La oración
5 »Cuando oren, no sean como los *hipócritas, porque a ellos les encanta orar de pie en las sinagogas y en las esquinas de las plazas para que la gente los vea. Les aseguro que ya han obtenido toda su recompensa. 6 Pero tú, cuando te pongas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre, que está en lo secreto. Así tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará. 7 Y al orar, no hablen sólo por hablar como hacen los *gentiles, porque ellos se imaginan que serán escuchados por sus muchas palabras. 8 No sean como ellos, porque su Padre sabe lo que ustedes necesitan antes de que se lo pidan.
9 »Ustedes deben orar así:
»"Padre nuestro que estás en el cielo,
*santificado sea tu nombre,
10 venga tu reino,
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
11 Danos hoy nuestro pan cotidiano.[a]
12 Perdónanos nuestras deudas,
como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores.
13 Y no nos dejes caer en *tentación,
sino líbranos del maligno."[b]
14 »Porque si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial.15 Pero si no perdonan a otros sus ofensas, tampoco su Padre les perdonará a ustedes las suyas. Mateo 6:5-15
»"Padre nuestro que estás en el cielo,
*santificado sea tu nombre,
10 venga tu reino,
hágase tu voluntad
en la tierra como en el cielo.
11 Danos hoy nuestro pan cotidiano.[a]
12 Perdónanos nuestras deudas,
como también nosotros hemos perdonado a nuestros deudores.
13 Y no nos dejes caer en *tentación,
sino líbranos del maligno."[b]
14 »Porque si perdonan a otros sus ofensas, también los perdonará a ustedes su Padre celestial.15 Pero si no perdonan a otros sus ofensas, tampoco su Padre les perdonará a ustedes las suyas. Mateo 6:5-15
Cuando Jesús nos enseña que entremos
diariamente en nuestra alcoba, que cerremos la puerta y oremos a nuestro Padre
[Mateo 6:6], no deja duda en cuanto a cómo debemos orar—él nos señala pautas
específicas para seguir en nuestros momentos de oración diaria:
“Vosotros, pues, orad
así: Padre nuestro que estás en los cielos, santificado sea tu nombre …” [Mateo
6:9]
“Nuestro
Padre”—
Cuando
Jesús enseñó a sus discípulos a orar a Dios como “nuestro Padre”, introdujo una
verdad fundamental sobre la oración—debemos ser hijos de Dios, si le vamos a
llamar Padre [Romanos 8:14-16, 1 Juan 3:1].
Llegamos a ser hijos de Dios cuando nacemos de nuevo por el Espíritu de
Dios [Juan 3:5-7]. Debemos haber sido
adoptados en la familia de Dios por medio de Cristo, y haber recibido el
espíritu de adopción [Romanos 8:14-16], porque solamente Jesús es “el camino y
la verdad y la vida”, y nadie viene al Padre sino por él [Juan 14:6]. Es por
medio de Jesús que tenemos acceso al Padre en un solo espíritu [Efesios 2:18].
Si esperamos que nuestras oraciones sean oídas, debemos venir por medio de
Jesús y se nos debe dar acceso por medio de su Espíritu.
¡Y
qué descripción nos da Jesús del Padre celestial a quien nos allegamos en
oración! Es la naturaleza generosa del Padre que desea darnos lo que pidamos:
“¿Qué hombre hay entre
vosotros que, al hijo que le pide pan, le dará una piedra? ¿O al que le pide
pescado, le dará una serpiente? Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar
cosas buenas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos
dará cosas buenas a los que le piden?” [Mateo 7:9-11]
“Toda
buena dádiva y todo don perfecto proviene de lo alto y desciende del Padre de
las luces.” [Santiago 1:17]
En
Cristo hemos sido adoptados por el Dios Padre, y nadie nos puede separar de su
amor [Romanos 8:39]. Nos acercamos al
Dios todopoderoso, a Jehová, al Dios altísimo, a nuestro Señor soberano—pero
nos acercamos como hijos a nuestro amoroso Padre.
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