Verso para Memorizar:
Porque todo el que ha
nacido de Dios vence al mundo.
Ésta es la victoria
que vence al mundo, nuestra fe. 1 Juan 5:4
Tarea en Familia: Verso para
memorizar 1 Juan 5:4
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DIA 1
Cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría
solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su
recompensa. Mateo 10:42
Dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también
se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella. Marcos 14:9
Las obras del
creyente
La Palabra de
Dios establece claramente que el hombre no se vuelve justo ante Dios haciendo
buenas obras: “Por las obras de la ley ningún ser humano será justificado
delante de él (Dios)” (Romanos 3:20; Gálatas 2:16). Pero el creyente, una vez
salvo sólo por la gracia divina, no se quedará inactivo, sino que mostrará su
fe sirviendo a Dios, pues “la fe sin obras es muerta” (Santiago 2:20).
Podríamos dudar de la realidad de fe de alguien que no hiciera nada para
honrar a su Salvador.
Los versículos de
hoy presentan dos ejemplos de obras que el Señor aprecia. El primero puede
parecernos insignificante: ¡dar un vaso de agua a un niño! Pero Dios graba el
gesto más humilde hecho para él, y reserva para su autor una recompensa
especial.
El segundo es de
otra naturaleza: es la adoración que una mujer rindió al Señor Jesús
ofreciéndole un perfume de gran precio para ungir su cabeza. Algunos
consideraron que esto era un derroche, pero el Señor la defendió y explicó el
sentido profundo de su gesto.
¡Qué ánimo para
nosotros! Un niño puede servir a Jesús mediante cosas muy sencillas hechas en
casa. Y juntos podemos agradar al Señor cuando, reunidos en torno a él, le
ofrecemos la alabanza de nuestros corazones agradecidos. Esforcémonos en
discernir cada día lo que él espera de nosotros, esas “buenas obras, las
cuales Dios preparó de antemano” para que las hiciésemos con su ayuda
(Efesios 2:10).
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DIA 2
Mi vida se va gastando de dolor, y mis años de suspirar. Salmo 31:10
El Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que
abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo. Romanos 15:13
Un verdadero
sentido a la vida
En los años 1990,
cuando la Biblia pudo entrar más libremente en Rusia, miles de rusos
renunciaron al ateísmo para volverse a Dios. Un profesor universitario, antes
ateo, hizo la siguiente declaración: «Traté de dar un sentido a mi vida
mediante mis investigaciones científicas, pero nada pudo satisfacerme
verdaderamente. Los científicos que conozco también sienten un vacío. Cuando
trabajaba en la astronomía vi la grandeza del universo y sentí un vacío en mi
alma. Entonces empecé a leer la Biblia y ella llenó poco a poco el vacío de
mi corazón. Ella es la única fuente de confianza para mi alma. Cuando acepté
a Jesús como mi Salvador, encontré la paz y la felicidad».
El cristiano,
feliz de conocer a Dios como su Padre, sabe que sólo él responde a las
necesidades más profundas del corazón y trae un verdadero sentido a su vida.
Dios no promete una vida sin dificultades a los que se vuelven a él, pero
asegura su apoyo a los que mantienen una relación personal con él. El Dios
todopoderoso, que ideó y creó el universo, desea tener una relación estrecha
y personal con cada ser humano. Nuestro Creador se preocupa por cada uno de
nosotros, por ello envió a su Hijo Jesucristo a la tierra para salvarnos.
Él se interesa en
usted como si fuese el único ser que creó. ¡Todavía hoy le interpela mediante
su Palabra!: “Mirad a mí, y sed salvos” (Isaías 45:22).
“Echando toda
vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro
5:7).
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DIA 3
En ti confiarán los que conocen tu nombre, por cuanto tú, oh Señor, no
desamparaste a los que te buscaron. Salmo 9:10
La confianza
Pasajes del Salmo
25
“A ti, oh Señor,
levantaré mi alma. Dios mío, en ti confío; no sea yo avergonzado, no se
alegren de mí mis enemigos. Ciertamente ninguno de cuantos esperan en ti será
confundido; serán avergonzados los que se rebelan sin causa. Muéstrame, oh
Señor, tus caminos; enséñame tus sendas. Encamíname en tu verdad, y enséñame,
porque tú eres el Dios de mi salvación; en ti he esperado todo el día.
Acuérdate, oh Señor, de tus piedades y de tus misericordias, que son
perpetuas. De los pecados de mi juventud, y de mis rebeliones, no te
acuerdes; conforme a tu misericordia acuérdate de mí, por tu bondad, oh
Señor. Bueno y recto es el Señor; por tanto, él enseñará a los pecadores el
camino. Encaminará a los humildes por el juicio, y enseñará a los mansos su
carrera. Todas las sendas del Señor son misericordia y verdad, para los que
guardan su pacto y sus testimonios. Por amor de tu nombre, oh Señor,
perdonarás también mi pecado, que es grande. ¿Quién es el hombre que teme al
Señor? El le enseñará el camino que ha de escoger. Gozará él de bienestar, y
su descendencia heredará la tierra. La comunión íntima del Señor es con los
que le temen, y a ellos hará conocer su pacto. Mis ojos están siempre hacia
el Señor, porque él sacará mis pies de la red. Mírame, y ten misericordia de
mí, porque estoy solo y afligido. Las angustias de mi corazón se han
aumentado; sácame de mis congojas. Mira mi aflicción y mi trabajo, y perdona
todos mis pecados. Mira mis enemigos, cómo se han multiplicado, y con odio
violento me aborrecen. Guarda mi alma, y líbrame; no sea yo avergonzado,
porque en ti confié. Integridad y rectitud me guarden, porque en ti he
esperado”.
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DIA 4
Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto
su pecado. Salmo 32:1
Tú, Señor, eres bueno y perdonador, y grande en misericordia para con
todos los que te invocan. Salmo 86:5
Perdonado, pero
todavía responsable
Ese día estaba
explicando a un grupo de personas detenidas lo que enseña la Biblia respecto
a la importancia de decir la verdad al juez o ante los tribunales. Una mirada
preocupada se dibujó en el rostro de un hombre, quien preguntó: «Pero, Dios
perdona, ¿no es cierto?». Él pensaba que como Dios perdona, podía mentir un
poco al juez para obtener su libertad. Entonces le expliqué que si somos
conscientes de cuánto costó a Dios ese perdón, ¡no podemos considerar el
pecado con ligereza!
Si hemos
reconocido nuestro pecado, el Señor nos perdona. A veces los presos
cristianos se preguntan: «Confesé mi pecado al Señor, entonces, ¿por qué no
me saca de aquí?». Sí, Dios perdona; él da la paz a la conciencia y al
corazón. Sin embargo, siempre será cierto que “todo lo que el hombre
sembrare, eso también segará” (Gálatas 6:7); las consecuencias de sus actos
pueden subsistir durante mucho tiempo.
Si hemos
confesado nuestras faltas a Dios, sabiendo que Él perdona, confesémoslas
también a los hombres. Esto probará la sinceridad de nuestro arrepentimiento.
Arreglemos lo antes posible las cosas con aquellos contra quienes hemos
pecado (Mateo 5:23, 25). Y respecto a los problemas que puede haber entre
creyentes, la Biblia nos enseña a confesar nuestras faltas “unos a otros”
(Santiago 5:16). El pecado forma una barrera entre el hombre y Dios, así como
entre los hombres. Cuando reconocemos nuestras faltas, esta barrera cae.
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DIA 5
El justo florecerá como la palmera; crecerá como cedro en el Líbano.
Plantados en la casa del Señor, en los atrios de nuestro Dios florecerán. Aun
en la vejez fructificarán. Salmo 92:12-14
El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad,
bondad, fe, mansedumbre, templanza. Gálatas 5:22-23
Como la palmera
La palmera
mencionada en el Salmo 92 es sin duda la palmera datilera. Se trata de un
árbol grande de unos 15 a 30 metros de altura, de tronco o tallo cilíndrico,
con una corona de hojas, las palmas, y justo por debajo de ellas están los
dátiles agrupados en racimos.
Al observar una
palmera, lo que nos llama la atención a primera vista es que crece en línea
recta hacia el cielo. También podemos admirar su conjunto de hojas siempre
verdes, con sus pesados racimos de dátiles.
En la Biblia, los
justos son comparados a las palmeras. Son prósperos, están llenos de frutos,
tienen las hojas verdes, y esto a pesar de la edad que avanza. Los justos
crecen como la palmera, en línea recta hacia el cielo.
Pero, ¿quiénes
son esos justos que crecen así hacia el cielo? Por supuesto, no son los que
se creen justos por sí mismos. El justo, según la Biblia, es aquel que,
reconociendo sus pecados, confía sólo en Dios para que lo haga justo mediante
la obra de Cristo en la cruz. Entonces ya no tiene ese peso de la
culpabilidad, y puede, como la palmera, «crecer derecho». Recibe la fuerza
para renunciar a todo tipo de mentira, engaño, hipocresía...
Un día los
creyentes llevarán una corona, la corona de justicia que el Señor dará a
todos aquellos que se regocijan con su glorioso retorno. Pero ya en la tierra
pueden llevar fruto para Dios, el fruto del Espíritu: amor, gozo, paz,
paciencia, bondad, fidelidad...
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DIA 6
Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has
provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico
para con Dios. Lucas 12:20-21
¡Usted ha ganado!
Esto es lo que
leemos en numerosos mensajes publicitarios. Nuestro nombre, escrito con
grandes letras, confirma que hemos sido seleccionados para participar en un
sorteo de premios millonarios, automóviles, viajes, etc. ¡Y todo esto gratis!
Esas promesas falaces, a veces mentirosas, estimulan el deseo de tener más
comodidades y diversiones gracias a «un poco de suerte».
Satanás, a quien
la Biblia llama “el príncipe de este mundo”, hace todo para desviar a los
hombres de las preguntas fundamentales que cada persona debe hacerse. Para
alcanzar su objetivo nos incita a desear cada vez más dinero, éxito social...
La Biblia también lo llama “padre de mentira” (Juan 8:44). Pero Jesús
declara: “¿Qué aprovecha al hombre, si gana todo el mundo, y se destruye o se
pierde a sí mismo?” (Lucas 9:25).
Todavía hoy Jesús
se dirige a nuestro corazón y a nuestra conciencia. Él es la única respuesta
a nuestras aspiraciones más profundas. Al que cree en él, en su muerte
expiatoria en la cruz, Jesús le da la paz, la felicidad, la seguridad de la
vida eterna y el gozo, independientemente de cuáles sean las circunstancias.
El apóstol Pablo
pudo decir: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como
pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como
pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por
amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo”
(Filipenses 3:7-8). ¡Ésta es la verdadera ganancia, la verdadera riqueza!
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