Celebraciones tenemos muchas y hay muchos motivos para celebrar, principalmente el milagro de la vida y la bendición que el Señor ha puesto en los propósitos de nuestro paso por este mundo maravilloso, que como dice un escrito, a pesar de todas sus luchas y dificultades, aun sigue siendo hermoso.
Esta semana que terminó celebramos el día de
la enfermera y dimos gracias a Dios por su valiosa labor, en donde sea que la
realice. En mi casa también mencionamos el día del veterinario, porque aunque a
nuestro hijo le falta la mitad del camino en la universidad, con orgullo ya lo
sentimos el médico de cabecera de nuestros dos adorables perros.

Y a mediados de semana celebramos el día del
maestro. También tendríamos cientos de páginas para escribir sobre su vocación,
su misión, su reto y compromiso, porque como alguien dijo, hoy educar es
transformar el mundo. Pero porque lo he vivido como un propósito que el Señor
ha puesto en toda mi vida, se que ser maestro es amar incondicionalmente la
vida, porque ayudamos a que los discípulos la amen; amar a los discípulos
porque son ellos a quienes está destinado nuestro acompañamiento, para que
descubran el mundo, el conocimiento, la ciencia, los valores y en ese camino,
su espiritualidad y su propósito, el que su fe les ayuda a alimentar día a día.
Y finalmente, amar el compromisos de ser pastores de un rebaño que se nos ha
encomendado, sin descuidar a ninguna de las ovejas, con la paciencia, con la
sabiduría, con la ternura y con la fe de estar abriendo caminos que hagan
posible un mundo cada vez más justo, más humano, más solidario y con la
confianza infinita que mueve montañas y todo lo hace posible.

Felicidades a todos, en verdad hay muchos motivos para celebrar y celebrar es agradecerle al creador por su promesa y fidelidad.
En esta semana recuerda...
“Ser
evidencia del amor de Dios en palabras y hechos”

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