Diez cosas que arruinan la paternidad



1. Los nacimientos ilegítimos. Esta es la primera y princi­pal causa de la falta de padres. El matrimonio es un adhesi­vo que mantiene a los papás conectados con sus hijos. Hoy en día, millones de niños jamás han vivido con su padre biológico debido a embarazos extramatrimoniales.
2. El divorcio. Antes, las parejas permanecían juntas por el bien de los hijos. Pero la generación actual está convencida de que los hijos estarán mejor si sus infelices padres se divorcian. Las estadísticas revelan lo contrario. Sin lugar a duda, lo mejor para los hijos es ver a sus padres arrepentirse de su egoísmo, perdonarse y volver a comprometerse con su matrimonio. La conveniencia del divorcio de común acuerdo se ha hecho pre­sente a un altísimo costo. Y millones de niños inocentes son forzados a pagar ese precio cada día.
3. El trabajo. Antes de la revolución industrial, los padres mayormente trabajaban en su casa o cerca. Durante cientos de años, la fe y los valores pasaban a la generación siguiente mientras los hijos trabajaban junto a sus padres. Cuando la revolución industrial irrumpió con fuerza en el 1800, las fábri­cas obligaron al hombre a salir de su casa y los hijos quedaron con la madre. Este cambio cultural impactó de manera nega­tiva en la influencia de los padres. Cuando el papá llegaba a su casa, estaba demasiado cansado como para participar de la vida de hogar, y la familia obtenía las sobras de su atención y energía. Incluso hoy, si un hombre no aprende a decir «no» cuando conviene, sus prioridades laborales lo apartarán siste­máticamente de sus hijos.
4. El esparcimiento. El hombre de hoy pasa más tiempo viendo televisión o navegando por Internet que manteniendo una conversación significativa con sus hijos. Cada hora que un hombre le dedica a la pantalla de su televisor o al monitor de la computadora, se la resta al tiempo de calidad con sus hijos. Si están con su padre mientras él está entretenido, entonces la televisión se convierte en el elemento que influirá sobre ellos, y no es un padre recomendable.
5. El movimiento feminista. Este movimiento ha declara­do abiertamente que uno de sus principales objetivos es des­mantelar toda forma de patriarcado o liderazgo masculino en la familia o el hogar. Bajo el disfraz de derechos igualitarios para la mujer, las feministas han movido el péndulo hacia el extremo opuesto, hasta trivializar la importancia del padre. Exaltan a la mujer por encima del hombre y hacen campa­ña por leyes que subvaloran la influencia masculina. Cuanto más fracasan los padres, más proclaman las feministas que son innecesarios.
6. El aborto. La decisión de 1973 de Roe contra Wade no solo legalizó el aborto en EE.UU., sino que indirectamente cortó con la responsabilidad del hombre sobre sus hijos en la mente de las personas. Cuando el gobierno estableció que una mujer podía elegir practicarse un aborto sin autorización del padre, legal y engañosamente esto identificó a las madres como principales responsables de la potestad, la vida y el cui­dado de los hijos.
7. La asistencia social. Debido al sistema gubernamental de asistencia social que les da dinero por mes a las madres solteras si no está el padre en la casa, cada vez más hombres permane­cen apartados de sus hijos por cuestiones de dinero. Sin embar­go, cuando los hombres no asumen su responsabilidad por sus hijos, nuestro dinero de impuestos está siendo mal usado para abortar a los nonatos, medicar a los hijos inquietos en la escue­la, enviar a la cárcel a la banda de adolescentes sin padre que delinquen y mantener a las madres solas y abandonadas a través de la asistencia social.
8. Los medios de comunicación anti-padres. Cuando la ética judeocristiana predominaba en los EE.UU., los padres en los programas de televisión y en las películas eran frecuentemente honorables y heroicos. En los años cincuenta y sesenta, las comedias Fathers Knows Best [El padre no se equivoca], The Andy Griffith Show [El programa de Andy Griffith], My Three Sons [Mis tres hijos] y Leave it to Beaver [Las travesuras de Beaver], personificaban a padres fuertes, inteligentes y res­ponsables. Hoy, los padres de la TV son continuo objeto de burla por parte de esposas más inteligentes e hijos irrespetuo­sos. Suelen ser graciosos, pero a la vez pervertidos, egoístas y pasivos. Un análisis de la National Fatherhood Initiative [Iniciativa nacional sobre la paternidad] detectó que un míni­mo porcentaje de los programas de televisión de los EE.UU. mostraban a un padre como personaje principal. Y aquellos que contaban con padres, los exhibían como desapegados e incompetentes.3
9. Nuestros padres imperfectos. El factor que más influye en nuestra comprensión y apreciación de la paternidad está liga­do al desempeño de nuestros propios padres. Los hombres tienden a emular a su padre. De ahí que sea frecuente que los errores del padre se repitan y pasen potenciados a la vida de sus hijos.

10. La iglesia. La iglesia actual hace tiempo que dejó de enseñarles a los hombres lo que la Palabra de Dios dice sobre el rol y la responsabilidad que tienen como líderes espirituales. Suele decirse que un estornudo en el púlpito produce un res­friado en toda la congregación. Los pastores han permaneci­do silenciosos en muchos sentidos en cuanto a transmitir con audacia el llamado que todo hombre tiene. Al mismo tiempo, muchas actividades de la iglesia separan a las familias al punto de que los niños nunca ven a sus padres dirigiendo, leyendo la Biblia, adorando ni orando porque no están con ellos cuando lo hacen.


Tomado del libro RETO DE VALIENTES HOMBRES.

2013 AÑO DE PROMESA

Atiende a la Palabra CDA Colombia 2013





 En CDA,  DECIDIMOS…


Que hablar del Evangelio sin demostrarlo con hechos en todos los aspectos de nuestra vida y labor,  es inaceptable;
Que conocer acerca de Dios, sin conocerle a El y experimentar Su presencia, no tiene sentido.
Que tener buenos programas no es suficiente. Generar cambio sin transformación es intolerable y aceptar que la gente siga como esta, no es una opción!

Decidimos que la Fe sin obras, y las obras sin amor,  carecen de valor.

Decidimos que el impacto de nuestra acción lo definirá la calidad de nuestra relación con Dios y la que tengamos el uno con el otro.

Que queremos estar entre las personas que cuentan historias sobre el poder transformador de Dios, no entre quienes simplemente las escuchan!

Hemos decidido que somos un barco de guerra, no un crucero.
Somos un ejercito, no una audiencia.
Fuerzas especiales, no simples observadores.
Misioneros, no tan solo empleados.

Hemos decidido contagiar a todo aquel con quien entramos en contacto, a través de nuestro ejemplo, con nuestra excelencia y nuestro buen trato.

Decidimos ser influencia.

Decidimos que amamos a nuestro prójimo, quien quiera que sea y donde quiera que este.

Reconocer que todo cuanto tenemos viene de Dios. Por lo tanto lo administraremos con diligencia, bajo parámetros de máxima responsabilidad y productividad.

Honrar el pasado, pero no vivir en el…
Vivimos en el presente, con los ojos en el futuro.

Decidimos que consideramos  los eventos pasados – tanto los logros, como las fallas - , como escalones para continuar la avanzada.

Decidimos que buscamos aprender para ser transformados. No solo para acumular datos y conocimiento.

Decidimos que es necesario involucrarse, no solo observar.   Decidimos enfocarnos en lo que puede ser, no tan solo en lo que es, o lo que fue.

Que CDA existe para formar GENERADORES DE CAMBIO, no personas dependientes.

Decidimos vivir como personas de destino.

Hemos decidido que es mejor fallar intentando lograr lo imposible que Dios ha planeado para nosotros, que tener éxito trabajando en algo menor.

Decidimos que nada menos que el Reino de Dios y Su perfecta voluntad en la tierra como en el cielo, traerá satisfacción a nuestra vida.

Decidimos CREER SIN DUDAR EN LAS PROMESAS DE DIOS.

Estas decisiones no son destinos,
son mas bien travesías por sendas antiguas…
No surgen de un nuevo descubrimiento,
sino mas bien de recordar la senda de Abraham, Isaac y Jacob…
La misma senda seguida por Moisés, Josue y Caleb, Pablo, Juan y Pedro…
La senda de la iglesia primitiva… La senda de JESUS!




Estimado Equipo CDA,

Dice la Biblia que por Jehová son ordenados los pasos del hombre, y –EL- aprueba su camino…
No ha de ser por casualidad, que sin previo análisis, precisamente en el  vigesimosegundo aniversario de nuestra organización, surgiese en nosotros el interés de marcar los tiempos.
Si bien la costumbre de dar un nombre a cada ciclo de planificación nos acompaña en CDA desde años atrás, al iniciar el 2012 sentimos la necesidad de realizar una declaración específica. Así, el 2012 fue denominado el Año de la Primavera. Un tiempo de rendición, de consagración y trabajo duro; de fuertes lluvias. Tiempo de arar y reparar la tierra, removiendo las piedras y abriendo camino. El Año de la Primavera, sin duda alguna, más que una declaración, se constituyo en un llamado a rendirnos totalmente ante El Señor y conformarnos a Su voluntad, buscando de todo corazón un RENUEVO en nuestra vida, absolutamente en todo aspecto.
Sin pretender que las lluvias cesen, pues siguen siendo necesarias para dar crecimiento, y comprendiendo que la vida del hombre feliz está marcada por la perseverancia constante, manifiesta en el trabajo duro y la productividad; consiente que cada día hemos de rendirnos ante el Creador y buscar conocerle más, nos encontramos ahora en un nuevo año, un nuevo tiempo y con él ¡una nueva declaración!
Son muchos los pasajes donde podemos realizar comparativos entre el pueblo de Israel y la vida de aquellos que como nosotros, hemos decidido seguir a Jesús. Rescatados de Egipto, salvados de la muerte y la esclavitud, Israel recibió una promesa. Ellos habrían de poseer la tierra que fluía leche y miel. Siendo esa la voluntad de Dios, el mandato para el pueblo era IR y POSEER.
El relato Bíblico narra las múltiples manifestaciones del poder y la fidelidad de Dios para con Su pueblo; abrió el mar rojo, les dio mana en el desierto, guío su camino… Sin embargo, leemos en el libro de Éxodo, que al llegar a la frontera de la tierra que debían poseer,
Moisés envío a doce espías a explorar. Diez de ellos volvieron con un ¡NO SE PUEDE! Dos de ellos dijeron, si Dios lo dice, ¡YO LO CREO! Doce personas vieron la misma realidad.
Unos con sus ojos puestos en sus limitaciones y en las circunstancias; la minoría, con sus ojos puestos en la PROMESA, y más importante aún, en aquel que había hecho la PROMESA.
Tan solo Caleb y Josué creyeron que si Dios había dicho que esa era su tierra, ¡ellos podrían derrotar a los gigantes! El resto del pueblo creyó en el informe de los diez, negando con ello el poder de Dios. Negando con ello la fidelidad de quien los había librado, los había protegido. Con sus ojos en las circunstancias, su destino fue deambular por el desierto durante cuarenta años, llegando a considerar mejor el tiempo pasado de opresión bajo el yugo de los egipcios, que la obra y la promesa de Dios.
La falta de FE en las promesas de Dios, genero en el pueblo desobediencia. Conocían la promesa? SI. La creían? ¡NO! Vieron la realidad con temor y lo que  temían, eso mismo les aconteció. Los diez espías murieron; solo Josué y Caleb sobrevivieron. Estos últimos creyeron sin dudar en su corazón, que Dios les había prometido la VICTORIA. La tierra de Canaán era para el pueblo de Israel, pero para poseerla, debían esforzarse y ser muy valientes, CONFIANDO en la PROMESA. Confiando en el poder y la fidelidad de aquel HACEDOR de la promesa.
Al reflexionar sobre esta historia y sus similitudes con la vida Cristiana, puedo afirmar con toda certeza que Dios jamás nos guiara a un lugar, donde el no pueda protegernos, donde el no pueda proveer. Nada nos podrá separar de Su amor, excepto, nuestra incredulidad…
Dice la palabra en Hebreos 11:6 con toda claridad, ¡que sin FE es imposible agradar a Dios! La promesa que Dios dio a Su pueblo, jamás cambio. Lo que evito el cumplimiento, fue el hecho que el pueblo ¡puso sus ojos en las circunstancias y los quito del Señor! Por ello, sufrieron las consecuencias. Dios no los abandono a su suerte, pero sufrieron las consecuencias.
El relato nos cuenta que al finalizar el tiempo en el desierto, cuando dan el paso y en obediencia entran a la tierra prometida, aquella que fluía leche y miel, lo primero que encontraron fue una fortaleza gigantesca llamada Jericó. Una ciudad impenetrable. Una verdadera oportunidad para desanimarse y para volver atrás. Sin embargo, Israel había madurado en su entendimiento, había comprendido que para Dios nada es imposible, pues Su poder sobrepasa la dimensión de cualquier barrera o dificultad.
Esta vez, la aproximación del pueblo de Israel a las circunstancias fue distinta. Sus palabras y acción, surgieron de la riqueza y convicción de sus corazones, manifestando a una sola voz:
¡¡Dios no nos trajo hasta aquí para volver atrás!! Dispusieron su oído, escucharon el mandato del Señor y actuando sobre la promesa, obedecieron.
Implementaron no necesariamente la estrategia más lógica para el entendimiento humano, pero si aquella que tenia la bendición de Dios… Marcharon alrededor de Jericó seis días y luego, al séptimo, el pueblo dio un grito de Guerra, desplomándose ante ellos aquellas paredes impenetrables.
Caminar alrededor de Jericó aun hoy nos parece un plan absurdo, pero las murallas cayeron.
Es tiempo de recordar ese pasado que anima, esa presencia que sostiene, esa prioridad que enfoca, y perseverar con pasión y entrega en la visión que ha sido grabada en nuestro corazón.
Somos personas de destino y hemos recibido promesa para cada una de nuestras vidas, para nuestra familia, para nuestra organización…
El 2013, marca el inicio de una nueva década en la historia de CDA.
Es un nuevo tiempo… 2013, es ¡¡Año de PROMESA!!
Avancemos pues, en el nombre del Señor y con nuestros ojos puestos en aquel, ¡para quien NADA es imposible!


Missy Rose Christie
Presidente

17 Por eso Dios, queriendo demostrar claramente a los herederos de la promesa que su propósito es inmutable, la
Confirmó con un juramento.
18 Lo hizo así para que, mediante la promesa y el juramento, que son dos realidades inmutables en las cuales es
Imposible que Dios mienta, tengamos un estímulo poderoso los que, buscando refugio, nos aferramos a la
Esperanza que está delante de nosotros.
19 Tenemos como firme y segura ancla del alma una esperanza que penetra hasta detrás de la cortina del *santuario,
20 hasta donde Jesús, el precursor, entró por nosotros, llegando a ser sumo sacerdote para siempre, según el orden de
Melquisedec.

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