Día 1:
Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú
eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús:
Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni
sangre, sino mi Padre que está en los cielos.
Mateo 16:16-17
Mensaje para jóvenes cristianos
Lo que los
diferencia de los demás es haber respondido a la pregunta de Jesús: “¿Quién
decís que soy yo?”, con esta afirmación: «Tú eres mi Salvador y Señor». Así
usted ha declarado su relación con él.
Cuando Pedro le
dijo a Jesús: “Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente”, descubrió al
mismo tiempo, por la respuesta de Jesús, lo que el Señor iba a hacer de él:
“Y yo también te digo, que tú eres Pedro”. Después de haber experimentado
nosotros ese diálogo fundamental, disfrutamos de una paz nueva e inmensa:
conocemos al Señor, y él nos dice: Me perteneces, yo te redimí.
¿Quién eres,
Señor? Es una pregunta que usted debió hacerle un día, y que cambió su vida,
pues le llevó a reconocer que él es efectivamente su Señor. Bajo la
protección de su autoridad llena de amor, usted puede crecer, pues va
conociendo cada vez mejor al Señor Jesús.
¿Cómo se revela
él a nosotros? ¿Cómo nos dice que nos ama y que cuida de nosotros? Ante todo
mediante su Palabra, la Biblia. Escucho su Palabra, le hablo en el silencio
de su presencia. Mi oración pasa a ser una respuesta a la lectura de la
Palabra de Dios. Las situaciones cambiarán, las condiciones de vida también,
pero el sentido fundamental de mi vida seguirá siendo el mismo: para mí él es
el Señor. Su Palabra es mi guía, tiene autoridad sobre mí, ella permanece,
mientras la moda y las teorías pasan. “El Señor es mi roca y mi fortaleza, y
mi libertador” (2 Samuel 22:2).
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Día 2 FAMILIA
Como el Padre me ha amado, así
también yo os he amado; permaneced en mi amor. Si guardareis mis
mandamientos, permaneceréis en mi amor; así como yo he guardado los
mandamientos de mi Padre, y permanezco en su amor.
Juan 15:9-10
Amor y obediencia
–Como el Padre me
ha amado... Cuando Jesús iba a partir de este mundo, dejando a sus
discípulos en la tierra, les prometió que continuaría amándolos con un amor
similar al que su Padre le había manifestado mientras cumplía su misión en la
tierra.
–Permaneced en mi
amor. Los discípulos no tenían que hacer nada para merecer este amor.
Para disfrutar de los rayos solares basta con ubicarnos en el lugar donde
estos se proyectan. Así sucede con Jesucristo. Para disfrutar de su amor, hay
que ponerse bajo sus rayos, es decir, permanecer cerca de él, espiritualmente
en relación con él.
–Si guardareis
mis mandamientos... Este es el camino sobre el cual brillan los rayos del amor
divino, el camino de obediencia a Jesús nuestro Señor.
–Así como yo he
guardado los mandamientos de mi Padre... Jesús nos deja su ejemplo: ni
un solo segundo de su vida se apartó del camino de la obediencia. Obedecía
por amor a su Padre, y así cumplía la voluntad del que lo había enviado. Una
obediencia sostenida por el gozo de dar la vida eterna a hombres perdidos.
Y para nosotros,
¿en qué consiste la obediencia?
–En amar
a Dios y servirle en un mundo totalmente opuesto a él.
–En amar
a los hombres y anunciarles la salvación de Dios.
“Andad en amor,
como también Cristo nos amó, y se entregó a sí mismo por nosotros” (Efesios
5:2).
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Día 3
Desead, como niños recién nacidos,
la leche espiritual (la Palabra de Dios) no adulterada, para que por ella
crezcáis para salvación.
1 Pedro 2:2
Un adulto niño
Bernardo (15
años) acababa de convertirse. Creía en el Señor Jesús, quien murió por él, y
sentía un profundo gozo. Tenía la firme intención de leer la Biblia cada día,
deseaba progresar rápidamente. Pero la vida continuaba... estaba muy ocupado.
Tenía muchos amigos, jugaba al fútbol en un club, y su trabajo escolar lo
ocupaba durante horas.
Cierta noche
logró leer la Biblia un ratito antes de acostarse. Pero al día siguiente el
entrenamiento de fútbol fue especialmente agotador. Bernardo estaba tan
cansado que prefirió dormir... «Mañana estaré mejor y podré leer», se dijo.
Sin embargo, al otro día descubrió que debía preparar un control de
matemáticas que había olvidado completamente. Leeré mañana, pensó.
El sábado por la
noche, después de la final de fútbol, al fin se dispuso a leer la Biblia.
Pero el partido venía una y otra vez a su mente. ¡Qué raro, no encontraba
ningún atractivo en lo que leía! Y día tras día, semana tras semana, sus
fuerzas espirituales fueron disminuyendo...
Diez años
después, Bernardo se había convertido en un buen deportista. Tenía una
profesión interesante. Pero a los ojos de su Señor, se había quedado en el
nivel de un niño (Hebreos 5:13). ¡Qué triste anomalía! Perdió un tiempo
precioso, y Satanás obtuvo lo que buscaba...
Lector, si usted
se parece a este joven, ¡deténgase! ¿Qué es lo que le impide tener tiempo
para el Señor? Nada puede reemplazar, para su alma, la lectura diaria de la
Palabra de Dios. Es el único alimento sano, capaz de hacerlo crecer para
gloria de su Salvador.
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Día 4
Buscad primeramente el reino de
Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas.
Mateo 6:24, 33
¡Cuidado con el dios de las
riquezas!
Mientras miraba
las ofertas de empleo, una de ellas me llamó la atención. Allí se veía la
foto de una pirámide egipcia con una inmensa estatua y la siguiente
inscripción: «¿El espíritu del dios Tusobjetivosalcanza-Ra vive
en ti?». Y debajo: «Buscamos vendedores...».
Esta exigencia
tiránica de mejorar los resultados no proviene solo de los directores. Ellos
mismos están sometidos a una competencia cada vez más severa entre las
empresas. El que no logra seguir es dejado de lado.
Nótese que este
anuncio presenta el hecho de alcanzar los objetivos como un dios (Ra, nombre
de un falso dios del antiguo Egipto). El mundo donde vivimos no quiere saber
nada de Dios; rechazó a Jesucristo, pero tiene sus propios dioses. Las
riquezas son, efectivamente, un poder al cual la Biblia llama el dios Mamón.
Ella afirma que no podemos servir a dos señores, es decir, a Dios y a las
riquezas.
Si soy cristiano,
debo preguntarme en quién pongo mi confianza: ¿En Dios o en lo que poseo? La
Biblia nos dice que la codicia, la ambición de poseer más y más, es idolatría
(Colosenses 3:5). Es poner las riquezas en el rango de un dios a quien
consagramos mucho tiempo y energía. Claro que debemos trabajar y administrar
lo mejor posible nuestros bienes, pero nuestra confianza está en Dios. Mediante
la oración recibimos la sabiduría de Dios, y dependemos de él. Experimentamos
una comunión viva y ferviente con el Señor, tratando de hacer lo que él
aprueba.
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Día 5
Venid a mí todos los que estáis
trabajados y cargados, y yo os haré descansar.
Mateo 11:28
Señor... harás que viva. He aquí,
amargura grande me sobrevino en la paz, mas a ti agradó librar mi vida.
Isaías 38:16-17
La vida que Jesús propone
Jesucristo habla
de vida, de paz, de gozo, de esperanza; y usted quizá responda: ¡Eso no me
interesa! Jesús habla de perdón, de una vida nueva, de valores, de compasión,
de una verdadera relación con Dios; ¿y usted permanecería indiferente?
La vida que Jesús
nos propone no solo es interesante, sino maravillosa, incluso si no está
libre de sufrimientos, y vale la pena vivirla desde ahora. Millones de
hombres y mujeres han pasado por esta experiencia. ¡No son personas raras o
especiales! ¡No han escuchado palabras misteriosas! Pero en los evangelios, a
través de las palabras de Jesús, discernieron la voz de Dios. Ellos también
eran opuestos o indiferentes. También pudieron juzgar tales palabras como
utópicas o idealistas. Pero un día, cuando descubrieron y comprendieron el
mensaje del Evangelio, fueron transformados. Descubrieron que Dios los amaba
tal como eran y que podían confiar en él, ahora y siempre. En la Biblia
encontraron la respuesta a sus preguntas y a sus angustias. ¡Y su vida tomó
un sentido diferente!
¡No espere más!
¡No rechace el mensaje de Jesús; tómese el tiempo de leer atentamente lo que
le propone, y reflexione en ello! ¡Infórmese usted mismo! ¡No se conforme con
lo que le digan de la Biblia, vaya a la fuente, léala!
El editor enviará
gratuitamente un evangelio según Juan a todas aquellas personas que todavía
no lo tengan y que lo soliciten.
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