesta «ahora», y Dios me respondió empleando la misma palabra. Quería saber quién era Dios, y él me dijo: “Antes de mí no fue formado dios, ni lo será después de mí” (v. 10); me confirmaba la buena noticia de la cual ya había oído hablar: Yo te redimí… mío eres tú… yo estaré contigo… soy tu Salvador… “Fuera de mí no hay quien salve” (v. 11). Ante esta respuesta tuve el increíble y sorprendente sentimiento de haber sido oída en lo más profundo de mi ser. Lloré de la emoción por haber obtenido una respuesta tan «precisa», y me arrodillé ante Dios. Este texto fue como una carta de amor que Dios me enviaba».
Anne-Elisabeth
CUARTO DIA DE LA SEMANA. SOLA,
PERO FELIZ
(Jesús dijo:) Vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo. Juan 14:3
Más quisiéramos estar ausentes del cuerpo, y presentes al Señor. 2 Corintios 5:8
Estar con Cristo… es muchísimo mejor. Filipenses 1:23
Un cristiano muy debilitado debido a la grave enfermedad que
padecía fue a consultar a su médico. Éste, sorprendido por la serenidad y
confianza de su paciente, pudo escuchar este bello testimonio de fe: «Para mí,
en realidad, existen tres posibilidades. La primera es que mi Salvador venga a
buscarme: entonces, con todos los creyentes, me iré al cielo. La segunda es que
Dios me conceda una mejoría y así me deje todavía algunos días en la tierra,
con mi familia. Y la última posibilidad que considero, sin miedo, es dormirme
en Jesús: la muerte no me retendrá, estaré con Cristo».
Como este cristiano lo afirmaba, los creyentes no esperan la muerte, sino más bien la venida de su Salvador. Ésta tendrá lugar un día, quizá muy pronto, según la promesa de Jesús a los suyos: “Vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Juan 14:3). Esta promesa es para todos los que él redimió, es decir, todos los que confesaron sus pecados ante él y aceptaron su gracia. Pero si el cristiano tiene que pasar por la muerte, ésta sólo será un pasaje que lo llevará a Jesús. Sabe que su lugar está listo en la casa del Padre.
Usted que lee este texto, quizás esté pasando por una enfermedad grave, y la probabilidad de curarse, a vista humana, es mínima. Escuche la Voz eterna: “No temas, porque yo te redimí” (Isaías 43:1).
“Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores” (Marcos 2:17).
Como este cristiano lo afirmaba, los creyentes no esperan la muerte, sino más bien la venida de su Salvador. Ésta tendrá lugar un día, quizá muy pronto, según la promesa de Jesús a los suyos: “Vendré otra vez, y os tomaré a mí mismo, para que donde yo estoy, vosotros también estéis” (Juan 14:3). Esta promesa es para todos los que él redimió, es decir, todos los que confesaron sus pecados ante él y aceptaron su gracia. Pero si el cristiano tiene que pasar por la muerte, ésta sólo será un pasaje que lo llevará a Jesús. Sabe que su lugar está listo en la casa del Padre.
Usted que lee este texto, quizás esté pasando por una enfermedad grave, y la probabilidad de curarse, a vista humana, es mínima. Escuche la Voz eterna: “No temas, porque yo te redimí” (Isaías 43:1).
“Los sanos no tienen necesidad de médico, sino los enfermos. No he venido a llamar a justos, sino a pecadores” (Marcos 2:17).
QUINTO DIA DE
LA SEMANA: AGRADECIMIENTO
Salmos 117
Alaben al Señor, todas ustedes, las naciones.
Todos los pueblos de la tierra, alábenlo.
2 Pues su amor inagotable por nosotros es poderoso;
la fidelidad del Señor permanece para siempre.
Todos los pueblos de la tierra, alábenlo.
2 Pues su amor inagotable por nosotros es poderoso;
la fidelidad del Señor permanece para siempre.
¡Alabado sea el Señor!
GRACIAS.
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