Por Nuestros Hijos.

Deuteronomio 6:6-7 Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.


Existen dos historias, ¿Con cuál se identifica usted?.

Hubo una familia muy destacada y conocida en el estado de New York. Una familia acomodada económicamente. El nombre de este papá o cabeza del hogar fue Max Jukes. El y su esposa no creían en valores cristianos. De sus 1,026 descendientes, 300 murieron prematuramente, 100 cumplieron sentencias de hasta 13 años, 190 fueron prostitutas públicas, 100 se distinguieron por el alcohol en sus vidas. El costo de esta familia fue de más de 6 millones en el estado de New York.

Hubo otro papá llamado Jonathan Edwards, procedente también de New York, quien se casó con una mujer que al igual que él, sí creía en esos valores cristianos para infundírselos a sus hijos. De 729 descendientes de esa familia, 300 fueron predicadores, 75 profesores de universidad, 13 presidieron como directores universitarios, 70 escribieron libros populares, 3 estuvieron en el congreso y 1 llegó a ser vice presidente de Estados Unidos.

Como padres tenemos la responsabilidad de enseñarles a nuestros hijos a amar a Dios, pero somos nosotros los primeros en amarlo a Él, porque damos de lo que hemos recibido, y cosechamos de lo que hemos sembrado.

¿Cómo amaremos a aquel que no conocemos? Los hombres terminamos amando lo que conocemos, y es por medio de leer la Biblia que conocemos los valores y principios cristianos que el Señor Jesucristo nos enseñó y que nos llevarán a la bendición generacional de nuestros hijos, niestos, bisnietos, etc.

La mano tiene cinco dedos y cinco son los pasos que debemos caminar diariamente y enseñarlos a nuestros hijos para que conozcan los valores cristianos. Entonces debemos:



1. Oír la Biblia porque la fe viene por el oir.


2. Leer la Biblia porque dichoso es el que la lee.


3. Estudiar la Biblia porque así tendremos sabiduría para todo.


4. Memorizar la Biblia porque en nuestro corazón guardaremos sus palabras para no pecar contra Dios.


5. Meditar la Biblia porque ella es nuestra delicia y su fruto es paz.



Si hacemos esto, seremos como árboles sembrados junto a los arroyos, que llegado el momento, daremos mucho fruto y nuestras hojas no se marchitarán. ¡Todo lo que hagamos nos saldrá bien.


En esta semana recuerda...
“Clama a mí, y yo te responderé, y te enseñaré cosas grandes”
Jeremías 33:3

GUILLERMO RAMIREZ B.P.
ACONCAGUA: El Centinela de Piedra
E-mail: aconcagua@telmex.net.co

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