Año del favor de Dios
Verso para Memorizar:
"Dichosos los que saben aclamarte, Señor, y
caminan a la luz de tu presencia; los que todo el día se alegran en tu
nombre y se regocijan en tu justicia.
Porque tú eres su gloria y su poder;
por tu buena voluntad aumentas nuestra fuerza."
Salmos 89:15-17
Porque tú eres su gloria y su poder;
por tu buena voluntad aumentas nuestra fuerza."
Salmos 89:15-17
DIA 1
Los ojos del Señor están en todo lugar, mirando a los malos y a los
buenos.
Proverbios 15:3
El Señor escudriña los corazones de todos, y entiende todo intento de
los pensamientos. 1 Crónicas 28:9
Dios ve todo
Los satélites
actuales, con una precisión increíble, permiten localizar algo en un radio de
unos metros. Todo individuo provisto de un receptor, consciente o no de ello,
podría ser rastreado, y no podría ocultar que estuvo en este o aquel lugar.
¡La precisión de
la mirada de Dios sobrepasa infinitamente la de los satélites! La Biblia nos
dice que Dios ve a todos los hombres (Salmo 33:13). No siempre estamos
orgullosos de lo que hemos hecho, pero nos tranquilizamos pensando que nadie
nos vio. ¡No nos engañemos, Dios ve todo!
¿Qué sentimiento
produce en mí la idea de que Dios conoce todo, el estado de mi alma, mis
pensamientos, lo que albergo en lo más profundo de mi ser? ¡Que el hecho de
ser conscientes de la mirada penetrante de Dios nos anime a reconocer nuestras
faltas ante él! “Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo para
perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1 Juan 1:9).
El pecador tiene
miedo al ojo de Dios, pero el creyente siente seguridad.
Esta vigilancia
constante tiene un objetivo: asegurarle protección, apoyo, y animarle a no
bajar la guardia. El cristiano conoce a Dios como su Padre y sabe que el ojo
del Señor está “sobre los que le temen, sobre los que esperan en su
misericordia, para librar sus almas de la muerte, y para darles vida en
tiempo de hambre” (Salmo 33:18-19).
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DIA 2 Para Memorizar:
"Dichosos los que
saben aclamarte, Señor, y caminan a la luz de tu presencia; los que
todo el día se alegran en tu nombre y se regocijan en tu justicia.
Porque tú eres su gloria y su poder; por tu buena voluntad aumentas nuestra fuerza." Salmos 89:15-17
Tarea en familia: En familia compartir sobre el versículo de memorizar: Que
significan las frases de verso y de que manera pueden cumplirlo.
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DIA 3 (El apóstol Pablo escribió:) Habiendo yo sido antes blasfemo... e
injuriador; mas fui recibido a misericordia... la gracia de nuestro Señor fue
más abundante con la fe y el amor que es en Cristo Jesús.
1 Timoteo 1:13-14
¿Es posible
cambiar radicalmente?
Chuck Colson era
consejero personal del presidente Richard Nixon cuando en 1973 estalló el
escándalo político Watergate. Colson, implicado en dicho escándalo, dimitió.
Desconcertado, reconoció su culpabilidad y entregó su vida a Jesucristo. En
el juicio, después de haber reconocido su culpabilidad, fue condenado y
encarcelado.
Un periodista
escribió: «La cárcel cambió radicalmente la vida de Chuck Colson». Este
respondió en uno de sus libros: «Es posible que el periodista lo haya
percibido así, pero no es la realidad. Lo que me cambió radicalmente no fue
la cárcel, sino el hecho de haber tomado en serio las verdades que la Biblia
revela. Ella fue la que me colocó ante mi pecado y ante la necesidad de
arrepentirme. La Biblia me produjo sed de justicia e hizo que buscase la
santidad; ella me invitó a ser amigo de los que sufren. Todavía hoy, la
Biblia dirige mi vida».
Uno de sus
allegados dijo: «Si Chuck cambió, entonces hay esperanza de que cualquier
persona pueda cambiar».
¿Cómo puede la
Biblia cambiar a la persona que la lee? Porque la pone en relación con su autor:
Dios mismo. Él revela su amor hacia cada uno de nosotros y nos muestra cómo
ser liberados de lo que nos hace pecar.
Aceptarlo para sí
mismo es el principio de una nueva vida. El sentimiento de culpabilidad, de
vacío, es reemplazado por la paz interior y la liberación de aquello que me
esclaviza. La vida con Cristo es una vida que tiene un sentido, un objetivo,
con una presencia divina a mi lado.
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DIA 4
¡Oh, si me hubiera oído mi pueblo...!
Salmo 81:13
Vino el Señor y se paró, y llamó... ¡Samuel, Samuel! Entonces Samuel
dijo: Habla, porque tu siervo oye.
1 Samuel 3:10
Mamá, te
equivocaste
–Mamá, ¿has visto
mi camiseta de fútbol?
–Sí, Felipe, esta
mañana estaba tirada en el sofá y la... No pude terminar mi frase porque
Felipe salió sin escuchar el resto. Fue a buscar su camiseta en el sofá, y
regresó diciendo: –Mamá, te equivocaste, no está ahí.
–No escuchaste lo
que quería decir; estás perdiendo el tiempo. Guardé tu camiseta en tu
habitación.
Esta tarde envié
a Felipe a buscar un medicamento a la farmacia. Le dije que ya lo había
pagado, pero él estaba jugando con su teléfono mientras escuchaba mis
instrucciones. Salió y regresó casi de inmediato, diciéndome: ¡Mamá,
olvidaste darme el dinero!
«Mamá, te
equivocaste... Mamá, olvidaste...», este es el lenguaje de Felipe. ¿No sería
mejor que dijese: Mamá, no te escuché bien?
Para cada uno de
nosotros es muy importante saber escuchar, sobre todo cuando es Dios quien
habla. ¿Tenemos demasiada prisa para escuchar lo que Dios quiere decirnos? ¿O
escuchamos distraídamente? Entonces deducimos precipitadamente que Dios se
equivocó, que no pensó en todo.
Jesús dijo a la
multitud que estaba reunida a su alrededor: “Oídme todos, y entended” (Marcos
7:14). ¡Escuchémosle atentamente! Él nos habla ante todo mediante la Biblia.
Leámosla con atención. Jesús también habla del que “oye y entiende la
palabra” (Mateo 13:23). “Inclinad vuestro oído, y venid a mí; oíd, y vivirá
vuestra alma” (Isaías 55:3).
“Bienaventurados
los que oyen la palabra de Dios, y la guardan” (Lucas 11:28).
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DIA
5 esús... a este... matasteis por manos de inicuos, crucificándole.
Hechos 2:22-23
Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios le ha hecho Señor y
Cristo.
Hechos 2:36
Rechazado
Jesús, el Hijo de
Dios, vino a la tierra para salvarnos. ¿Cómo fue recibido? ¡Nadie lo quiso!
“A lo suyo vino, y los suyos no le recibieron” (Juan 1:11). Cuando nació, no
hubo lugar para sus padres José y María en el mesón; no tuvo una cuna, sino
un pesebre (Lucas 2:7). Fue incomprendido y rechazado desde sus primeras
palabras en público en Nazaret, la ciudad donde vivía; la gente se sentía
incómoda con su presencia. Trataron de deshacerse de él (Lucas 4:29).
Al final de su
vida en la tierra todos se unieron contra él: judíos y romanos, Herodes rey
de Judea y Poncio Pilato gobernador romano, los jefes religiosos y el pueblo.
Todos sabían que Jesús solo había hecho el bien, pero todos pedían su muerte.
Los motivos eran diversos: celos por motivos religiosos, envidia, odio,
hostilidad, indiferencia... Jesús tuvo que enfrentarse al desprecio, la
burla, las calumnias, el odio, la brutalidad de los soldados, los latigazos,
la corona de espinas, las bofetadas, los escupitajos... ¡Qué injusticia tan
grande contra aquel que no había hecho ningún mal! (Lucas 23:41).
Pero más grave
todavía, los hombres se atrevieron a matar al Mesías, el Cristo, el santo
Hijo de Dios. Todos, judíos y no judíos, son culpables de este crimen.
Jesús no mostró
resistencia, sin embargo dijo: “Pongo mi vida... Nadie me la quita, sino que
yo de mí mismo la pongo. Tengo poder para ponerla, y tengo poder para
volverla a tomar” (Juan 10:17-18). Fue por amor que “él puso su vida por
nosotros” (1 Juan 3:16).
Tomados de la Buena Semilla.
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