Año del favor de
Dios
Verso para
Memorizar:
El Señor es sol y escudo;
Dios nos concede honor y gloria.
El Señor brinda generosamente su bondad
a los que se conducen sin tacha.
Salmos 84:11
DIA Ahora, pues, ninguna condenación hay
para los que están en Cristo Jesús. Romanos 8:1
¡Todos son
culpables, pero hay un remedio para todos!
Salmo 32:1-5
La noción de
culpabilidad molesta. Algunas personas hablan de educar a los niños sin
emplear la palabra «falta» ni decirles que actúan «mal». Según ellas, así se
les evitaría un traumatismo psicológico y se formarían adultos sin complejos.
Pero la Biblia no
habla así, pues afirma y demuestra que todo ser humano es culpable. Lo es
primeramente ante Dios, a quien desobedeció. Pero muy a menudo también lo es
ante sus semejantes. “Todos pecaron, y están destituidos de la gloria de
Dios” (Romanos 3:23). El mal es el mal, y el que lo comete debe ser
sancionado de una manera u otra.
Este veredicto
divino sería desesperante si el Dios de amor no nos hubiese mostrado su
remedio. Dios no soporta el mal, pero ama a cada individuo; a quien confiesa
su estado y deposita su confianza en Jesucristo le está asegurado un perdón
pleno y definitivo. Dios castigó a su propio Hijo en lugar de todo pecador
arrepentido; por lo tanto este es declarado justo y sus faltas son borradas.
Puede ser terrible
descubrir la grandeza de nuestra culpabilidad ante Dios, ¡pero recibir su
perdón produce un gozo inolvidable y una liberación eterna! El rey David
nunca se arrepintió de haber confesado su pecado (Salmo 32), y nos invita a
clamar con él: “Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y
cubierto su pecado” (Salmo 32:1). .
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DIA 2 El Señor es sol y escudo;
Dios nos concede honor
y gloria.
El Señor brinda
generosamente su bondad
a los que se
conducen sin tacha.
Salmos 84:11
Que significa que Dios concede honor y gloria a los que se conducen sin
tacha?
Tarea Familiar: Escribir este verso y colocarlo en un lugar visible en casa.
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DIA 3 Estaban junto a la
cruz de Jesús su madre, y la hermana de su madre, María mujer de Cleofas, y
María Magdalena. Cuando vio Jesús a su madre, y al discípulo a quien él
amaba... dijo a su madre: Mujer, he ahí tu hijo. Después dijo al discípulo:
He ahí tu madre. Y desde aquella hora el discípulo la recibió en su casa. Juan 19:25-27
La expresión de
cariño
Las siete expresiones de Jesús en la cruz (3)
María, silenciosa y
llena de amor, se hallaba cerca de la cruz donde Jesús estaba crucificado. A
pesar de sus sufrimientos, Jesús pensó en ella y le dijo: “Mujer, he ahí tu
hijo”. Luego la confió a Juan, “el discípulo a quien él amaba”, y le dijo:
“He ahí tu madre”. ¿Quién puede ayudar mejor a los demás sino aquel que se ha
dejado llenar del amor del Señor? ¡Qué escena de amor, en contraste con el
odio que rodea la cruz!
Esta tercera
expresión subraya el amor, la fidelidad y la ternura de Jesús. También es la
palabra del Salvador. Jesús iba a dar su vida por los que creían, y María
formaba parte de ellos. Pronunció estas palabras antes de entrar en las tres
horas tenebrosas. ¡Incluso los lazos más estrechos que existen en la tierra,
como el de un hijo con su madre, iban a ser interrumpidos!
En su perfecta
humanidad, solo Jesús podía ofrecerse en sacrificio a Dios para la remisión
de los pecados, para cumplir la obra de salvación. ¡Era el único Salvador!
Las palabras que Cristo dijo a su madre y a su discípulo Juan antes de morir
anuncian los lazos de una familia, de un pueblo nuevo. Será un pueblo unido
por la Palabra de Dios, la presencia de su Espíritu y el consuelo de los
hermanos y hermanas en la fe. En la iglesia naciente, de la cual María
formaría parte (Hechos 1:14), hallaría compasión, consuelo... y gozo en el
Cristo resucitado.
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DIA 4 Sed llenos del
Espíritu... cantando y alabando al Señor en vuestros corazones; dando siempre
gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo. Efesios 5:18-20
¿Soy uno de los
nueve?
Lea Lucas 17:11-19
Jesús se encontró
con diez hombres que tenían lepra, enfermedad que en aquella época era
incurable. Puestos en cuarentena, estaban abandonados a su triste suerte. La
ley de Moisés declaraba: El leproso “habitará solo; fuera del campamento será
su morada” (Levítico 13:46).
Estos hombres fueron
al encuentro del Señor y, a distancia, le suplicaron: “¡Jesús, Maestro, ten
misericordia de nosotros!”. Su oración fue rápidamente escuchada: Jesús no
los rechazó. Lleno de compasión respondió a su miseria, como lo hace con
todos los que se dirigen a él con fe. Les dijo que fueran a mostrarse a los
jefes religiosos para que fuesen testigos de su curación. Y mientras iban,
fueron sanados. ¡Qué felicidad debieron sentir! Uno de ellos, un extranjero,
al ver que estaba sanado, volvió a Jesús “glorificando a Dios a gran voz”.
Él, quien antes no podía acercarse a Jesús, se echó a sus pies dándole gracias.
Esta manifestación de agradecimiento alcanzó el corazón del Señor. Pero,
¿dónde estaban los otros nueve leprosos sanados? Ninguno había vuelto para
dar gloria a Dios.
Nuestro Señor desea
que aquellos a quienes salvó le expresen su agradecimiento. Lo espera de cada
uno en particular, pero también nos invita a alabarlo colectivamente. ¡Qué
gozo cuando, con simplicidad, en espíritu y en verdad, podemos hacerlo
juntos, incluso si somos pocos, para recordar al Señor Jesús y ofrecerle
nuestra adoración por medio de cánticos espirituales y oraciones que expresan
nuestro agradecimiento! ¡Él es digno de ello!
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DÍA 5 DIA DE ORACION
No se preocupen por nada; en cambio, oren por todo. Díganle
a Dios lo que necesitan y denle gracias por todo lo que él ha hecho.
Filipenses 4:6
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Tomados de la Buena Semilla.
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