DEVOCIONALES ENERO 25 -30

Verso para Memorizar:
Porque todo el que ha nacido de Dios vence al mundo.
Ésta es la victoria que vence al mundo, nuestra fe.  1 Juan 5:4


Tarea en Familia: Verso para memorizar 1 Juan 5:4




DIA 1

Cualquiera que dé a uno de estos pequeñitos un vaso de agua fría solamente, por cuanto es discípulo, de cierto os digo que no perderá su recompensa. Mateo 10:42
Dondequiera que se predique este evangelio, en todo el mundo, también se contará lo que ésta ha hecho, para memoria de ella. Marcos 14:9

Las obras del creyente
La Palabra de Dios establece claramente que el hombre no se vuelve justo ante Dios haciendo buenas obras: “Por las obras de la ley ningún ser humano será justificado delante de él (Dios)” (Romanos 3:20; Gálatas 2:16). Pero el creyente, una vez salvo sólo por la gracia divina, no se quedará inactivo, sino que mostrará su fe sirviendo a Dios, pues “la fe sin obras es muerta” (Santiago 2:20). Podríamos dudar de la realidad de fe de alguien que no hiciera nada para honrar a su Salvador.
Los versículos de hoy presentan dos ejemplos de obras que el Señor aprecia. El primero puede parecernos insignificante: ¡dar un vaso de agua a un niño! Pero Dios graba el gesto más humilde hecho para él, y reserva para su autor una recompensa especial.
El segundo es de otra naturaleza: es la adoración que una mujer rindió al Señor Jesús ofreciéndole un perfume de gran precio para ungir su cabeza. Algunos consideraron que esto era un derroche, pero el Señor la defendió y explicó el sentido profundo de su gesto.
¡Qué ánimo para nosotros! Un niño puede servir a Jesús mediante cosas muy sencillas hechas en casa. Y juntos podemos agradar al Señor cuando, reunidos en torno a él, le ofrecemos la alabanza de nuestros corazones agradecidos. Esforcémonos en discernir cada día lo que él espera de nosotros, esas “buenas obras, las cuales Dios preparó de antemano” para que las hiciésemos con su ayuda (Efesios 2:10).


DIA 2
Mi vida se va gastando de dolor, y mis años de suspirar. Salmo 31:10
El Dios de esperanza os llene de todo gozo y paz en el creer, para que abundéis en esperanza por el poder del Espíritu Santo. Romanos 15:13

Un verdadero sentido a la vida
En los años 1990, cuando la Biblia pudo entrar más libremente en Rusia, miles de rusos renunciaron al ateísmo para volverse a Dios. Un profesor universitario, antes ateo, hizo la siguiente declaración: «Traté de dar un sentido a mi vida mediante mis investigaciones científicas, pero nada pudo satisfacerme verdaderamente. Los científicos que conozco también sienten un vacío. Cuando trabajaba en la astronomía vi la grandeza del universo y sentí un vacío en mi alma. Entonces empecé a leer la Biblia y ella llenó poco a poco el vacío de mi corazón. Ella es la única fuente de confianza para mi alma. Cuando acepté a Jesús como mi Salvador, encontré la paz y la felicidad».
El cristiano, feliz de conocer a Dios como su Padre, sabe que sólo él responde a las necesidades más profundas del corazón y trae un verdadero sentido a su vida. Dios no promete una vida sin dificultades a los que se vuelven a él, pero asegura su apoyo a los que mantienen una relación personal con él. El Dios todopoderoso, que ideó y creó el universo, desea tener una relación estrecha y personal con cada ser humano. Nuestro Creador se preocupa por cada uno de nosotros, por ello envió a su Hijo Jesucristo a la tierra para salvarnos.
Él se interesa en usted como si fuese el único ser que creó. ¡Todavía hoy le interpela mediante su Palabra!: “Mirad a mí, y sed salvos” (Isaías 45:22).
“Echando toda vuestra ansiedad sobre él, porque él tiene cuidado de vosotros” (1 Pedro 5:7).


DIA 3
En ti confiarán los que conocen tu nombre, por cuanto tú, oh Señor, no desamparaste a los que te buscaron. Salmo 9:10
La confianza
Pasajes del Salmo 25
“A ti, oh Señor, levantaré mi alma. Dios mío, en ti confío; no sea yo avergonzado, no se alegren de mí mis enemigos. Ciertamente ninguno de cuantos esperan en ti será confundido; serán avergonzados los que se rebelan sin causa. Muéstrame, oh Señor, tus caminos; enséñame tus sendas. Encamíname en tu verdad, y enséñame, porque tú eres el Dios de mi salvación; en ti he esperado todo el día. Acuérdate, oh Señor, de tus piedades y de tus misericordias, que son perpetuas. De los pecados de mi juventud, y de mis rebeliones, no te acuerdes; conforme a tu misericordia acuérdate de mí, por tu bondad, oh Señor. Bueno y recto es el Señor; por tanto, él enseñará a los pecadores el camino. Encaminará a los humildes por el juicio, y enseñará a los mansos su carrera. Todas las sendas del Señor son misericordia y verdad, para los que guardan su pacto y sus testimonios. Por amor de tu nombre, oh Señor, perdonarás también mi pecado, que es grande. ¿Quién es el hombre que teme al Señor? El le enseñará el camino que ha de escoger. Gozará él de bienestar, y su descendencia heredará la tierra. La comunión íntima del Señor es con los que le temen, y a ellos hará conocer su pacto. Mis ojos están siempre hacia el Señor, porque él sacará mis pies de la red. Mírame, y ten misericordia de mí, porque estoy solo y afligido. Las angustias de mi corazón se han aumentado; sácame de mis congojas. Mira mi aflicción y mi trabajo, y perdona todos mis pecados. Mira mis enemigos, cómo se han multiplicado, y con odio violento me aborrecen. Guarda mi alma, y líbrame; no sea yo avergonzado, porque en ti confié. Integridad y rectitud me guarden, porque en ti he esperado”.

DIA 4

Bienaventurado aquel cuya transgresión ha sido perdonada, y cubierto su pecado. Salmo 32:1
Tú, Señor, eres bueno y perdonador, y grande en misericordia para con todos los que te invocan. Salmo 86:5

Perdonado, pero todavía responsable
Ese día estaba explicando a un grupo de personas detenidas lo que enseña la Biblia respecto a la importancia de decir la verdad al juez o ante los tribunales. Una mirada preocupada se dibujó en el rostro de un hombre, quien preguntó: «Pero, Dios perdona, ¿no es cierto?». Él pensaba que como Dios perdona, podía mentir un poco al juez para obtener su libertad. Entonces le expliqué que si somos conscientes de cuánto costó a Dios ese perdón, ¡no podemos considerar el pecado con ligereza!
Si hemos reconocido nuestro pecado, el Señor nos perdona. A veces los presos cristianos se preguntan: «Confesé mi pecado al Señor, entonces, ¿por qué no me saca de aquí?». Sí, Dios perdona; él da la paz a la conciencia y al corazón. Sin embargo, siempre será cierto que “todo lo que el hombre sembrare, eso también segará” (Gálatas 6:7); las consecuencias de sus actos pueden subsistir durante mucho tiempo.
Si hemos confesado nuestras faltas a Dios, sabiendo que Él perdona, confesémoslas también a los hombres. Esto probará la sinceridad de nuestro arrepentimiento. Arreglemos lo antes posible las cosas con aquellos contra quienes hemos pecado (Mateo 5:23, 25). Y respecto a los problemas que puede haber entre creyentes, la Biblia nos enseña a confesar nuestras faltas “unos a otros” (Santiago 5:16). El pecado forma una barrera entre el hombre y Dios, así como entre los hombres. Cuando reconocemos nuestras faltas, esta barrera cae.


DIA 5

El justo florecerá como la palmera; crecerá como cedro en el Líbano. Plantados en la casa del Señor, en los atrios de nuestro Dios florecerán. Aun en la vejez fructificarán. Salmo 92:12-14
El fruto del Espíritu es amor, gozo, paz, paciencia, benignidad, bondad, fe, mansedumbre, templanza. Gálatas 5:22-23

Como la palmera
La palmera mencionada en el Salmo 92 es sin duda la palmera datilera. Se trata de un árbol grande de unos 15 a 30 metros de altura, de tronco o tallo cilíndrico, con una corona de hojas, las palmas, y justo por debajo de ellas están los dátiles agrupados en racimos.
Al observar una palmera, lo que nos llama la atención a primera vista es que crece en línea recta hacia el cielo. También podemos admirar su conjunto de hojas siempre verdes, con sus pesados racimos de dátiles.
En la Biblia, los justos son comparados a las palmeras. Son prósperos, están llenos de frutos, tienen las hojas verdes, y esto a pesar de la edad que avanza. Los justos crecen como la palmera, en línea recta hacia el cielo.
Pero, ¿quiénes son esos justos que crecen así hacia el cielo? Por supuesto, no son los que se creen justos por sí mismos. El justo, según la Biblia, es aquel que, reconociendo sus pecados, confía sólo en Dios para que lo haga justo mediante la obra de Cristo en la cruz. Entonces ya no tiene ese peso de la culpabilidad, y puede, como la palmera, «crecer derecho». Recibe la fuerza para renunciar a todo tipo de mentira, engaño, hipocresía...
Un día los creyentes llevarán una corona, la corona de justicia que el Señor dará a todos aquellos que se regocijan con su glorioso retorno. Pero ya en la tierra pueden llevar fruto para Dios, el fruto del Espíritu: amor, gozo, paz, paciencia, bondad, fidelidad...

DIA 6
Dios le dijo: Necio, esta noche vienen a pedirte tu alma; y lo que has provisto, ¿de quién será? Así es el que hace para sí tesoro, y no es rico para con Dios. Lucas 12:20-21

¡Usted ha ganado!
Esto es lo que leemos en numerosos mensajes publicitarios. Nuestro nombre, escrito con grandes letras, confirma que hemos sido seleccionados para participar en un sorteo de premios millonarios, automóviles, viajes, etc. ¡Y todo esto gratis! Esas promesas falaces, a veces mentirosas, estimulan el deseo de tener más comodidades y diversiones gracias a «un poco de suerte».
Satanás, a quien la Biblia llama “el príncipe de este mundo”, hace todo para desviar a los hombres de las preguntas fundamentales que cada persona debe hacerse. Para alcanzar su objetivo nos incita a desear cada vez más dinero, éxito social... La Biblia también lo llama “padre de mentira” (Juan 8:44). Pero Jesús declara: “¿Qué aprovecha al hombre, si gana todo el mundo, y se destruye o se pierde a sí mismo?” (Lucas 9:25).
Todavía hoy Jesús se dirige a nuestro corazón y a nuestra conciencia. Él es la única respuesta a nuestras aspiraciones más profundas. Al que cree en él, en su muerte expiatoria en la cruz, Jesús le da la paz, la felicidad, la seguridad de la vida eterna y el gozo, independientemente de cuáles sean las circunstancias.
El apóstol Pablo pudo decir: “Pero cuantas cosas eran para mí ganancia, las he estimado como pérdida por amor de Cristo. Y ciertamente, aun estimo todas las cosas como pérdida por la excelencia del conocimiento de Cristo Jesús, mi Señor, por amor del cual lo he perdido todo, y lo tengo por basura, para ganar a Cristo” (Filipenses 3:7-8). ¡Ésta es la verdadera ganancia, la verdadera riqueza!

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